Ahora que Podemos quiere “acabar con el Régimen de 1978”, que trajo a España la mayor libertad y prosperidad de muchos siglos para cambiarlo por un miserable sistema cubano-venezolano explotando la irritación popular por la corrupción y la crisis, recordemos la España del siglo pasado por estas fechas, la de la Restauración, hundida por similares males, y a pesar de sus grandes bondades.
Iguales causas hicieron caer aquél sistema liberal y cuasi-democrático que trajo del exilio en Londres a Alfonso XII en 1874. Lo llamaron los partidos que dominaron el país hasta la dictadura de Primo de Rivera, de 1923, e incluso hasta la II República, en 1931.
Tras el fracaso de la I República, y a pesar de su corrupción y taras seculares en aquella España todavía semianalfabeta, la Restauración borbónica fue un sistema progresista bajo los partidos Liberal-Conservador de Cánovas del Castillo y Liberal-Fusionista de Sagasta.
Serían como hoy el PP y el PSOE, y gracias a su alternancia en el poder el país dio un salto gigantesco en todos los campos, incluyendo el científico y cultural, y ello a pesar del Desastre del 98.
Pero el anarquismo, un socialismo radical, los prenacionalismos, y la aparición de comunismos y fascismos, enseguida dominantes en Europa, desequilibraron aquella etapa de firme progreso: dictadura de Primo de Rivera, II República, guerra civil, dictadura franquista.
Ahora gozamos de la II Restauración borbónica, con Juan Carlos I y Felipe VI, pero nacionalismos y nuevos populismos neocomunistas y fascistas están volviendo a Europa.
Podemos, sí, condensarlos en Grecia y su gobierno neocomunista y ultranacionalista: traerá el desastre.
Qué peligro de contagio por todo el continente, y de que España trunque nuevamente su Restauración, tan exitosa y beneficiosa, pese a sus corrupciones, que ahora sí se pagarán en prisión.
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SALAS