Revista Coaching

La identidad suprema

Por Andresubierna

La identidad supremaVa la cuarta parte del diálogo entre Ken Wilber y Terry Killam sobre Filosofía Perenne, con la intención de seguir aportando al nivel transpersonal de la efectividad laboral. Si antes querés leer lo ya publicado…

El mundo interior

TKW: Pero, entonces ¿por qué no hay más gente que sea consciente de eso? Si el Espíritu está realmente en nuestro interior , ¿por qué no es evidente para todo el mundo?
KW: Muy bien. Entremos ahora en el tercer punto. Si realmente soy uno con Dios , ¿por qué no me doy cuenta? Algo me está separando del Espíritu ¿Por qué esta Caída? ¿Cuál ha sido el error?

Las diferentes tradiciones dan diferentes respuestas a este asunto, pero todas ellas concluyen fundamentalmente en lo siguiente: “no puedo percibir mi Verdadera Identidad, mi unión con el Espíritu, porque mi conciencia está obnubilada y obstruida por alguna actividad . Aunque recibe muchos nombres diferentes, es simplemente la actividad de contraer y centrar la conciencia en mi yo individual, en mi ego personal. Mi conciencia no está abierta, relajada y centrada en Dios, sino cerrada, contraída y centrada en mí mismo. Y es precisamente la identificación con esa contracción en mí mismo y la consiguiente exclusión de todo lo demás lo que me impide encontrar o descubrir mi identidad interior, mi verdadera identidad con el Todo”.

TKW: Esta situación suele llamarse “dualismo”, ¿no es cierto ?
KW: Así es. Me divido a mí mismo en un “sujeto” separado del mundo de los “objetos” ubicados ahí fuera y, a partir de ese dualismo original, sigo dividiendo el mundo en todo tipo de opuestos en conflicto: placer y dolor, bien y mal, verdad y mentira, etc. Según la filosofía perenne, la conciencia dominada por el dualismo sujeto- objeto no puede percibir la realidad tal como es, la realidad en su totalidad, la realidad como Identidad Suprema. En otras palabras: el error es la contracción de uno mismo, la sensación de identidad separada, el ego. El error no descansa en algo que hace el pequeño yo, sino en algo que es. Como dijo Gautama el Buda: para poner fin al sufrimiento, debes trascender al pequeño yo o ego; pues ambas cosas nacen y mueren al mismo tiempo.

TKW: Así que la trascendencia del “pequeño yo” conduce al descubrimiento del “gran Yo”.
KW: En efecto. En sánscrito, este “pequeño yo” o alma individual se denomina ahamkara , que significa “nudo” o “contracción”; y es este ahamkara, esta contracción dualista o egocéntrica de la conciencia, lo que constituye la raíz misma del estado de caída.

Llegamos así al cuarto gran principio de la filosofía perenne: hay una forma de superar la Caída, una forma de cambiar este estado de cosas, una forma de desatar el nudo de la ilusión y el error básico.

Rendirse o morir a esa sensación de ser una identidad separada, al pequeño yo, a la contracción sobre uno mismo. Si queremos descubrir nuestra identidad con el Todo, debemos abandonar nuestra identificación errónea con el ego aislado. Pero, esta Caída se puede revertir instantáneamente al comprender que, en realidad, nunca ha existido, ya que sólo existe Dios y, por consiguiente, el yo separado nunca ha sido más que una ilusión. Sin embargo, para la mayor parte de nosotros, esa situación debe ser superada gradualmente, paso a paso.

En otras palabras, el cuarto principio de la filosofía perenne afirma que existe un Camino y que, si lo seguimos hasta el final, terminará conduciéndonos desde el estado de caída hasta el estado de iluminación, desde el Samsara hasta el Nirvana, desde el Infierno hasta el Cielo.

Selección de Andrés Ubierna


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