La Ilustrísima llegó a mis manos por pura casualidad, muy recomendada, con una pasión desmedida y en un momento en que mi tiempo de ocio cotiza a un precio desorbitado. Y siendo la tónica de los últimos años, cada vez me cuesta más encontrar tiempo para disfrutar de este vicio, que no se si será sano, pero ocupa espacio en mis estanterías y hace que se me lleven los demonios cuando algo me apetece mucho.
En septiembre conocí a Mercedes Castro, asistí a la presentación de Pastores del mal, de Félix García Hernán, y me cautivó su espontaneidad, su alegría, su simpatía y don de gentes, pero sobre todo su pasión por la literatura en general y por los autores que edita en particular.
En el transcurso de una conversación en la que me sentí como si nos conociéramos de años insistió tanto en que había que leerla sí o sí, que no tuve ninguna duda de que la leería más pronto que tarde. Además tenía como trasfondo un hecho real, posiblemente con muchas licencias porque para ello era ficción, pero me apetecía adentrarme en ella. Y por si fuera poco, venía avalada por el sello Alrevés, y eso cualquier lector, de novela negra, sabe que es una garantía.
No es fácil sacar tiempo, cuando ya lo arañas del sueño para estudiar, pero un poquito más no se nota mas que en las bolsas de debajo de los ojos, y más de una noche me han quitado el libro de encima de la cara, porque Morfeo me ha abrazado tan fuerte que no he podido soltarlo a tiempo y apagar la luz de la mesita. Y mira que es complicado en una novela de esta índole que te empuja a la reflexión y te coloca delante de un espejo que a veces incomoda.
Marta Prieto ha conseguido que siga las andanzas de todos y cada uno de sus personajes, porque ninguno de ellos es plano, ninguno de ellos te resulta indiferente, unos te atraen, otros te repelen, y a otros los compadeces. En su recorrido por la crónica política y social de una ciudad de provincias, que bien podría ser la que trabajo, he podido recordar los tejemanejes de los políticos, la lucha de egos, las traiciones y las palmaditas en la espalda que durante unos años viví como algo habitual en mi día a día, y lo había olvidado. La administración pública no era la misma, pero semejante.
La autora:
Marta Prieto nació y vive en León, donde se licenció en Derecho. Ávida lectora desde la infancia,ejerció la abogacía y trabajó en la Administración Pública. Actualmente se dedica por entero a su verdadera vocación, la literatura. Lleva años escribiendo, contando historias que no han salido del cajón y de las que solo ha disfrutado su circulo más cercano. Ya trabaja en un nuevo libro a la vez que revisa antiguos textos por si tuvieran cabida en el mercado editorial. Hasta ahora el cuento y los relatos delirantes han sido su campo de trabajo. La ilustrísima es su primera novela.
La podéis encontrar en
Instagram: @marta.prieto10
Sinopsis:
El 12 de mayo de 2014 la ciudad se estremeció: el cadáver de la presidenta de la Diputación yacía sobre la pasarela que cruzaba todos los lunes de camino a la sede de su partido.
De inmediato, una sábana de rumores y especulaciones cubrió su cadáver. ¿Cuál, de sus muchos enemigos, podría tener más motivos para asesinarla? La Ilustrísima era una mujer odiada y temida. Polémica, ambiciosa, sin pelos en la lengua, acaparadora de cargos, obsesionada por conocer los secretos de toda y la ciudad y perseguida por la prensa, que comenzaba a husmear en sus amaños y componendas.
El morbo correrá desbocado por las calles lluviosas de una ciudad con ojos y veneno en cada esquina, en cada ventana, descubriendo una trama de odio, celos enfermizos y secretos tejida durante años. Un relato coral, apasionante e irónico que nos habla de corrupción, de poder y de como se acepta, o no, cuando quien lo ostenta es una mujer.
La Ilustrísima es una una novela apabullante, descarnada y certera. Marta Prieto, con una prosa casi naturalista, ha urdido un relato social por momentos hilarante, otros brutal, que es también el relato de una ciudad de provincias en la que parece, solo parece, que nunca pasa nada.
Mis impresiones:
La Ilustrísima me ha devuelto a mi juventud por varios motivos, primero porque al estar estar basado en un un hecho real, ficcionado, te impulsa a buscar información sobre él, y ello sin darme cuenta me llevó a mis tiempos de universitaria, en los que no existía internet, y había que echar mano de hemeroteca, esos santuarios llenos de periódicos, polvo, y en los que con pericia y mucha memoria podías encontrar casi todo lo que buscaras con la inestimable ayuda de la persona encargada de custodiarla.
Que fácil y cómodo es tenerlo todo en un clic, y que un enlace te lleve a otro. Sigo constatando después de tantos años que la lengua no tiene hueso, que los políticos subestiman el poder de la palabra dicha y publicada, que en un momento dado se les puede volver en su contra. Durante algún tiempo trabajé en una administración pública, y muchas de las triquiñuelas que la autora nos desvela aquí de la clase política las pude vivir en primera persona, una época que creía olvidada y que volvió con toda la fuerza del mundo. Oposiciones amañadas, o hechas a medida, puestos creados ex profeso, contratos adjudicados de forma dudosa, obras sin sentido. Puñales que vuelan en público y en privado, personal que se ve en medio de las rencillas de los grupos políticos o incluso entre miembros de un mismo partido.
No siendo nada nuevo para mi, que solo he tenido que volver atrás en el tiempo, eso si, mas de veinte años, hay momentos en que la prosa de la autora me ha sorprendido, y el dejà vu, se ha convertido en un momento de reflexión, en una mirada hacia dentro y hacia el pasado, es como si en lugar de estar sentada en el salón de casa, con el libro sobre el regazo, me encontrara en una cafetería compartiendo un café o algo mas fuerte con la autora, y ambas nos estuviéramos haciendo confidencias. Porque la prosa de Marta es muy natural, sencilla en su complejidad, con una fina ironía y en ocasiones salpicada con fino sarcasmo. Esos toques de humor que tan bien maneja la autora sirven para diluir tanto veneno como destilan algunos personajes, la maldad de otros y para condimentar la bondad de otros que se ven arrastrados por la vorágine que unos y otros siembran en sus vidas.
En mis tiempos de estudiante me hubiera gustado encontrarme una crónica político social tan bien aderezada como la que he encontrado en La Ilustrísima, me he tenido que recordar muchas veces que posiblemente haya más de ficción que de realidad, pero bien podría pasar por una novela costumbrista, porque no siendo el fiel reflejo de lo que pasó, si lo es de una realidad con la que nos hemos topado durante años y que llegamos a normalizar, yo la primera, aunque lo veía muy injusto, pero a fuerza de verlo a diario, ya deja de doler, deja de provocarte ningún sentimiento, ni de rechazo ni de agrado.
Además de su brillante forma de narrar, los capítulos cortos y titulados a modo de resumen de lo que podemos encontrar en ellos, y que personaje va a ser el protagonista, ayudan a darle agilidad a la trama. Desde el principio sabemos el desenlace, la Presidenta de la Diputación ha sido asesinada, pero una mujer tan controvertida y odiada, tenía muchos enemigos, y estos muchos motivos para deshacerse de ella, por lo que lo importante de esta novela no es el qué, sino el quién y sobre todo el porqué. Y eso es lo que capítulo a capítulo hace magistralmente Marta Prieto, con la ayuda de unos personajes que en ocasiones traspasan el papel, se hacen de carne y hueso, los zarandearías, les dirías cuatro cositas bien dichas, hay algunos a los que intentarías quitarles al venda y a otros la prepotencia.
Pero en su conjunto en esta novela coral, todos y cada uno de ellos tiene su importancia, hasta el protagonista encubierto, que para mi es la ordenanza, que va ganando peso poco a poco, y siempre en un segundo plano, y al menos a mi me ha descolocado muchísimas veces, y hasta que no he llegado al final no he sido capaz de colocar todas las piezas del puzle con respecto a ella. Soy consciente de que esta novela me ha llegado en un momento en que no la he podido saborear como me hubiera gustado, con más tiempo y sobre todo con la cabeza más despejada y centrada habría sido capaz de disfrutarla mucho más y aprehender muchas de las cosas que seguramente se me habrán escapado.
Casi todos los pecados capitales tienen cabida en esta novela, pero si cuatro están presentes claramente son la avaricia, la soberbia, la ira y la envidia. La dos primeras encarnadas por la señora Presidenta de la Diputación, que en ocasiones me ha parecido odiosa y en otras me he dicho ole ella, sentimientos encontrados que han durado toda la lectura. La envidia y la ira en las figuras de Encarna y Helena, dos personajes que me han montado en una montaña rusa de sentimientos que al final han resultado ser negativos totalmente, no he logrado empatizar con ninguna de las dos, ni sentir lástima de la situación vivida. Porque cada uno ha de ser consecuente con sus actos por activa o por pasiva.
Encarna es un personaje digno de estudio, lo que me ha hecho pensar esta señora no está en los escritos, me ha hecho plantearme mi papel de madre, de como he educado a mis hijos. Siempre he pensado que nuestros hijos no son una proyección de nuestros sueños y anhelos irrealizados, tienen los suyos propios, tienen que caer, equivocarse, levantarse y continuar. Pero Helena con una madre sobreprotectora no sabía valerse por si misma, y Encarna proyectaba en su hija todo lo que ella no pudo hacer. Dos personajes llenos de frustraciones que podemos encontrar en nuestro círculo, probablemente, pero visto con toda la crudeza que ciertos comportamientos pueden provocar.
Juega un papel importante la ciudad en la que suceden los hechos, una capital de provincia, una ciudad pequeña, tan distinta de una gran ciudad, en la que sus vecinos se conocen en mayor o menor medida, en la que los rumores y las malas lenguas corren como la espuma, una ciudad en la que parece que no sucede nunca nada, pero solo lo parece, porque esta viva como todas las ciudades, solo que no le concedemos la importancia y relevancia que realmente tienen. La autora no hace un recorrido por la ciudad, no podemos conocerla a través de su historia, pero si como es la gente que la habita, su forma de ser y estar, a grandes rasgos, y luego más detenidamente a través de los personajes escogidos, que estoy segura que no es baladí, como tampoco lo son las circunstancias personales que los rodean y las relaciones que tejen entre ellos. Pero al final sus gentes son como las de cualquier parte del mundo. Ciudades pequeñas con mucho encanto.
Al leer la novela me sorprendió que no pusiera el enfoque en la resolución del crimen, en la investigación policial, si no en las causas, en que llevo a unas personas aparentemente normales, sin rasgos sicópatas a tomarse la justicia por su mano, y a disponer de la vida de otra persona. En mi cabeza resonaba una frase leída en infinidad de ocasiones, cualquier persona llevada al limite de su resistencia es capaz de matar. La maldad desfila por las páginas de esta novela, en contraposición a la bondad de unos pocos y escogidos personajes que por momentos se pueden tildar de cualquier otra cosa ofensiva.
Marta Prieto da el Do de pecho con una novela valiente, atrevida, que pone el dedo en la llaga, porque nuestra sociedad actual no es tan distinta de la antaño. En el mundo de la política sigue habiendo corruptelas y corrupción en mayúsculas, sigue habiendo amaño de oposiciones, plazas creadas a medida y la relación entre los políticos sigue siendo una pantomima de puñales volando en público y palmaditas en la espalda en privado. Sigue habiendo abusos de poder y no sólo en las esferas públicas, sigue habiendo personas personas manipuladoras, y personas excesivamente manipulables.
La maldad no es solamente palpable en la novela negra, y la realidad en algunas ocasiones sorprende superando en crueldad y en morbosidad, a la ficción más macabra. Por ese motivo, este retrato social y político es de imprescindible lectura, para constatar que poco hemos cambiado en estos años y cuánto nos queda por avanzar, para reflexionar sobre el tipo de sociedad en el que vivimos, que nosotros heredamos de nuestros padres y abuelos, y nuestros hijos y nietos heredaran de nosotros. Para llegar a la conclusión de que el mal se esconde en cualquier rincón, solo necesita el resorte necesario para salir a la luz.
Conclusión:
Sin ser una novela negra al uso, porque no se centra en la investigación del crimen, si no en porqué se produce, quién lo perpetra y que motivos subyacen detrás, es una historia que puede apasionar a cualquier amante del género. Una novela que te pasea por la maldad humana con toques de fina ironía, con unos personajes soberbios, bien dibujados y posiblemente identificables.
No puedo mas que recomendarte la lectura de La ilustrísima y desear que la disfrutes tanto o más que yo, que no descarto releerla en circunstancias más propicias, quizás sea deformación profesional, la periodista que llevo dentro esta dormida, pero no finiquitada.
Para ser una primera novela Marta Prieto ha puesto el listón muy alto, que espero sepa mantener en próximas publicaciones, porque de ser así ya tiene una lectora dispuesta a leer hasta su lista de la compra.