Revista Opinión

La ignorancia como forma de gobierno

Publicado el 12 abril 2016 por Elturco @jl_montesinos

Publicado en ValenciaOberta.es

Dicen los entendidos que las elecciones se ganan apelando al sentimiento, más que a la razón. Y parece que es cierto. Los partidos políticos nos han acostumbrado a blandir eslóganes vacíos, muchos de los cuales todos suscribiríamos, teñidos eso sí, del tufillo ideológico correspondiente, en época electoral, conquistando las urnas con suerte dispar, y alumbrado espectáculos bochornosos como el esperpento del pacto que son asola, desde el 20D. Dije en su día que prefería los pactos a las campañas electorales, pero la verdad es que la estupidez me hastía y me produce vergüenza ajena tanto en un periodo como en otro.

Si mezclamos los dos ingredientes mencionados, estupidez y sentimentalismo, podremos enmarcar perfectamente la propuesta que se ha vertido en el Congreso en los últimos días. Varios partidos de izquierda, ERC, PSOE y Podemos, quieren forzar al Gobierno de España que prohíba el fracking, por ley en todo el país.

Si bien los sentimientos son parte fundamental de nuestra vida y nos aportan importantes lazos afectivos y equilibrio emocional, imprescindibles para una vida saludable y feliz, su imposición por decreto ley, al resto de los ciudadanos conduce sin duda al despropósito, cuando no al ridículo peligroso. Ministerios de Felicidad. Del otro lado, se entiende perfectamente que la genética nos proporciona un cociente intelectual a cada uno, con el que tenemos que jugar la partida. Decía don Félix Arranz Pérez de Leceta, ilustre maestro de matemáticas y física de quien suscribe que con trece años hay listos y tontos, pero con dieciocho años hay gente que trabaja y gente que no. Convertir un ser de cociente medio en un ignorante y enquistarlo, convirtiéndolo en un estúpido ignorante, depende de cada uno de nosotros.

Bajo estas dos premisas se entiende la propuesta mencionada. No dudo de las buenas intenciones de los primeros socialistas. Sin embargo, empecinarse en seguir levantando el mismo estandarte, cuando cada vez que se alza es un fracaso, solo porque la intención era buena, es como poco infantil. En realidad es de locos. Rechazar de plano los avances tecnológicos que no entendemos o que no encajan en nuestro caduco sello ideológico demuestra un pésimo sentido del progreso. Es de todo menos progresista. Esa es su propuesta de futuro.

Las consecuencias, en este campo, son de todos conocidas. El mercado de la energía está hiperregulado. Nuestros costes energéticos son un 70% superiores a los de otros países, lo que nos hace mucho menos competitivos. Se les llena la boca con el cambio de modelo económico, que hay que reindustrializar España y cosas por el estilo. El sentimiento de nuevo. La primera medida para reindustrializar cualquier país es abaratar la materia prima que cualquier industria necesita, le energía. No a la venezolana, por supuesto, si no dejando que las energías compitan entre sí. Nuclear, fracking, gas, renovables. Todas pueden tener su cabida. Todas tienen pros y contras. Lo que no tiene cabida en un mercado que quiere ser competitivo es una energía en cuyo precio final hay más de un 50% de impuestos.

Poner impuestos al sol, como ha hecho el Partido Popular, o querer frenar energías respetuosas con el medio ambiente, como es la nuclear, o procesos como el fracking, cuyos efectos sobre el entorno son realmente mínimos y nada preocupantes solo puede explicarse desde la ignorancia sentimentaloide que todo lo puebla últimamente.

Para gobernar solo habría que apoyarse en hechos probados y teorías apoyadas por resultados. El resto, filfa. Pero claro si resulta que no se mueren los niños de hambre por aquí, que el hielo de los polos no desaparece, que los países sin SMI tienen tasas de paro más bajas y generalmente sueldos más altos o que la pobreza se va reduciendo en el mundo conforme avanza el libre mercado algunos van a quedarse sin mensaje que defender. Y sin ese mensaje, sentimental, aunque alejado de la realidad, no se pueden ganar elecciones. Y si no se ganan las elecciones, no se tendrá la poltrona que tanto ansían. Y… Me parece que en lugar de ignorantes lo que son es unos mentirosos, unos falsos y unos hipócritas.


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