Revista Cultura y Ocio

La Historia de los Judios Toledanos del Siglo XIV, en los documentos ( y III)

Por Pablet
Resultado de imagen de Judios Toledanos del Siglo XIVEn el concilio de Palencia de 1388, determinan los obispos allí reunidos, que los judíos tenían que vivir cercados, aunque se permitiese a los comerciantes y artesanos salir ·durante el día a las plazas y lugares públicos .
Los hollamos en .1 IV concilio de Letrán, celebrado en 1215; la iglesia de un modo oficial declaraba que los iudíos podían ser tolerados en los reinos cristianos por humanidad y con la esperanza de que habian de convertirse; pero los gobernantes debion tener apartados o los judíos y obligarlos a llevar un signo distintivo que 105 identificara en todo momento. Como los monarcas españoles, Fernando m y Jaime l. se opusieron entonces o esta prescripción,
 Honorio m concedió moratoria para 'Su cumplimiento, y en realidad, nunca se llevó a cabo en Castilla. En el sinodo de Zamora de 1312, que recogió las normas del concilio de Vienne, celebrado por Clemente V el año anterior, hay también como un esfuerzo legislativo por parte eclesi6stica, para destruir los privilegios que iban concediendo los reyes a las aljamas. y llegamos a la mas grave conmoción que sufrieron los judíos en la península, a la del año 1391.


Parecía como única fórmula para encontrar una solución al problema judaico, conseguir la conversión total. Se pretendía hacer una reforma moral y eclesiástica en el reino, y los reformadores consideraban que lo más conveniente era acelerar la instrucción cristiana de los hebreos; les ayudaron mucho los argumentos del converso Abner de Burgos y sus seguidores, y la obra Pugio Fidei de Ramón Martínez.
Las predicaciones, acentuadas en esta época, sirvieron de estímulo a Ferrand Martíllez, arcediano de Ecija y provisor de Sevilla, para inculcar en el pueblo el odio que él sentía contra los judíos. En sus sermonres decía el arcediano que los reyes eran enemigos de los israelitas y que tomarían como servicio cualquier cosa que se hiciera para librar al rabino de ellos. Juan 1 le amonesta en un albalá:
 ¿ "de quándo fuste tan privado nuestro porque sopiésedes nuestra entynción e de la reyna e porque fagades tales cosas como esta?.. e que sy buen christiano queredes ser, que lo seades en vuestra casa, mas que non andedes corriendo con nuestros juáíos desta guisa" .
En 1390 muere Juan 1 y, según Mosé ha·Kohen había advertido a sus correligionarios, los judíos sólo en el rey podían encontrar "escudo, amparo y refugio". En el mismo año muere también el arzobisposevillano don Pedro Gómez Barroso, y el arcediano, libre por momento de censores, intensifica su campaña, la cual provocó el 6 de junio de 1391 las primeras revuelta en Sevilla, en las que murieron violentamente muchos judíos (hasta 4.000 dice exageradamente López de Ayala) (19), y sus sinagogas fueron incendiadas.
Propagado por agitadores este movimiento antisemista, durante meses casi toda la península vivió un clima de terror, ocasionando saqueos, matanzas y bautismos forzados, con la destrucción total o parcial de muchas comunidades hebraicas.
Los judíos, debido en parte a su propia relajación moral, . no tuvieron fuerzas ni para combatir el odiodesencadenado contra ellos, ni para defenderse con las armas. No se (la) conservan textos literarios hebreos de esa época; algunos cronistas posteriores recogen el desastre de 1391 en una simple frase: "hubo sombrías tinieblas en toda la tierra de España".
En realidad fue mucho mayor el número de conversiones que el de víctimas. Respecto a Toledo, la fuente hebrea para conocer estos sucesos es una Elegía /1 108 mártires de Toledo en 1391 (20), se refiere en general a 108 movimientos antijudaicos acaecidos en León y Castilla, a la muerte de Juan 1; al final se lee el nombre de Ya'aqob ibn Albeneh, que pudiera ser el autor o simplemente el copista. Después de una introducción sobre la catástorfe en otras aljamas españolas como Sevilla y Cidoba, refiere que en Toledo comenzó el pogrom el 20 de junio; entre las víctimas más destacadas cita a varios miembros de la familia del rabino Aser ben Yehiel, entre ellos, r. Yehudá su nieto, que antes de morir mató a su mujer e hijos; el joven Abraham ben Ofrit fue arrojado al río, ante la vista de sus ancianos padres, y otros.
La elegía nos cuenta también la profanación o ruina de diez sinagogas toledanas y cinco madrisas. En 1398, llegado Enrique III a la mayoría de edad, ordena que se averigUen los nombres de los que habían cometido robos en la judería y les hace repartir una multa de 30,000 doblas (21), una mitad más de la que Enrique II, su antecesor, hizo pagar a los judíos que habían cooperado a la resistencia de Toledo contra su ejército.
Monasterios y particulares perdieron las rentas que habían tenido adjudicadas sobre tributos de las aljamas. La capilla de Reyes Nuevos de la catedral, que disponía de cantidades situadas en la cabeza y pecho de los judíos para pago de salario a los capellanes, perdieron su retribución al ser saqueada yquemada la judería:
Doña Juana de Espina, monja de Santo Domingo el Real, hace que el rey le cambie 40.000 mrs. del pecho de la aljama, por cualquier otra renta, por cuanto los judíos de la ciudad se habían hecho católicos, También el prior de la Sisla pide que le adjudiquen. en otras rentas más provechosas, los mrs. con los que Juan 1 había dotado tres capellanías sobre el pecho de los judíos, alegando que los de Toledo, por haber sido robados, no podían ya contribuir al convento.
En la documentación encontramos una frase muy repetida al localizar las casas en el barrio judío; dicen: "en lo que fue judería de aquí de T~ledo"; o "en lo que solía ser judería". Muchos de sus vecinos debieron ser acogidos por sus amigos cristianos, y otros se dispersaron, fijando su residencia en pequeñas ciudades, que, como Maqueda, incrementaron en mucho sus habitantes y su cultura.
Pero la mayor parte, como dicen los historiadores hebreos, no fueron capaces de salvar sus almas, y aceptaron el bautismo. En los documentos se expresa el cambio de nombres de los recién convertidos; por lo general, seguían ocupando los mismos puestos que habían tenido como judíos. El arzobispo Tenorio nombra en 1395, alcalde y juez mayor de todas las aljamas de su arzobispado, a su físico maestre Pedro, que sin duda, es el mismo físico Haym ha-Leví, que antes había ejercido de rab mayor y juez de los judíos, por disposición del mismo prelado; la elección de un converso para tan alto cargo, fue considerada no legal y suscitó la protesta de las aljalaas representadas por Abrahem Abenxuxen; el escribano ante el cual se lee el nombramiento en Alcalá, hace constar que algunos de los asistentes estaban de acuerdo con la designación, pero que se había armado durante el acto de lectura tal vocerío, que no pudo escribir sus nombres.
Siguieron, a pesar de todo, las relaciones entre los dos pueblos, para sus comunes vivencias; a fines de siglo eran tesoreros reales en el arzobispado de Toledo, YU9af ben Verga y su hijo Abrahem, quienes tenían como recaudador a David ben Alfahar; el mismo don Pedro Tenorio enumera en su testamento, entre sus bienes, "dos tazas doradas de dentro, e en medio, sendos esmaltes a nuestras armas, las quales nos dio en aguinaldo, una pascua de navidad, don Abrahem Abenxuje"
Como muestra del entendimiento entre judíos y cristianos, es también una breve misiva que escribe un don David a la priora de Santo Domingo el Real, Teresa de Ayala, manifestando que por su indicación, había dado a tres buenas mujeres "que auían de estar con busco ", mrs. para despensa de su camino, y además, había pagado 80 mrs. por el alquiler de un hombre con tres bestias; termina muy cortesmente la carta: "Sennora, mi madre, mi muger y mi conpanna, se enbían mucho encomendar a la vuestra mer~ed e besan vuestras manos" .
En anotaciones de los libros del cabildo, podemos leer la limosna que se daba a la mujer y suegra del físico don David; el salario con que se subvencionaba al nuevo médico Abraham Maher; lo que 'e pagaba a un Yu~af Aben~a~on por sus bordados para capas y casullas, y sobre todo, los nombres de los judíos a los que la catedral sigue confiando sus rentas.
Muchos conversos quisieron volver a sus creencias una vez pasado el peligro y el temor por sus vidas, pero la mentalidad medieval no aceptaba que se pudiera anular el sacramento recibido al hacerse cristianos; lo que hacía falta era adoctrinarlos y evitar que sus amigos o familiares judíos los atrajesen a su antigua fe. A este fin tienden, a principios de la centuria siguiente, las predicaciones de san Vicente Ferrer; las del obispo de Burgos Pablo de Santa María, que antes había sido Selomó ha-Leví, rab de los judíos en la misma ciudad; las disputas de Tortosa. dirigidas por Jerónimo de Santa Fe, llamado anteriormente, Yosuha Lorquí, y la bula de Benedicto XIII de 1415.
Los conversos recobran en parte la pujanza económica que tuvieron como judíos, participan activamente en política y ocupan cargos importantes en la administración y en las finanzas, a los que tenían más fácil acceso como cristianos; pero también atraen sobre sí la antigua malquerencia pública que recaía antes sobre los judíos. 
Porque muchos seguían guardando en la intimidad el secreto de su fe, nunca se consiguió su integración plena en la sociedad cristiana, y esto hizo posible más tarde, la Inquisición y el destierro.
PILAR LEON TELLO
http://realacademiatoledo.es/wp-content/uploads/2014/02/files_anales_0018_03.pdf&version;
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