Se sitúa claro está en España, para ser mas exactos en el reinado de Fernando VII, el de la ley sálica, nieto de Carlos III y biznieto de Felipe V:
En la época de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, era costumbre tener un confesor personal y el se llamaba fray Juan de Almaraz.
Su verdadero nombre era Juan Francisco Thomas León y nació en Badajoz en 1767. Así que se supone que conocía a Godoy, que también era de allí, y que éste lo hubiera encumbrado hasta ese importante cargo de la Corte. Perteneció a la orden de los Agustinos.
La reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IVLa confesión de la reina Maria Luisa de Parma
La reina María Luisa confesó con fray Juan de Almaraz, el día antes de su muerte y allí le hizo una declaración, que podría poner en peligro a la monarquía española.
En el testamento de la monarca se ordenaba que su hijo le pagara la cantidad de 4.000 duros a fray Juan de Almaraz.
Como Fernando VII se negó, el fraile tomó la decisión de mandarle una carta desde Roma, donde le informaba sobre la última confesión de su madre y le pedía que le pagara los 32 meses de atrasos que le debía.
Volvió a escribir y el rey seguía sin hacerle caso. Llevaba desde 1819 hasta 1826, escribiendo a Fernando VII.
Se puso entonces en contacto con los hermanos del rey para que intercedieran por el pero tampoco les hizo caso.
Desesperado por no poder pagar las muchas deudas que tenía, le advirtió que iba a dar a conocer la confesión de su madre al Cuerpo Diplomático extranjero acreditado en España.
La confesión de fray Juan de Almaraz
El periodista José María Zavala, autor del libro “Bastardos y Borbones”, encontró en el archivo del Ministerio de Justicia, en Madrid, un documento escrito por fray Juan de Almaraz fechado el 20 de junio de 1827.
En el sobre lacrado donde estaba se indicaba “Reservadísimo” e iba dirigido al confesor del fraile. En él, se dice lo siguiente:
“Como confesor que he sido de la reina madre de España (q.e.p.d.) Dª María Luisa de Borbón, juro in verbo sacerdotis, como en su última confesión, que hizo el 2 de enero de 1819, dijo que ninguno ninguno de sus hijos e hijas, ninguno era de su legítimo matrimonio; y así que la Dinastía Borbón de España era concluida.
Lo que declaraba por cierto para descanso de su alma y que el Señor la perdonase”. Solo podría revelar ese secreto tras su muerte.
Otro gran escritor español, Juan Balansó, mencionó el citado documento en varias de sus obras, pero, según parece, nunca pudo encontrarlo.
Desembarco de Fernando VII en el Puerto de Santa Maria el 1 de octubre de 1823Secuestro del fraile
Fernando VII, mandó una carta al Papa León XII, en septiembre de 1827, donde le apercibía de la peligrosidad del fraile, sin mencionarle qué había hecho.
Fray Juan de Almaraz estaba en Roma porque acompañó al exilio a Carlos IV y a Maria Luisa de Parma. Fernando VII nunca los volvió a permitir regresar a España desde que Napoleón los desterró.
El Papa no le hizo caso y Fernando VII, entonces mandó a un grupo de gente a Roma. Allí encontraron al fraile, lo raptaron y trajeron a España.
Lo sacaron de su habitación que se hallaba en la via Condotti y lo embarcaron en la fragata Manzanares que estaba en el puerto de Civitavecchia.
Puerto de Civitavecchia, ItaliaLlegó en barco a Barcelona donde estaba el rey a causa de la sublevación de Cataluña en 1827. El responsable de traer al fraile José Pérez Navarro oficial de la secretaría de Marina fue nombrado Capitán del Puerto de La Habana.
Encierro de Juan de Almaraz
De ahí lo enviaron a la fortaleza de Peñíscola. El monarca dio instrucciones al alcaide de esa cárcel el coronel Luis Gerzábal, para que el prisionero fuera encerrado por tiempo indefinido en una celda y aislado de todos los demás.
Se aseguró de que tuviera una provisión suficiente de alimentos, pero de que no hablara ni siquiera con los carceleros. Para ello encargó al capitán general de Valencia que lo vigilara personalmente y que se mantuviese al reo con veinte reales diarios.
Su estancia en la prisión no figuró en el libro-registro de la misma y ni siquiera fue procesado en ningún momento ya que no convenía que se supiese nada de esta historia.
En 1830, el arzobispo de México, que había regresado a España, tras la independencia de ese país, recibió un curioso encargo de Fernando VII.
Tenía que visitar al prisionero en su celda, y conseguir que se retractara por escrito de lo que había afirmado unos años antes.
Con la promesa del perdón real, el prisionero firmó el documento de retractación, sin embargo, el rey no cumplió su palabra y no le perdonó.
Petición de libertad del confesor de la reina
En 1832, llegó un nuevo alcaide a la fortaleza de Peñíscola y comprobó el lamentable estado en que se encontraba este preso. Parece ser que se encontró con un viejo harapiento con una barba canosa hasta la cintura y que ya apenas podía hablar.
Escribió al rey para ver si, sabiendo de la mala salud del preso, debido a su largo encarcelamiento y a su avanzada edad, se le podría aplicar un Decreto de Amnistía, que había otorgado el rey recientemente.
Escribió al Gobierno y esta vez, tuvo más suerte, pues el escrito llegó a comienzos de 1834 y el rey había muerto unos meses antes.
María Cristina de BorbónIndulto de Fray Juan de Almaraz
El presidente del Consejo de Ministros, fue a consultar este asunto con la reina viuda María Cristina, que fue la cuarta esposa de Fernando VII y la Regente mientras la reina Isabel II fue menor de edad.
Esta nunca había sabido sobre este tema, así que le perdonó y fue puesto en libertad 7 años después de su encierro.
Otro prisionero que le pidió a la reina el indulto fue Luis Candelas, el bandolero, pero no tuvo tanta suerte.
Después de liberar a Juan de Almaraz, solo se sabe que el fraile tuvo un modesto cargo en la Catedral de Cuenca y murió en 1837 a los 70 años de edad.
Maria Luisa de Parma no solo hizo esta confesión sino que además hizo testamento a favor de su amante Godoy dejando fuera incluso a sus hijos…
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Escrito por José María Zavala