Hace tiempo que tengo este libro rondando por casa. Es más, me regalaron el segundo de la serie y entonces descubrí que mi padre tenía el primero, este y me lo llevé para leerlo pero, entre unas cosas y otras, tardé más de lo esperado en ponerme con él.
Como ya he comentado, este es el primero de una serie de cuatro libros, El cuarteto de Öland, ambientados en esta isla en cada una de las estaciones del año. En este caso, nos encontramos en otoño.
Un nublado día de septiembre de 1972 un niño, Jens Davidsson, desaparece sin dejar rastro. Veinte años después su abuelo recibe en paquete en el que podría haber una pista sobre lo que le ocurrió al pequeño. A sus 80 años Gerlof Davidsson está dispuesto a mitigar las brumas y a descubrir quién le hizo daño a su nieto, es más, cree saber más de lo que siempre se ha dicho y movido por esto y por nuevas posibilidades llama a su hija Julia, madre de Jens, para que regrese al pueblo unos días. Ella vive, desde el terrible suceso, sumida en la tristeza, la desesperación y el alcohol pero siente que es importante que cierre esa historia y, no sin ciertas dudas, acude a la llamada de Gerlof.
Y buscando, buscando, se encuentran con el nombre de Nils Kant, un delincuente que huyó a Brasil y dicen, murió allí. ¿Por qué le interesa tanto esta persona a su padre? Si murió lejos, ¿qué relación tiene con el caso de Jens? Julia no imagina todo lo que le queda por descubrir.
Para mí, la novela negra nórdica tiene el encanto de lugares y costumbres que no conozco pero que me atraen muchísimo. Me gusta sumergirme, en cierto modo, en paisajes y ambientes que mezclan lo acogedor de los interiores con la rudeza y el frío de los exteriores. Esta vez, el autor consigue, sin cansarnos con descripciones eternas, que viajemos a Öland y sintamos todo lo bueno y lo malo de esta isla.
No es este un libro de los que atrapan desde el primer momento, hay que darle un poco de tiempo porque no tiene un ritmo vertiginosos de esos que arrasan, más bies en al contrario, es pausado y vamos desgranando datos y sensaciones con calma. No en vano, Johan Teorin tiene mucho que contarnos. La historia de Julia y de Jens se va a mezclar con la de Nils Kant y con la de otros habitantes del lugar y todos guardan más secretos de los que podamos imaginar.
La historia viaja en el tiempo, con esos flashback que, ya lo sabéis, no me entusiasman, pero que nos sirven para conocer historias, muertes y secretos. Como siempre, el lector va a poder atar todos los cabos sueltos y los personajes... bueno, ellos conseguirán atar los que les interesan.
Me ha gustado mucho este libro, el argumento, los personajes, la evolución de los mismos, sobre todo de Julia y el final, sorprendente, por lo menos para mí y que va desvelándose despacio, añadiendo dudas a cada nuevo descubrimiento y sin dejarnos ver nada claro hasta el último momento.
Sí señor, a pesar de que repite ese tono pesimista al que nos van acostumbrando los escritores de aquellas tierras y que mantiene el ambiente claustrofóbico y agobiante de lugares de pesadilla, el autor se desenvuelve muy bien en este misterio, mantiene la intriga, nos va regalando trocitos de historia y nos va dejando conocer a los personajes poco a poco, haciendo que la niebla se vaya disipando y dando permiso a una esperanza tímida para que se instale, finalmente, en las playas de Öland.
En fin, si os apetece un poco de misterio y un relato bien escrito, esta puede ser una buena opción. Yo, claro, volveré a la isla dentro de poco, con el siguiente título de la serie.