Al igual que los lectores, y luego los espectadores, Meyer se
enganchó con la historia que había llegado a su mente y sabiamente
decidió plasmarla…
Su trabajo fue visceral, instintivo y hasta inocente…
En una entrevista al Seattle Post-Intelligencer dijo “Yo sabía desde el sueño que necesitaba un lugar lluvioso. Así que me fui a Google“,
así fue como posiblemente luego de colocar en el campo de búsqueda
“lugar lluvioso en los Estados Unidos”, eligió a Forks, una pequeña
ciudad de Washington como el escenario de su historia, un escenario al
que ella misma nunca había ido…
La protagonista la vio como una chica común y corriente de 17 años
y tomó su nombre de una ex compañera de clases que se avergonzaba de
él, Isabella Swan, pero lo abrevió a “Bella”. Por otra parte, el galán
de la historia debía ser un vampiro, pero un vampiro que luciera
atraíble…
Decidió entonces escribir sobre Edward Cullen, un “chupasangre” con
apariencia eterna de adolescente que decidió ser vegetariano para no
perjudicar a más humanos, su sed la saciaría con animales silvestres.
¿Stephenie no tuvo miedo de caer en clichés de historias de vampiros?
No…
Y es que no conocía ninguna al detalle, por lo cual tuvo que empezar a repensar, revisar y rehacer la leyenda.
