Revista Opinión
Yo nací en Mula, Murcia, un pueblo de 4.000 habitantes, en el año de gracia de 1.929. O sea que, en 1.936, cuando Franco se sublevó contra el Gobierno legítimo que le pagaba su sueldo de capitán general de Canarias, casi tenía ya 7 años y vivía, como entonces era habitual en los pueblos, prácticamente en la calle, de modo que cuando los obreros del partido comunista comenzaron a derribar y destruir las imágenes de la iglesia de San Miguel, en la que me bautizaron, yo pude contemplarlo directamente, en 1ª fila. Una experiencia absolutamente decisiva para un niño. Cuando fui a mi casa a comer, o a lo que fuera, porque no estoy seguro que a aquello se le pudiera llamar una comida, mi madre, la mejor persona que yo he conocido, me dijo:
-¿De dónde vienes, pequeño loco?
Y yo no sólo no le contesté sino que ni siquiera me atreví a mirarle la cara.
Cuando acabó la guerra, yo tenía ya 10 años e iba con mi madre y mi hermana a trabajar a la fábrica de conservas vegetales de Pepe Hernández, mi hermano Jesús iba todos los días, a las 5 de la mañana, a picar a los canales del Taibilla, que traían el agua corriente a Cartagena.
O sea que éramos unos pobrísimos obreros que apenas si teníamos para malcomer aquel pan amarillo de maíz que, si lo echabas a la lumbre, ardía como la pólvora. Pero mi madre, la jefa real de la familia, era furiosamente anticomunista, por odio a aquellos obreros que destrozaron los santos de nuestra iglesia.
Muchos años después, siendo yo Jefe de la Telefónica de Cartagena, comprobé la existencia de aquel mismo odio de mi madre a los comunistas de Comisiones obreras por parte de los mecánicos y los celadores, los cuerpos peor pagados de la empresa.
Recordaba yo el otro día, aquí, el aforismo filosófico “nihil volitur qui precognitur”, no se puede querer lo que no se conoce, que también se podría formular al revés: sólo se puede odiar lo que se desconoce.
Mi madre y los mecánicos y celadores de la Telefónica, que odiaban a muerte a los comunistas de CC.OO.,lo hacían por puro desconocimiento de una realidad política que los mantenía muy conscientemente en la mayor de las ignorancias, es casi la misma realidad sociopolítica que va a impulsar a las clases más desfavorecidas de la sociedad, el próximo 29 de este mes, a no asistir en masa a la huelga general que convocan CC.OO. y UGT precisamente para defender sus intereses, los de esas clases tan desfavorecidas. Pensemos que con la sola asistencia de esos 5 millones de parados, el éxito de la huelga estaría asegurado.
Pero no irán. Ni los 5 millones de parados, ni los mecánicos y celadores de la Telefónica porque la prensa, escrita, radiofónica, informática y televisiva les dirán que no deben de acudir y ellos le harán caso. Goebbels puro y duro, mis queridos lectores.
Goebbels quizá sea la personalidad más determinante de estos 2 últimos siglos, dijo aquella verdad esclarecedora y rutilante: una mentira mil veces repetida se convierte automáticamente en una verdad absolutamente indiscutible.
Y que la huelga general del día 29 no sólo no es conveniente para los trabajadores españoles sino que será precisamente lo que los acabará de hundir en la miseria es lo que dirán machaconamente de aquí al propio 29 todos los medios de comunicación españoles menos EL PLURAL y Pùblico, 2 diarios digitales con no más de 10 mil lectores.
El resto de la prensa, que está financiada por la ultraderecha más canallesca del mundo, no se cansará de martillear los cerebros, si es que los tienen todavía después de tantos años de intentar exterminarlos, de esos espectadores compulsivos de los programas televisivos de la entrepierna o de los que tienen por objeto al Real Madrid, o sea aquel mismo aforismo romano del “panem et circenses”, pan y circo, pero habiéndole suprimido el primer término, el pan, que hay ya millones de personas que aquí, en esta España de nuestros pecados, ya no lo tienen.
Es por eso que yo afirmo rotundamente que esto no es una democracia porque el pueblo no sólo no gobierna, no ha gobernado, no gobernará nunca, sino que es precisamente a sus expensas, gracias a su trabajo exterminador, prestado de una manera completamente irracional e irreflexiva, que los señores Rajoy y compañía, sostenidos y apoyados por toda la prensa nacional, continuarán oprimiendo a esta gente que el día 29 no saldrá a la calle a defender sus derechos porque los periodistas la habrán convencido de que hacerlo va directamente contra sus propios intereses.