Revista Cultura y Ocio
"La historia de mi máquina de escribir", de Paul Auster.
Publicado el 10 marzo 2014 por Meg @CazaEstrellasPequeños detalles. Pequeños objetos. Pequeñas grandes historias. Eso es lo que hace Paul Auster: compartir con nosotros la "biografía" de su máquina de escribir, hablarnos esa inseparable compañera desde la década de los 70. En 1.974, Paul Auster regresa a Nueva York. En el viaje, su máquina de escribir acabó destrozada y no podía permitirse comprar otra. Un antiguo amigo de la facultad lo invitó a cenar y le comentó que tenía una máquina guardada que ya no utilizaba, que podría vendérsela. Se trataba de una Olympia portátil y desde entonces, nos cuenta Auster, "del teclado de esa máquina ha salido hasta la última palabra que he escrito".Auster convierte a su vieja compañera en la protagonista de las anécdotas de sus procesos creativos, una compañera a la que nunca ha querido sustituir, ni por una máquina eléctrica ni, posteriormente, por un ordenador, de manera que se acaba convirtiéndose en objeto de burla de sus amistades.No obstante, no fue intención del autor hacer de su compañera un personaje heróico, pero las pasiones de los artistas son inescrutables, y su amigo Sam Messer se enamoró de tan preciado objeto en cuanto lo vio, de ahí las maravillosas ilustraciones que acompañan la presente edición.No puedo ser objetiva con esta pequeña joya. Me gusta muchísimo Paul Auster, su capacidad de crear historias cuyo origen se encuentra en lo cotidiano, en lo sencillo, en un detalle o acontecimiento inesperado. Hay tanto de él en lo que escribe...Me encantan las personas que saben ver más allá de lo material, las que atribuyen un valor sentimental a pequeños objetos que para otros pasarían desapercibidos o no dudarían en jubilar.
Cuando lees a Paul Auster, tienes la sensación de que vive intensamente, nada se le pasa por alto. Es capaz de hacer literatura a partir de anécdotas, casualidades y pequeños sucesos del día a día, sucesos que podríamos protagonizar cualquiera. Acudir a sus libros siempre es un acierto.
"La máquina de escribir está sobre la mesa de la cocina, y mis manos están sobre el teclado. Letra a letra, he ido viendo como escribía estas palabras".