Érase una vez una persona a quien le gustaba desayunar cada día un vaso de leche con galletas. Hasta que un día, uno de esos en que los supermercados están cerrados (como puede ser cualquier domingo o día festivo) y el único lugar en el que conseguir provisiones son las gasolineras, y eso a precio de oro más un riñón, de repente, se acabaron las galletas.
Y entonces esta persona se puso a pensar, y pensó y pensó, y llegó a la conclusión de que tal vez podría fabricarse ella misma sus desayunos.
Probó con un bizcocho, uno que llevaba años haciendo en España cuando aún vivía allí, pero el resultado fue negro:
Y todo debido a que, antiguamente, sólo necesitaba calentar el horno por abajo, mientras que ahora tenía un horno con aire en circulación, carente de la posibilidad de calentar sólo por arriba o sólo por abajo...
Sin embargo, ella no cesó en sus empeños.
Su siguiente intento pasó por fabricar galletas, un reto bastante más complicado teniendo en cuenta que nunca antes las había hecho y que su relación con el horno no era lo que se dice estrecha...
El resultado fue oscuro:
Pero se esforzó por entender al horno, y consiguió algo más claro:
Aún así, todavía no se les podía llamar galletas de desayuno, ya que a los pocos días empezaron a perder sus cualidades. Les faltaba harina.
No obstante, ella no cesó en sus empeños.
Siguió probando, y probó, y cocinó más para superar sus traumas culinarios y conseguir un desayuno digno de reyes.
Y un día, al fin, lo consiguió.
Consiguió hacer un bizcocho como el antiguo, aunque con forma de pelota:
Consiguió hacer mousse de chocolate negro (la de chocolate blanco aún está en fase de investigación):
Y consiguió, sobre todo, hacer galletas dignas de un desayuno, con su justa cantidad de harina y con la suerte de que duraron días y días sin perder su sabor y su consistencia:
Y hoy, como se me han vuelto a acabar las galletas, volveré a hacer más: me he planteado el objetivo de hacerlas con trocitos de turrón (como las de la foto de arriba) y con chocolate. Así que, si no se quema nada, mañana volveré a poder desayunar en condiciones.