«—Dios mío, mira en lo que he venido a dar. Retorno del mundo convertido en un hombre malvado e inútil; malgasté mis años como un pródigo, y poco es lo que me ha quedado. He matado, he robado, he fornicado, me entregué a la holganza, le quité el pan a otros. Dios mío, ¿por qué nos has creado así, por qué nos llevas por tales caminos? ¿No somos tus criaturas? ¿No murió tu hijo por nosotros? ¿No hay santos y ángeles para guiarnos? ¿O acaso todas esas cosas no son sino bonitas historias imaginarias que se cuentan a los niños y de las que los mismos curas se ríen? Tu proceder me desconcierta, Dios Padre; has creado un mundo lleno de maldad y lo conduces torpemente. He visto casas y calles pobladas de muertos abandonados, he visto a los ricos fortificarse en sus moradas o emprender la fuga y a los pobres dejar insepultos a sus hermanos, y recelar unos de otros y matar a los judíos como si fuesen ganado. He visto sufrir y perecer a muchos inocentes, y a muchos malvados nadar en la abundancia y darse buena vida. ¿Es que nos has olvidado y abandonado, que te has desentendido por entero de tu creación, que quieres dejarnos hundir a todos en la ruina?».
Narciso y Goldmundo (1930)
[Extracto del libro escrito por Hermann Hesse]
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