Una de las cosas con las que tenemos que lidiar como padres es la hora de acostar a nuestros pequeños. La mayoría de los niños hacen todo lo posible por evitar ir a acostarse y ponen toda clase de pretextos: tengo sed, tengo hambre, quiero jugar, quiero que me leas un cuento, no quiero dormir solo, no quiero que me acompañes, etc., etc., etc.
¿Por qué es tan difícil para un niños irse a dormir a una hora específica?
En primer lugar está la ausencia de rutina. En el mundo antiguo, todas las personas iban a dormir al oscurecer puesto que no había luz ni electricidad, mucho menos forma de seguir haciendo las actividades cotidianas. La gente se iba dormir alrededor de las 6 ó 7 de la tarde, según la época del año y la población en la que vivían, y despertaban fácilmente al día siguiente por la madrugada a comenzar actividades. Eso crea rutina.
En cambio, en nuestro mundo moderno, no tenemos una hora establecida para irnos a dormir. Tenemos luz, electricidad, televisión y toda clase de distractores que impiden que nos vayamos a la cama. Algunas personas incluso han desarrollado insomnio por las nuevas tecnologías como los celulares o las tablets. Si para los adultos esto es un problema, para los pequeños es peor.
Un niño en el mundo moderno tendrá que aprender a diferenciar el día de la noche y la vigilia del sueño. Si lo dejas junto a los adultos en el ajetreado mundo de ahora, jamás aprenderá porque al igual que un adulto no podrá dejar de lado todas las actividades que se pueden hacer en plena noche, y tratar de dormirlo con tanta agitación será un desastre, tal como lo es para muchos padres.Es necesario crearles una rutina especial, que les permita aprender a dormir por la noche, aunque eso resulte extraño de comprender.
¿Cómo debe ser esa rutina?
Hay que tratar de imitar un poco a la naturaleza: a cierta hora el sol comienza a decaer y la actividad de la naturaleza también, los pájaros se esconden en el nido y algunas plantas se cierran. Igualmente debemos hacer algo muy similar en nuestros hogares, tratar de construir la calma a nuestro alrededor: apagar aparatos eléctricos, bajar el tono de las luces, reducir el ruido a su máxima capacidad.
Luego debemos preparar al pequeño para acostarse: lavarse los dientes, ponerse la piyama, y hacer algo que para ellos signifique el final del día (para unos será leerles un cuento en la cama, para otros sólo escuchar sonidos del mar).
Si se hace por el tiempo suficiente, dicen los expertos que 21 días es suficiente para construir un hábito, entonces en poco menos de un mes habremos resuelto nuestro problema de los berrinches al momento de ir a dormir.
¿Por qué es importante no dejar que nuestros hijos no duerman?
Aunque veamos a los pequeños tan despiertos como zorros, cuando un niño pasa su hora de dormir tiene una sensación similar a la del insomnio: quieres y anhelas dormir, pero no puedes por más que te esfuerces. Si has pasado una mala noche en donde por más que lo intentas no puedes conciliar el sueño, sabrás de lo que te hablo. No poder dormir no es agradable, te pone irritable y de mal humor, te deshidrata y te desequilibra. Así es como se siente un año, lo pasan realmente mal.
Por ello es necesario respetar su horario de sueño. Los pequeños requieren muchas más horas que un adulto para poder crecer, así que si por la mañana deben despertar muy temprano para ir a la escuela, lo obvio sería que fueran a dormir temprano para dormir lo que necesitan. Alrededor de 10 horas se requiere para que un menor de 19 años cubra sus necesidades.
Si por más que te esfuerzas el pequeño no concilia el sueño, entonces hay que ser persistentes y no dejarlo hacer otras actividades que lo distraigan como ver televisión o jugar videojuegos. La falta de rutina al principio desesperará a los pequeño, pero tarde o temprano se adaptan y aprenden, y eso es lo que queremos lograr, por lo que nosotros como adultos no podemos desesperar como ellos y muchos menos interrumpir su rutina.
#10x10challenge Día 2, nota 4.