Magazine
¿Quién fue el hombre burro?, ¿de dónde vino?, ¿dónde nació?, ¿realmente existió este famoso personaje cuyos méritos no fue precisamente su gran inteligencia. Cuentan que el hombre burro vino de muy lejos, huyendo de la mala vida y de quienes lo querían usar como animal de carga.
El hombre burro poseía una espalda inmensa, dos potentes trancas inferiores que le daban la fuerza para llevar grandes cargas por largas jornadas de trabajo. Pero este borrico especialmente feo, prieto y orejudo, no recibió el flamante apodo hasta que lo descubrió una viuda ya entrada en años y en carnes; la mujer feliz de su descubrimiento, no paraba de gritar y, lo hacía tan a viva voz, que fue escuchada por media cuadra: -¡Eres un burro, eres un burro, un burro, un burro enorme y feo!-, decía y lo hizo a gritó pelado, por tan largo tiempo que al otro día, la gente escandalizada no paraba de comentar el asunto.
Y, desde entonces le quedó lo de burro, al burro; y a pesar de que muchas mujeres se espantaron de los suspiros de la viuda, muchas buscaron probar la burres del burro. El burro era muy llevadero y apenas hablaba, muy dócil y obediente, motivos más que suficientes para confiar en su discreción y, bajo ese argumento, el burro era alquilado con frecuencia y montado en tan diversos terrenos que pronto terminaron por minar la interminable energía del jumento.
Pero el burro querendón, trabajador y cariñoso, nunca rehuía el trabajo y con energía ilimitada ofrecía su lomo para ser montado y cabalgado por los verdes prados, día y noche, siempre erguido y marcial, se mantuvo digno, hasta que una mala mañana le fallaron las fuerzas y el burro sucumbió como los buenos burros, burreando hasta el final. Cuando el doctor llegó, el burro, se diría, tenía en el rostro, pintada, la satisfacción del deber cumplido, siempre como burro trabajó hasta la última gota de energía. El doctor lo revisó y dio su veredicto, el corazón del burro reventó por el esfuerzo agotador de cargar la pesada carga que le encomendaban.
Al burro se le recuerda con cariño en el pueblo, ahora, hasta una estatua le levantaron en la plaza central donde los curiosos que han escuchado la historia del burro van y le avientan algunas monedas, honrando el sacrificio del buen hombre.