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La Historia Compartida – Edgar Rice Burroughs

Publicado el 14 diciembre 2016 por César César Del Campo De Acuña @Cincodayscom

La Historia Compartida…Por César del Campo de Acuña

Sean bienvenidos una vez más a La Historia Compartida, la sección de www.cincodays.com dedicada a las breves biografías de las más variopintas personalidades de la historia. Hoy les voy a hablar de otro de los más destacados autores pulp.

La Historia Compartida – Edgar Rice Burroughs
¿De quién hablamos?: de Edgar Rice Burroughs, un escritor estadounidense nacido el 1 de septiembre de 1875 en  Chicago, Illinois. Falleció el 19 de marzo de 1950 en Enzino, California.

¿Por qué paso a la historia?: Burroughs ha pasado a la historia por ser el padre de Tarzan y de John Carter entre otros.

¿Sabías que…?: Hijo de George Tyler Burroughs, Mayor del Ejército de la Unión y veterano de la Guerra Civil Estadounidense, Edgar Rice Burroughs se crio en el seno de una familia prospera.  A pesar de la bonanza económica que atravesaba su familia esta se trasladó en diferentes ocasiones hasta que terminaron echando raíces en la ciudad que le vio nacer, Chicago. Allí recibió clases en el Colegio Harvard, donde recibió una educación clásica que le empujo a aprender griego y latín. Gracias al conocimiento de la literatura clásica y de la mitología aumento su ya de por sí desbordante imaginación.

Pero no se graduó en el Colegio Harvard. Se graduó en la Academia Militar de Michigan, institución a la que Burroughs definía como un reformatorio educado. No se sabe a ciencia cierta si intento entrar en la prestigiosa academia militar de West Point tratando de seguir los pasos de su padre u obligado por este. Sea como fuere suspendió el examen de ingreso y no puedo entrar. El caso es que persistió y se alisto en el Séptimo de Caballería pidiendo que se le enviara al peor destino posible con el objetivo de destacar en una tarea difícil y obtener así un puesto como oficial. Fue enviado a Fort Grant, en Arizona. Su objetivo: Perseguir Apaches y según sus propias palabras persiguió a unos pocos aunque nunca alcanzo a alguno.  Poco tiempo después. El joven Burroughs, cansado de la rutina y de la vida castrense en Fort Grant pido a su padre que intercediera por el para abandonar el ejército sin deshonra. En 1897, debido a una dolencia cardiaca Burroughs dejó el Séptimo y se reincorporó a la vida civil. Al parecer, según las diferentes fuentes consultadas, George Tyler Burroughs movió algunos hilos entre sus amigos políticos para ayudar a su hijo.

Una vez fuera del ejército, Burroughs se convirtió en un auténtico buscavidas llegando a trabajar en todo tipo de empleos para salir adelante. Vaquero (En Idaho), policía (de una empresa ferroviaria), mozo de almacén, tendero y buscador de oro. Curiosamente, aquellos empleos no le permitían simplemente subsistir. Ahorraba una parte de su sueldo que luego invertía en la creación de negocios. Desafortunadamente para él, y para su familia, ninguna de aquellas empresas en las que se embarcó prospero.

Si, tenía familia. Se casó en 1900 con su novia de toda la vida, Emma Centennia Hulbert, hija de un coronel del ejército. Esta la siguió allá a donde su marido fuera y tuvo tres hijos con él. Se divorciaron en 1939. Los primeros años de matrimonio no fueron fáciles. Burroughs, estaba profundamente deprimido por sus continuados fracasos en la vida. Emma permanecía a su lado pero siempre triste. Entonces Burroughs empezó a dibujar caricaturas y a escribir fantásticos cuentos para alegrar y entretener a su mujer y para relajarse mentalmente. Según el propio autor, años después de conocer el éxito: “En todos estos años no he aprendido una sola regla para escribir ficción. Todavía escribo como lo hacía hace 30 años; Historias que me entretienen y que me dan paz mental. De todos modos, me divierto mucho con ellas y puedo apreciar, de una manera pequeña, el poder que Dios tuvo en la creación del Universo”.

En 1911 la situación de la familia Burroughs era desesperada. Estaba tan desesperado que intento volver al ejército pero no al de Estados Unidos, sino al chino solicitando una plaza de oficial (que por cierto fue rechazada). Con 35 años había tocado fondo. Con dos bocas que alimentar y una tercera en camino, no le quedó más remedio que empeñar las joyas de su mujer para comprar carbón y comida. Entonces, con los pocos dólares que le quedaban, se embarcó en otra de sus locas empresas. ¿Y a que se dedicaba esta empresa? Pues a vender sacapuntas. Burroughs no los vendía directamente. Diferentes comerciales que tenía contratados a comisión eran los que intentaban colocar aquellos cachivaches. Evidentemente no consiguió colar ninguno, pero mientras esperaba a sus vendedores cada día comenzó a escribir, para distraerse, el que sería su primer gran éxito literario: Bajo las lunas de Marte.

Burroughs, por aquel entonces, ya era consumidor habitual de revistas pulp. Entonces, sin saber cómo funcionaba el mundo editorial, envió aquella primera parte de Bajo las lunas de marte al editor de All-Story Magazine, Thomas Newell Metcalf. Este le contesto, que si la segunda parte era tan buena como la primera podrían trabajar juntos. Según el propio Burroughs, aquel estimulo fue el que le hizo seguir adelante, ya que él no escribía por pasión o amor a las letras, sino para mantener a su familia, y si no hubiera recibido esa misiva de Thomas Newell probablemente habría dejado de escribir. Cuando termino la segunda parte recibió un cheque de 400 dólares de la época. Aquel cheque, según el protagonista de este artículo, fue uno de los grandes momentos de su vida.

Pero aquel repentino éxito (la novela fue muy bien acogida por los lectores de la revista) no le convirtió en un escritor establecido. De hecho, algo que no todo el mundo sabe, es que su segundo esfuerzo editorial quedo en nada. Burroughs, en lugar de seguir por la senda que le había marcado Bajo las lunas de Marte, se lanzó a escribir una novela histórica sobre la Casa de Plantagenet, la dinastía reinante en Inglaterra entre 1154 y 1399. Evidentemente fue rechazada y aunque estuvo a punto de dejarlo, su editor le convenció para que siguiera adelante. Entonces Burroughs se encontró con el gran éxito que definiría toda su carrera: Tarzán de los monos. Publicada por entregas en la revista All-Story Magazine en 1912, no se convirtió en un libro hasta 1914. Curiosamente y a pesar de convertirse rápidamente en un Best-seller, en un principio todas las grandes editoriales rechazaron publicar aquel relato pulp. Fue AC McClurg y Co la editorial que finalmente lanzó al mercado en formato recopilatorio la historia aparecida por primera vez en las páginas de la revista de Thomas Newell.

Tan solo cuatro años después de la publicación del libro (y de sus dos posteriores secuelas El regreso de Tarzán y Las fieras de Tarzán y otros relatos como El Hijo de Tarzán, Tarzán y las joyas de Opar e Historias de la Jungla) se estrenó la primera película de Tarzán protagonizada por Elm Lincoln. Desde entonces más de 40 películas y más de 50 horas de televisión sobre este personaje han sido producidas.

En 1919, tras lograr la estabilidad económica que siempre había buscado y procurado para su familia, se trasladó al estado de California donde compro la finca de 550 acres del General Harrison Grey Otis, renombrándola Tarzana Ranch. Pero no crean que dejo de escribir. No Burroughs, a pesar del éxito de su personaje (en todos los formatos) siguió escribiendo. Aunque no contaba con el favor de la crítica, si contaba con el favor del público. Aquello le empujo a convertirse en uno de los autores más prolíficos del siglo XX con casi 100 referencias editoriales con su firma.

Quienes le conocieron siempre dijeron de Burroughs que se trataba de un hombre modesto que no se tomó nunca, o casi nunca, así mismo o a otras cosas demasiado en serio. Sus amigos recordaron el día que falleció su sentido del humor, su gran amor por los espacios naturales (y la naturaleza) y su patriotismo siendo este sentimiento el que le empujo a convertirse en el corresponsal de guerra de mayor edad en 1942 acompañando a la Flota del Pacifico (puesto que tuvo que dejar tras sufrir unos micro infartos al corazón). La última frase de su última novela puede ser tomada como la despedida involuntaria de Burroughs a una vida muy significativa: “Gracias a Dios por todo”.

Frases:

  • Escribo para escapar, escapar de la pobreza.
  • En un sentido, al menos, los marcianos eran gente feliz: no tenían abogados.
  • La vida sería un tormento horroroso si tuviera que pasármela aterrada por algo que aún no ha sucedido.
  • Cuanto más sabe una de su religión, menos fe tiene en ella… Y de mi religión nadie sabe más que yo.
  • Un guerrero puede cambiar sus armas, pero no su corazón.

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