Revista Cultura y Ocio

La historia de mi hijo, de Nadine Gordimer

Publicado el 29 julio 2011 por Goizeder Lamariano Martín
La historia de mi hijo, de Nadine GordimerTítulo: La historia de mi hijo Autora: Nadine Gordimer Editorial: Premios Nobel Público Año de publicación: 1991Páginas: 255ISBN: B286132010

Aunque no conocía ni este libro, que se publicó en 1991, ni a su autora, la sudafricana Nadine Gordimer, quien ese mismo año se convirtió en la primera mujer africana ganadora del Premio Nobel de Literatura, La historia de mi hijo primero me ha sorprendido y luego, poco a poco, página a página, me ha atrapado, me ha fascinado, me ha seducido, me ha encantado y me ha entusiasmado. Este libro nos cuenta la historia de Sonny, un padre de familia, un profesor, un político y, sobre todo, un negro que lucha por sus derechos y los de toda su gente en la Sudáfrica opresiva, injusta, cruel, dolorosa, triste y amarga del apartheid. Pero no es Sonny el que nos narra su historia, ya que la conocemos a través de los ojos de su hijo, Will, un joven obsesionado con su padre y, sobre todo, con la amante de éste, Hannah. Una joven luchadora, involucrada a través de una ONG en la causa de los negros, en defender sus derechos y, sobre todo, en sacarlos de la cárcel.

Así es como conoce a Sonny, cuando tiene que ayudarlo a salir de la cárcel, y al resto de su familia, sus hijos Will y Baby y su mujer, Aila. Sonny admira, ama, desea y, ante todo, necesita a Hannah, mientras que Will la odia, con todas sus fuerzas, a su manera. Con un odio obsesivo, incomprensible, egoísta, adolescente y, sobre todo, interminable. Por eso él no entiende por qué su hermana Baby prefiere mirar para otro lado y pasarse el día saliendo de juerga, emborrachándose, tomando drogas y conociendo a chicos. En definitiva, no soporta que su hermana sea una chica fácil que prefiere vivir en su propio mundo sin hacer caso al de los demás, al de los adultos, al de sus padres. Cree que Baby es una aliada de su padre, por eso él prefiere estar al lado de su madre, la pobre, frágil, ingenua y sumisa Aila. Ella no sabe nada y Will prefiere que siga siendo así. Ya se encargará él de mantener a raya a su padre. A lo largo de las 255 páginas, lo que parecía una historia familiar se va convirtiendo en una historia de política, de lucha, de mítines y manifestaciones, de cárceles, juicios, detenciones. Una historia de injusticias, de opresiones, una historia de dolor, de sueños imposibles. Sin embargo, este libro es todo eso y mucho más. Porque también es una historia de amor, el amor entre Sonny y Hannah, un amor condenado a la clandestinidad, a los encuentros en una cabaña perdida en el bosque, en un colchón en el suelo. Una clandestinidad impuesta, obligada, doble. Un amor oculto a la familia de Sonny y un amor oculto al resto de compañeros de la lucha. Un amor amenazado por todo y por todos: camaradas, familiares e, incluso, la policía. Pero un amor que precisamente por eso se hace más fuerte. Igual que se hacen fuertes los conflictos internos que sufre Will. No entiende el amor que su padre siente por Hannah, una blanca, y tampoco entiende su lucha política que cada día pone en peligro su vida y la de toda la familia. Sin embargo, poco a poco Will irá comprendiendo todo y se dará cuenta de que nada es lo que parece o, al menos, nada ni nadie es cómo él creía. Con los años, entenderá los ideales que empujan a su padre a convertirse en un importante y respetado político y a amar a Hannah y entenderá además cómo son realmente su hermana Baby y su madre, Aila.

No se siente parte de la familia, se siente excluido de la política y de la lucha por la libertad que todos, a su manera, llevan a cabo. Está fuera de lugar, no encuentra su sitio en el mundo ni, mucho menos, en su casa, con los suyos. Y eso le duele. Mucho. Por eso La historia de mi hijo es una historia desgarradora de lucha, de amor y, sobre todo, de odio.
Del amor y el odio que comparten un padre y un hijo. Del amor y el odio de toda una familia y del amor y el odio de negros y blancos. Una historia de personajes cercanos, próximos y, ante todo, humanos. Que sienten y nos hacen sentir, que ríen, lloran, sueñan, temen y, por encima de todo, aman. Unos personajes inolvidables que nos hacen olvidarnos de la raza, la clase social o la ideología política porque son sólo eso, personas, seres humanos. Y eso es lo único que importa.

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