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La Historia es por lo general desconocida, descuidada y manipulada. Uno ya por tanto que ha visto o leído no puede estar seguro de tantas historias que se contraponen entre sí. Pero, la Historia no perdona. Porque siempre habrá alguien que nos la muestre. Y para colmo, ahora, las películas y novelas pseudohistóricas y las series televisivas del género. Están entretenidas, pero hay que mirarlas de soslayo, como el que dice, en cuestión de veracidad, o si me apuran, verosimilitud. La última, el gazapo de la serie "Isabel" con la Catedral de Cádiz de fondo cuando aún no se había ni empezado a poner la primera piedra por los maestros canteros. La Historia no perdona, y las "historias" no se dejan perdonar tampoco. Nos enseñaron Historia de España, pero aprendimos la parte que más convenía aprender, sobre todo la de los héroes y patriotas. Con el tiempo, nos contaron historias que para paliar el daño cultural hacia la reflexión crítica de lo que nos enseñaron, nos ahonda en las particulares peculiaridades históricas de cada autonomía, región, comarca, ciudad o pueblo. El turismo ahonda en las invasiones peninsulares vikingas como reclamo de identidad; convierten al lenguaje en un arma arrojadiza, buscan leyendas medievales de lanzas y toros para hacer resurgir el dinero, o enfrentamientos a tomatazos, o de desfiles de moros y cristianos, y todos, se rememoran como históricos, culturales y de interés nacional. Cualquiera va a inmiscuirse en tales historias con deje festivo y cuasipolítico. Yo, ni le sueñen. Pero la Historia nunca perdona, aunque se camufle como un camaleón. Siempre habrá algún buen samaritano, o hereje para otros, que nos la presente de otro modo distinto al que nos hicieron creer como verdadero por falta de pruebas. A veces, ni creo que muchas de las historias que contamos tengan algún atisbo de realidad, sino de merasleyendas, que se dislocan de boca en boca o escrito a escrito.