1) Los ríos se desbordan y ocupan las zonas de dominio fluvial, algo que lleva ocurriendo desde hace millones de años. Las crecidas son un fenómeno natural que ayuda a mantener el equilibrio ecológico y fertiliza las riberas de los ríos. El río no es sólo el cauce por el que discurre el agua en condiciones "normales", sino una zona mucho más ampia que incluye las zonas inundables.
2) Las confederaciones hidrográficas publican mapas de riesgo donde se señalan claramente aquellas zonas susceptibles de inundarse y donde no se puede edificar.
3) Los ayuntamientos se pasan esos mapas por el arco del triunfo, permiten edificar de todas formas. Incluso la propia administración construye hospitales y colegios en zonas de inundación. No pasa nada, no hay responsabilidades.
4) Tras varios días de lluvias intensas, los ríos se desbordan y el agua ocupa las zonas señaladas en los mapas de riesgo. Las inundaciones llenan la primera plana de los periódicos, los daños se tasan en millones de euros y desgraciadamente en muchas ocasiones se producen daños personales.
5) La población afectada pide explicaciones a la administración y critica a la confederación hidrográfica por no "limpiar" ni "dejar limpiar el río. Esa "limpieza" no consiste en eliminar las toneladas de basura que todos los años se tiran al río, es otro tipo de limpieza.
6) La administración calla y otorga, encarga a varias empresas el dragado del cauce y la eliminación de árboles de las riberas y troncos caídos. De esta forma se cambia la morfología del río, se rompe su equilibrio hidromorfológico, se eliminan los sedimentos, una parte clave del ecosistema fluvial, se elimina la vegetación ribereña, que entre otras cosas regula la corriente y sostiene la estructura del río, se elimina madera muerta, que es clave en el ciclo de la materia y la energía y se matan millones de seres vivos.
La "limpieza" destroza el río y paradójicamente incrementa exponencialmente el riesgo de futuras inundaciones. Además, esas actuaciones se hacen por el procedimiento de urgencia, sin estudios de impacto ambiental y sin trámite de información pública.
7) La gente se olvida durante unos meses, la administración respira, varios millones de euros se han ido por el desagüe con la riada, junto a miles de árboles y toneladas de sedimentos, que habrían fertilizado las vegas de los ríos tras los episodios de inundación.
8) Pasan unos meses y vuelve a llover con intensidad. Los ríos se vuelven a desbordar. La frecuencia de esos episodios aumenta debido a los efectos del cambio climático.
9) La gente que vive en las riberas del río y a las que los ayuntamientos les dio permiso para edificar en zonas anegadizas protesta porque el río no se limpia.
10) La administración calla y otorga, se vuelve a gastar millones de euros de dinero público en dragar los cauces, en encauzarlos y hacer escolleras, en eliminar árboles de ribera y madera muerta.
11) Los cauces empeoran por las "limpiezas anteriores", el agua cada vez baja con más fuerza, no hay árboles de ribera que sujeten los taludes, ni obstáculos que reduzcan su velocidad. (Os recomiendo leer este artículo del Dr. Alfredo Ollero, profesor de Geografía física y científico fluvial)
12) Vuelve a llover con fuerza, y los ríos se vuelven a desbordar, esta vez provocan más daños porque los cauces cada vez están peor tras las recurrentes "limpiezas", aún así se siguen haciendo porque "hay que hacer algo".
13) Con un poco de suerte, después de una campaña de dragado y limpieza habrá elecciones. La administración alardeará de sus actuaciones de limpieza y encauzamiento y del dinero invertido para sacar tajada electoral. La oposición en ese momento también intenta sacar tajada electoral y exige más limpiezas. Lo realmente importante es poder seguir calentando la poltrona, hacer algo de cara a la galería, aunque sea inutil. No se quiere solucionar el problema, solo dejar pasar el tiempo. De paso, quién sabe si parte de ese dinero público despilfarrado en limpieza irá a parar a alguna empresa "amiga".
14) y vuelta a empezar
(Ni políticos, ni gestores, ni alcaldes asumen la más mínima responsabilidad por ignorar los avisos recurrentes, por ignorar lo que dice la ciencia, por arriesgar vidas humanas, por destrozar el medio ambiente y por despilfarrar millones de euros de dinero público en actuaciones inútiles y contraproducentes)