Paloma Chamorro. -
“La imagen de una era irrepetible”
La muerte de la periodista y divulgadora cultural Paloma Chamorro sella una etapa gloriosa de libertad unida a un espíritu creativo indomable y ecléctico. A pesar de sus múltiples aportaciones a la historia de la televisión española en programas sobre artes plásticas, fue “La Edad de Oro”, la emisión que la encumbró.
Cada martes entre mediados de 1983 y 1985, “La Edad de Oro” abría una puerta musical inédita, un mundo sólo conocido para la mayoría por reseñas en revistas especializadas. Conciertos en directo de artistas de talla internacional, con las letras traducidas al español, y entrevistas, además de reportajes sobre artes plásticas, todo llevado por una presentadora que se confundía con las pintas afterpunk de un público donde dominaban los cardados y las ropas en cuero negro. Sin embargo, el gran mérito de Chamorro fue ofrecer un panorama desprejuiciado de etiquetas, heterodoxo, que cautivó musicalmente a toda una generación de una España de provincias que trataba de despertar a la cultura en libertad. No hacía falta ir a Londres, “La Edad de Oro” te lo traía a tu casa cada martes por la noche. Gracias a su espíritu abierto, se podían contemplar en vivo a glorias del New York de fines de los 70 (Tom Verlaine), perlas del postpunk (Killing Joke, The Sound, Durutti Column), leyendas del underground (The Residents), artys vanguardistas (Tuxedomoon), powerpop (Paul Collins Beat), nuevo rock americano (Dream Syndicate, Violent Femmes) o garage heterodoxo (Johnny Thunders, The Gun Club). En ocasiones, hasta acudían al propio Londres, como en la inolvidable actuación de Nick Cave & The Cavemen -denominación previa a los Bad Seeds- en el Electric Ballroom.
Por supuesto, toda la movida madrileña que hoy nadie parece querer recordar (Derribos Arias, PVP, Los Monaguillosh, Aviador Dro, La Mode) y la que se encumbraría a lo más alto en la segunda mitad de los 80 (Loquillo y Los Trogloditas, Alaska con Dinarama, Radio Futura, Gabinete Caligari) apareció, con la excepción de Nacha Pop, a quienes no se consideraba dentro de la “modernidad”, como bien había dejado escrito en su libro “Música Moderna” Fernando Márquez “El Zurdo”.
Visto desde hoy, aquello no parece otra época, sino otro mundo. Un mundo donde la cultura, la nocturnidad y la diversión se unieron en una alianza fantástica que marcó la vida de toda una generación que seguía aquellas emisiones nocturnas desde todos los puntos del país. Tiempos irrepetibles a los que el espíritu luchador y contracorriente de Paloma Chamorro supo poner imágenes y dar voz para testimoniar una época efervescente donde cultura y libertad fueron de la mano como pocas veces en la historia de España.
MANOLO D. ABADPublicado en el diario "El Comercio" el martes 31 de enero de 2017