"La batalla de la memoria la ganó Franco, pero bien ganada", dice el historiador José María García Márquez con la mirada intensa agazapada tras unas gafas de cristal estrecho. En esos ojos se adivinan años de escudriñamiento sobre la Guerra Civil en Sevilla y Huelva, sobre la represión y sobre la identidad de miles de personas que aún vagan por cunetas y olivares, sin nombre, sin recuerdo.
La carrera de José María está basada en la búsqueda de la historia de muchos de aquellos que murieron reprimidos desde el alzamiento de 1936, y sus historias, como leyendas negras narradas en noches de tormenta, asaltan su memoria, como la de aquél que cortó unas orejas a un fusilado para guardarlas como trofeo y fue considerado un "ardiente defensor del glorioso movimiento nacional". Historias de estar "dentro del fango, de las catacumbas del terror".
Su labor de investigación y reconstrucción de la historia a partir de los documentos del régimen franquista tiene como fin, además de la recuperación de la identidad y el emplazamiento de miles de personas represaliadas, el esclarecimiento de una de nuestras épocas más oscuras, "algo que no se estudia en la escuela, que es donde se debería tratar esto, como se hizo con las dictaduras del nazismo y el comunismo en Alemania". Contribuir a "que se sepa quién era Francisco Franco o cualquier otro, que es lo importante, y no quitarle su nombre a una calle cualquiera".
La obra histórica de José María García Márquez es fundamental para tapar los desconchones que pueblan la tapia de aquellos años oscuros sobre los que, poco a poco, con la suavidad de la distancia, comienza a caer la luz.
Trabajo realizado por Jesús Rodríguez y Gregorio Verdugo.