Revista Cultura y Ocio

La iglesia y el convento de ‘La Santa’ en Ávila: Crónica de curiosidades (VIII)

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

La iglesia y el convento de ‘La Santa’ en Ávila: Crónica de curiosidades (VIII)

La exclaustración de 1809-1814

Daniel de Pablo Maroto, ocd
Convento de La Santa-Ávila

En nuestra memoria colectiva se conserva la idea de que la "exclaustración" de los frailes en el siglo XIX fue la del ministro Mendizábal los años 1835-1836. Sin duda, es la más conocida, extensa en años y de peores consecuencias para la vida religiosa, también para el convento de "La Santa". Me refiero ahora a otra "exclaustración" menos duradera y no de tan devastadoras consecuencias para la vida religiosa, pero sí para la ciudad de Ávila: la expulsión de los religiosos de sus conventos en tiempos de la ocupación de España por las tropas francesas al comienzo del siglo XIX. Fue un siglo muy convulso con cambios de gobiernos, luchas entre conservadores y liberales, que afectaron a la vida de los frailes de Ávila como los carmelitas descalzos de "La Santa", dominicos, benedictinos, franciscanos observantes y alcantarinos, carmelitas calzados y premostratenses.

De hecho, en el siglo XIX España sufrió la invasión napoleónica y la guerra por la independencia (1807-1814); un sexenio de poder absoluto con Fernando VII (1814-1820); un Trienio liberal (1820-1823), con reducción de abadías y conventos y sus habitantes; sigue un decenio absolutista (1825-1833) de Fernando VII; y, a partir de ahí, el comienzo del fin de la vida religiosa con la "exclaustración" de los religiosos de sus conventos, nacionalización de sus bienes, etc.

Centrando el tema en la ciudad de Ávila, recordemos que desde el mes de enero de 1809 hasta mayo de 1813 un gran ejército de soldados franceses ocupó la ciudad causando el terror a sus habitantes y saqueando sus bienes. Es una historia que dejo para el mero recuerdo insistiendo solo en las consecuencias que sufrieron los frailes en ese tiempo, con la supresión de las comunidades religiosas y apropiándose de sus bienes. Por lo que respecta a los carmelitas descalzos del convento de "La Santa", un cronista de la comunidad nos ha dejado un dibujó lleno de realismo y patetismo que revela bien la angustia de aquella comunidad de unos 40 religiosos dedicados a los estudios (era colegio de teología), a la atención pastoral de los fieles en la iglesia y a su pacífica vida de la observancia regular. Trascribo el texto reducido de la crónica.

"En 26 de agosto del año de 1809 -escribe- se intimó a esta comunidad el decreto del rey intruso José I, Napoleón, por el que se suprimía y extinguía todas las corporaciones de religiosos. Al mismo tiempo que se nos intimó, se nos concedió el término de 15 días para realizarlo. Se nos intimó bajo las más terribles amenazas extraer cosa alguna del convento, a no ser lo que cada uno tenía propio suyo con licencia de los prelados, que fue necesario mostrarlas por escrito. Y cualquier otro religioso era responsable con su vida (¡!) de tan inhumano mandato [...]. Los religiosos que componían esta comunidad [...], llegado el 14 de septiembre en el que se cumplía el término que se nos había prefijado, los religiosos, llenos de angustia y de lágrimas, se despidieron unos de otros. No se puede expresar el tierno afecto de despedirse hasta el valle de Josafat. Todos toman la bendición del Santísimo Sacramento, y pasando enseguida a la capilla donde nació nuestra Santa Fundadora [...], reciben su santa bendición. Se abrazan llenos de ternura unos con otros y caminan por fin unos a los ejércitos de la nación; y otros a recogerse en casa de sus padres, parientes o amigos".

Sigue el cronista conventual aludiendo a la bondadosa actuación del obispo de Ávila, Manuel Gómez de Salazar, que concedió a algunos frailes el título de "tenientes de curas" y poder ejercer el ministerio en la ciudad y en los pueblos del obispado. Además, " solicitó y consiguió del Gobierno dejase abierta esta iglesia de Nuestra Santa Madre y señaló dos capellanes para su culto [da los nombres] y al Hnº Hermenegildo de Jesús para que pidiese la limosna para el culto de la iglesia". Como residencia para la pequeña comunidad, escogió "nueve celdas" en uno de los claustros. Importante fue la decisión de encomendar a la cofradía "la sacristía, claustro e iglesia con todos sus ornamentos y alhajas". Quedando el resto del convento reservado a las tropas del ejército invasor que lo convirtieron en cuartel u hospital y "derribaron todas las celdas que había en todos los tránsitos, altos y bajos, a excepción de las nueve celdas que llevo mencionadas". Pasada la tempestad, la comunidad pudo recuperar la posesión de sus bienes.

(Cf. Libro en que se asientan las determinaciones capitulares. Sucesos y cosas memorables. Archivo conventual, B - 2, folio 13r-v. También se conoce como Libro de Becerro 2).

El obispo Gómez de Salazar (1802-1815) merece un especial recuerdo de los carmelitas descalzos de Ávila porque, además de los favores mencionados, dejó su rica biblioteca al convento de La Santa "con más de trescientos títulos", especialmente, de derecho canónico y civil, de teología, historia, filosofía y matemáticas. La comunidad le pagó su interés por ella predicando el sermón fúnebre en su funeral el carmelita descalzo y prior del convento, Diego de San José, su confesor.

(cf. Tomás Sobrino Chomón, Episcopado abulense. Siglo XIX, Ávila, Institución Gran Duque de Alba, 1990, pp. 36 y 25, respectivamente).

Y aquí acaba la historia, primera estación del Via Crucis que tuvo que sufrir y soportar la vida religiosa, en concreto la pacífica comunidad del convento de "La Santa" en Ávila. Pero el camino hacia el Calvario continuó por veredas más dolorosas y lamentables, que será objeto de la próxima entrega de las "curiosidades" del convento de La Santa.


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