Gilbert Keith Chesterton
Estoy leyendo, un poco alucinado, una noticia que sale en el ABC de hoy: “Lanzan un videojuego para prevenir el acoso escolar”. Este videojuego es, en teoría, para intentar inculcar el respeto y la empatía entre niños de 6 a 11 años; tiramos la toalla con los padres y lo vamos a intentar con los videojuegos.
Lo del acoso escolar me parece un asunto lo suficientemente grave como para tomarlo a cachondeo porque hay niños que por culpa de niños cabrones, que los hay, no pasan ni una infancia ni una adolescencia feliz; recuerdan los tragos de su maltrato prácticamente de por vida. Lo que me resulta inquietante es que para inculcar algo tan “normal” como el respeto al prójimo y, sobre todo, no maltratar a alguien porque sea más débil que tú se tenga que hacer a través de un videojuego.
Yo no soy de la Edad Media ni de la época de la Reconquista ni nada por el estilo, pero yo conozco algo mejor que el videojuego para educar a un niño maltratador; está la famosa hostia a tiempo. La hostia a tiempo no es que un padre maltrate a su hijo, es que un padre eduque a su hijo e intente corregir sus errores, maltratar a un compañero de colegio es algo tan sumamente grave que ha provocado incluso el suicidio de algún niño.
Pero claro, aquí hay un problema, primero está el cabrón de niño maltratador y después está el cabrón de padre huevazos. El padre huevazos es ese padre o madre que piensa que su hijo es el mejor del mundo y la perfección en persona. Ese padre que piensa que el mundo comenzó a girar el día que nació su hijo y que no puede haber nadie mejor que él. Es también ese padre que educa a su hijo en la humillación del débil, porque como el propio padre ha sido toda su vida un débil y un amargado pretende inculcar en su hijo la violencia como respuesta a sus propios problemas.
Ahora hablan de un videojuego ya que, al parecer, la famosa hostia a tiempo de un padre no funciona. Pues conozco yo una solución mucho mejor que esa, si la hostia a tiempo un niño maltratador no la recibe de su padre la tendrá que recibir de parte del padre del niño maltratado; y si se tercia incluso deberían recibirla los propios padres del maltratador, si aún así no se entra en razón.
No es que yo quiera que un niño maltratador no sea tratado si maltrata por problemas psicológicos, por ejemplo, pero no creo yo que los problemas psicológicos de un maltratador los tengan que pagar otros niños; vamos digo yo.
Miramos al pasado como si nuestros padres y nuestros abuelos y bisabuelos fueran gente totalmente caducada, antigua y desfasada y no es cierto. Es probable que para ciertas cosas estén desfasados, pero para la mayoría no hacen más que darnos lecciones de efectividad. Niños cabrones los ha habido toda la vida, pero antes el primero que atajaba ese problema era el propio padre del cabrón.
Mano de santo, oye.