Revista Cultura y Ocio

La humanidad que buscamos

Por Ritofrancesmoderno

La humanidad que buscamos

“La humanidad que busco la tengo delante de mí”, dijo Confucio mirando a su discípulo. Lo mismo puede decirse de una Logia masónica: es, en germen, ámbito íntimo y libre donde los masones, Hermanas y Hermanos, construimos la nueva humanidad. Eso proclama nuestra Constitución, que trabajamos “por la mejora material y moral, por el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad” (Constitución del Gran Oriente de Francia, artículo 1). En esos especiales momentos en que nada parece moverse en Tenida, cuando el silencio armonizado se deja leve e intensamente fluir, uno mira a las Columnas y ve, sí, personas que están ahí para mejorarse –por vía de iniciación- y mejorar –por vía de acción-, en un perpetuum mobile a menudo apenas perceptible, en el que palabra, silencio y gestualidad hacen su entrada sinfónica ordenando iniciáticamente el caos profano.

Construimos nueva humanidad –el Templo-, interior y exteriormente. Todo en la vida de la Logia es orden, armonía, mesura; proyecto y plano de lo que hemos de trabajar una vez cerrados los Trabajos y atravesadas, nuevamente, las puertas de Occidente.

Construimos nueva humanidad en el respeto a todas las creencias, sean estas religiosas o no. De ahí la importancia capital del laicismo como atmósfera y condición de oxigenación de cada Francmasón y Francmasona y de el Taller en general. No en vano, prometemos defender el ideal y las instituciones laicas, expresiones de los principios de razón, tolerancia y fraternidad. Descubierta y vivida esta realidad en Tenida, al volver por Occidente a la cotidianidad nos comprometemos a trabajar por una sociedad laica, en la que todos tengamos cabida, sin particularismos que pertenecen a la esfera privada.

Realmente, construimos mucho en ese micro espacio que es la Logia, en esa metáfora del tiempo global que es la duración de una Tenida. Trazamos los planos de una sociedad, de una humanidad que pensamos ideal y que edificamos alentados por lo vivido durante esa breve eternidad en que trabajamos ritualmente.

Construimos, sí; pero ¿percibimos que realmente construimos?

Uno de los dramas de cada masón y masona acaso sea el no darse cuenta de que, efectivamente, contribuimos a la edificación de esto que, simbólica y legendariamente, denominamos “Templo”.

Se abría este post con una cita; podría ser conveniente cerrarlo con otra, del viejo Isaías bíblico: “Estoy creando algo nuevo, ¿es que no lo notáis?


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