Revista Viajes

La historia y música de Memphis

Por Viajaelmundo @viajaelmundo

Memphis

El viaje de New Orleans a Memphis fue de once horas en autobús. Había comprado el ticket de Greyhound con nueve días de anticipación y llegué a la estación una hora y media antes de lo previsto, quién sabe porqué. La ruta tenía prevista varias paradas, wifi durante todo el camino y taxis disponibles al llegar a esa, la ciudad del estado de Tennessee que atrae a viajeros interesados en el rock&roll, el blues, Elvis, la música y la tranquilidad; como yo.

El wifi no quiso funcionar durante todo el camino y quizá fue por eso que dormí casi seis horas. New Orleans me tenía desvelada con su melodía y este viaje fue como un respiro, el descanso necesario, a pesar de ir sentada en un asiento que se reclinaba solo tres cuartas. Cuando llegué a Memphis, rozando la noche, bajo un aguacero como pocos y sus ocho grados de frío, supe que tenía el cansancio en los hombros. Esperé un autobús que nunca llegó y pagué un taxi que me dejó a las puertas del hostal Pilgrim House -el único que hay en la ciudad- después que el chofer me vio la cara de nueva y me paseó por algunas calles, solo para cobrarme un poco (mucho) más de la cuenta.

Memphis y yo no nos entendimos, ni esa noche ni los días que siguieron. Discutí en las esquinas -conmigo misma- mientras esperaba un bus para ir al downtown por una hora y media, o dos, o cuarenta y cinco minutos. Lancé improperios intentando volver, todos los días. Descubrí que los taxis no pasan sino los llamas para que vayan a un sitio en particular, que sus calles son solitarias a menos que estemos cerca de la convulsión de Beale Street, la calle del blues por excelencia. Memphis es un cúmulo de rincones, una experiencia a sorbos lentos y aunque ahora confirmo que es mejor llegar a ella con un carro para no depender de más nada; no puedo negar que respira historia, que la música -su música- se entiende solo estando allí y que desde su tranquilidad ha visto nacer estrellas legendarias. Por eso fui a Memphis, a pesar de sus distancias, a pesar de mis peleas, para poder contar estos imprescindibles. Esos lugares que para mí cobran sentido, que son un mundo dentro de otro; que hay que ver porque sí, aunque sea una vez. Seguramente me faltará mencionar algunos, así como me faltaron días en la ciudad.

BealeStreet

Beale Street. Una calle, una sola calle llena de restaurantes y blues. Una calle que habla de B.B. King, Rufus Thomas, Jerry Lee Lewis, Elvis Presley, Joe Hill Louis, Rosco Gordon Jr., Howlin Wolf y varios nombres más. El ruido de Memphis se concentra aquí en la noche cuando todo es algarabía. Los viajeros van de un local a otro, escuchando buena música, paseando entre las tiendas. Si van de día, es buena idea detenerse a leer la historia que se va contando en sus letreros; una buena manera de aprender del blues y sus músicos más influyentes. La calle Beale es el epicentro, la melodía que suena sola. Antes de llegar a esa calle peatonal, van a ver la plaza de Elvis Presley con una modesta estatua de El Rey, y también verán el famoso teatro Orpheum.

SunStudio

Sun Studio. Cuando dicen que este fue el sitio donde nació el rock&roll no es una exageración. “Rocket 88″ de Jackie Brenston and his Delta Cats, fue el primer single que se grabó a principios de los años 50 en este lugar. Un sonido que abrió las puertas a músicos como Johnny Cash, Carl Perkins, Roy Orbison, Jerry Lee Lewis y el mismo Elvis Presley quien también grabó allí su primer éxito (That’s Alright) Aunque es pequeño, aquí es posible hacer un recorrido de 45 minutos para entender la historia y grandeza del estudio, escuchar grabaciones originales, comprar buena música e, incluso, tomarse alguna fotografía sobre esa X marcada en el suelo y que señala el sitio exacto en el que Elvis estaba parado cantando su primer hit. Al comprar el ticket para este tour (13$), tienen acceso gratuito al shuttle que lleva a Graceland y el Rock ‘n’ Soul Museum (incluso si quieres ir otro día). Así que es el mejor punto para iniciar un recorrido musical por Memphis (Abre todos los días)

Graceland

Graceland, la mansión de Elvis Presley. No miento cuando digo que fui a Memphis solo para visitar este lugar. Lo demás fue una coqueta añadidura. Graceland merece un post aparte en el que pueda vaciar mis emociones, que fueron varias. Visitar la mansión y sus exhibiciones puede tomar entre cinco y seis horas, dependiendo del interés de cada quien. Es por eso que los tickets de entrada tienen distintos precios: desde 36$ para ver solo la mansión, hasta 77$ que es la entrada más costosa y que incluye todas las exhibiciones. Yo, que sigo la música de Elvis y me interesan sus pasos, adquirí el ticket Graceland Platinum Tour (plus airplanes) por 45$ para poder ver la mansión, la colección de carros, sus aviones y otras tres exhibiciones más. Estuve allí cerca de siete horas y lo cuento solo para que se den una idea. Lo que me gusta es que aquí cada quien puede ir a su ritmo y si son fanáticos de Elvis, es el lugar perfecto para recordarlo y admirarlo (Abre todos los días)

ROckandSoul

Rock & Soul Museum. Si van a Memphis seguramente es por su música y en este museo cuentan la historia completa, con mínimo detalle. Grabaciones originales, vestuarios, videos, instrumentos. Todo está allí para que vayamos con una audio guía paseándonos por distintos tracks y curiosidades. Me sorprenden los museos que son más que una exhibición, los que realmente te permiten trasladarte en el tiempo y entender lo que estás viendo. Al salir de aquí, las calles de Memphis se viven mejor, el cúmulo de su música se respira sin esfuerzo. La entrada son 12$ y el recorrido -que cada quien hace al paso que quiera- puede ser incluso de tres horas. Al menos ese fue el tiempo que me tomó a mí (Abre todos los días)

CivilRights

National Civil Rights Museum. Ningún museo me ha estremecido tanto como este y por eso creo que una visita a Memphis no estaría completa sino lo visitan. Aquí se cuenta la historia de movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos desde el siglo XVII hasta el presente. El museo está construido alrededor del Motel Lorraine, donde el reverendo Martin Luther King fue asesinado en 1968, al frente de la habitación 306 donde se hospedaba. Los dos edificios al frente de esta propiedad y desde donde salió el disparo mortal, también forman parte del museo y en su interior hay una reconstrucción detallada del crimen. Tómense el tiempo de leer la historia con detenimiento. Nada más cierto que aprender del pasado nos hace comprender el presente. La entrada tiene un precio de 15$ (Cierra los martes)


Volver a la Portada de Logo Paperblog