Revista Insólito

La identidad demoníaca de los hijos de los vigilantes

Publicado el 09 junio 2020 por Tdi @RLIBlog
La identidad demoníaca de los hijos de los vigilantes

En los relatos bíblicos, a pesar de la omnipotencia divina, no hay más seres inteligentes que los humanos y los ángeles. Los demonios, especialmente en el Antiguo Testamento, no son más que un apelativo para los dioses rivales. No obstante, y sin intervención de Dios, surge una tercera especie híbrida: los nephilim.

Llamados así, nefilim (הַנְּפִלִ֞ים) o gigantes, según el nombre solo vuelve a mencionarse para referirse a la estatura de los hijos de Anac ( Génesis 6:1-4, son hijos de los vigilantes que quedaron prendados de las bellas mujeres humanas y engendraron a esta raza de héroes. No obstante, en otros textos son temibles hijos de los ángeles caídos. Más allá de esa aparición, su Números 13:33) y los emitas ( Deuteronomio 2:11) para ser olvidados de nuevo.

Su existencia habría sido relativamente breve, pues se considera que habrían desaparecido con el gran diluvio. Teniendo en cuenta las diez generaciones entre Adán y Noé y los años que vivieron, apenas perduraron milenio y medio, siendo generosos. El propio Adán murió con 930 años y tuvo a Set con 130. Tan sólo lo separan 126 años del nacimiento de Noé, que tuvo a sus hijos prematuramente a los 500 (parece que la despoblación animaba hasta a los supercentenarios a mover las caderas).

A pesar de su aparición fugaz, la producción de una estirpe semidivina tiene consecuencias: Dios acorta la esperanza de vida a 120 años. Aquí hay que percatarse de dos cosas. Por una parte, si se mantendría el pecado original en la prole celestial, pero por otra, cabe señalar que, como con Caín, el castigo no lo pagan los intransigentes.

Con todo, esta raza, que no parece tener mayor propósito, ha atraído tanto la atención actual, a través de disparatadas teorías sin fundamento, como la antigua, como se infiere a través de su aparición en otros textos. En ambos casos hay que notar que las creencias contemporáneas pudieron haber influido en la idea del nephilim. Es posible que en su origen fueran antiguos héroes caídos y/o hijos de la corte celestial, que luego fue reinterpretada como los ángeles, pero que las influencias posteriores le aportarán su naturaleza demoníaca.

En el libro de Enoc (s. III a.C.-I d.C.) se equipara a los nephilim con los malos espíritus que salen de sus cuerpos. Estos tienen una naturaleza destructiva que señala a un paralelismo con los demonios acadios Utukku o sumerios Udug. Estos eran demonios frecuentes en los encantamientos y no tienen una representación o descripción que nos de una idea de su aspecto. Inicialmente podían ser benévolos o malévolos, pero el término fue evolucionando para solo referirse a los segundos. Eran agentes intermedios entre los dioses y los hombres, carentes de culto, templo o presencia en el panteón, encargados de transmitir la furia divina implacable gracias a su feroz naturaleza ante todo ser vivo. Comparado con los vientos, acechaba las calles, desiertos y estepas para provocar enfermedades. Este comportamiento puede recordar a lo dicho en las entradas de Pazuzu o donde se mencionaba a Lamaštu.


El gran tamaño y el apetito voraz de los nephilim se corresponde con el comportamiento de los demonios Udug, que no recibían ofrendas en los templos y consumían los cultivos, la sangre y la carne tanto de humanos como animales, limitando la población. En lugar de tener un encantador äsipu, mensajero de Marduk y su padre Ea, o al dios Marduk que expulse los demonios al reino de los dioses o al inframundo, en el libro de Enoc, el ángel Gabriel incita a los nephilim a matarse entre sí.

  • Van der Toorn, K., Becking, B., & Van Der Horst, P. W. (1999). Dictionary of Deities and Demons in the Bible. Wm. B. Eerdmans Publishing.
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