Revista Salud y Bienestar

La importancia de aprender a soltar para tu propio bienestar

Por Alimentatubienestar @alimentatubiene

¿Conoces la importancia de aprender a soltar para tu propio bienestar? Descúbrela en este relato tan íntimo y personal de su autora.

La importancia de aprender a soltar para tu propio bienestar

Existen momentos en la vida, momentos exactos, en que algo se desbloquea dentro de nosotros. Es lo que me ha pasado a mi hace unas semanas.

"Hay que evaluar la situación en septiembre, no podemos planificar nada al respecto, hay muchos factores que todavía no están claros y que no podemos controlar a priori..." me dice el médico de la clínica de fertilidad en la que me estoy planteando someterme a una fecundación en vitro, después de dos embarazos naturales acabados muy mal. De repente, todas mis certezas se derrumban en el vacío de la inseguridad. Siempre he considerado la ciencia un pilar firme de mi vida, un puerto seguro en un mar en tormenta, la voz de la verdad en un mundo de charlatanes. Pero aquellas palabras eran todo menos que tranquilizadoras. Estaban muy lejos de lo que iba buscando: certezas y seguridad.

Salgo de la consulta intentando ordenar mis pensamientos como las caras de un cubo de Rubik, pero todas las combinaciones me llevan al mismo resultado, la misma conclusión: no hay forma de controlar este asunto. Ser o no madre no va a ser el resultado de una formula matemática, sino de un conjunto de factores sobre los cuales no voy a tener ningún tipo de control.

Durante mucho tiempo me he empeñado en ser una persona proactiva, con objetivos claros, experta en crear planes de acción efectivos para alcanzarlos. Ésta ha sido mi estrategia para desarrollarme como persona, como profesional, para avanzar, para trabajar mis debilidades y miedos...Y durante mucho tiempo ha funcionado.

Pero este día, alejándome de los fríos pasillos de la clínica, por primera vez me doy cuenta que no servirán de nada. Empiezo a andar por el parque cercano buscando un refugio para asimilar la nueva toma de conciencia. Mientras me dejo acariciar por los cálidos rayos del sol de una insólita fresca mañana de julio, cierro los ojos buscando una forma de parar el torbellino de pensamientos negativos, alimentados de la rabia y del miedo que se expande en cada rincón de mi mente. Empiezo a dejarlos ir, centrándome en el sonido cantarín de las hojas de los árboles movidas por el viento.

Y es entonces que, en la quietud mental aparece, como la luz de un faro, una intuición, una sensación que lo deja todo en su lugar. Tengo la sensación de haber estado nadando contra corriente durante mucho tiempo, en el intento de controlarlo todo. De repente, me acuerdo de una frase de un libro maravillosos que acabo de leer, "llévame de viaje" de Juan Ramón Virumbrales, que dice: "la oruga confía en la trasformación, no tiene miedo, tan solo fluye guiada por su propósito".

Es increíble como algunas palabras pueden actuar cómo un bálsamo regenerador. De repente, me doy cuenta de que he estado viviendo estos últimos años como una niña que ve por primera vez un espectáculo de magia y que desconoce que todo es una grande y maravillosa ilusión. La ilusión de mi espectáculo ha sido la idea de que exista una forma de controlar los aspectos importantes de mi vida, sin darme cuenta de que en realidad solo es una ilusión ficticia.

A veces corremos detrás de una idea de seguridad que crea adicción y que nos bloquea. La seguridad no existe, no hace parte de este mundo. No se puede nadar contracorriente, contra las leyes naturales, contra el cambio que llega como un huracán y que deja patas arriba el orden ficticio de nuestra casa interior. Por primera vez en mi vida siento en cada centímetro de mi ser el significado de la palabra aceptar, un concepto bien conocido a nivel racional, pero poco sentido a nivel más profundo.

Acepto que no tengo el control de este viaje, de este barco. Puedo elevar las velas y aprovechar los vientos favorables o amainarlas cuando son tan fuertes y violentos que no tiene sentido seguir luchando contra ellos.

Por fin siento que es posible vivir como la oruga, con confianza hacia una vida que le va a ofrecer lo que necesita para transformarse en mariposa, sin lucha, solo siguiendo su propósito. Y es entonces que, por primera vez en mi vida, me siento libre.

Voy a dejar de nadar contracorriente, voy a confiar en que la vida me va a dar lo que necesito, consciente de que es probable que no coincida con lo que quiero y deseo. Voy a salirme de las trampas del control y voy a centrarme en lo único que está en mis manos: mi actitud ante la vida.

Voy a dejarme llevar por la corriente de la inseguridad, de las emociones y sentimientos "políticamente incorrectos", del cambio, de nuevas posibilidades. Voy a desarrollar un aspecto de mi que ha sido ofuscado hasta ahora por el desesperado tentativo de sentirme segura: la ligereza, la capacidad de tomarnos la vida no tan en serio, de soltar y de dejar ir lo que bloquea el paso a nuestro desarrollo personal. Abro mis ojos y respiro hondo, dejando que un suspiro se lleve la chatarra de mi alma lo más lejos posible. Delante de mi, entre los rayos del sol filtrados por los copos de los árboles, una mariposa vuela libre y ligera.


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