Si quieres aprender música de forma seria, el primer paso será descifrar el y acercarse a su historia. Como su nombre lo indica, el pentagrama es un campo delineado por cinco líneas horizontales. De hecho, toma su nombre de las palabras griegas: "penta" (cinco) y "grama" (escritura).
Entre estas líneas se colocan las diferentes notas musicales y, en dependencia de su posición y de la distancia que exista entre una y otra, se puede comprender la altura del sonido, el ritmo y las pautas.
Como puedes presuponer, la música existió mucho antes de que surgiese el pentagrama musical. En realidad, este apareció debido a la necesidad de representar la música para facilitar su aprendizaje y reproducción.
El origen del pentagrama se remonta a la Edad Media, alrededor del siglo IX. Fueron los monjes gregorianos quienes lo usaron por vez primera para señalar la altura de las notas en sus famosos cantos gregorianos.
No obstante, todavía deberíamos esperar un poco más hasta que este rudimentario "pentagrama" se perfeccionase. Esto sucedió a finales del siglo X e inicios del siglo XI, de la mano del monje benedictino Guido D'Arezzo, quien introdujo la escala diatónica y el primer tetragrama de la historia.
Aún debería transcurrir otro siglo antes de que surgiese el pentagrama tal y como lo conocemos en la actualidad. El cambio lo realizó Ugolino de Forlí, quien añadió la quinta línea estableciendo así el sistema de pautas musicales que se difundió por toda Europa.
Sin embargo, esto no quería decir que hubiese una única forma de representar la música. De hecho, por aquel tiempo algunos músicos incluso usaban diez líneas. Lo más común es que la pauta de cuatro líneas se usase para la música religiosa y el pentagrama para la música profana. No fue hasta el siglo XVI que el pentagrama se impuso como una pauta común para todo tipo de música.