Revista Libros
Eugenio Trías.
La imaginación sonora.
Argumentos musicales.
Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.
Barcelona, 2010.
Cuando San Isidoro lamentaba la fugacidad de la música, cuyos sonidos no se podían registrar por escrito, no preveía que unos siglos después, coincidiendo con el nuevo milenio, iba a tener lugar una invención decisiva que modificaría radicalmente no sólo el ámbito de la música, sino el de la cultura occidental.
La notación musical, que no tenía precedentes en el mundo antiguo, se convertiría en un acontecimiento crucial para el desarrollo artístico de Europa. Así empezaba un largo proceso al que se sumaría la polifonía contrapuntística, que cambiaría el sentido de la música y el curso de la historia de la cultura.
En La imaginación sonora, que completa el díptico abierto con El canto de las sirenas y publica Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, Eugenio Trías analiza los hitos fundamentales de ese camino a lo largo de un milenio. Desde la invención de la escritura musical en los monasterios medievales hasta la música contemporánea y su tránsito hacia el mundo global. Desde Josquin des Près y Palestrina a Ligeti y Scelsi, alfa y omega de proceso un milenio, Eugenio Trías invita a un viaje que se inicia en la Alta Edad Media con la música como vehículo entre el mundo inteligible y el sensible.
Con un fondo de meditación existencial sobre el tiempo, La imaginación sonora propone un diálogo sostenido entre la música y la filosofía a través de un milenio y de las tres edades del espíritu en una amplia sucesión de argumentos musicales en la cultura occidental: la música penitencial de Orlando di Lasso; Palestrina, el Homero de la música, la fuente de la que bebió Wagner; las cantatas crepusculares, los oratorios y las Pasiones de Bach; la energía radiante de un Haydn que va desde el corazón de la luz al centro de la inteligencia para superar la música barroca con la sonata; el Mozart de La clemenza di Tito, su última ópera; la Oda a la alegría y la Misa en tiempos de guerra de Beethoven; Listz, que puso las bases para la música del futuro en De la cuna a la tumba; Wagner y la utopía trágica de la Tetralogía, el adiós a la vida de Anton Bruckner en el tercer movimiento de su Novena sinfonía; la teología negativa del Otello y el amor ridente de Las alegres comadres de Windsor de Verdi; el tiempo y la muerte en la Octava sinfonía y en la Canción de la tierra de Mahler; el conflicto entre forma e idea que atraviesa toda la obra de Schönberg; el colorido del timbre en la música de Ligeti y el renacimiento del verbo en Scelsi.
Esos son los argumentos que se suceden en un magnífico ensayo lleno de sabiduría y de sugerencias que cierra una Coda filosófica que en un preludio y tres movimientos aborda la esencia del arte sonoro, la diferencia entre la música en el tiempo y la palabra en el tiempo, su relación con la filosofía o su función curativa o consoladora.
Santos Domínguez