Hoy: La importancia de empezar con un fin en mente. Patricia Sutherland.
¡Ya estoy por aquí! Y me encanta que mi primer post del año caiga en domingo que es el día que dedico a entradas más “sui generis”, de esas que a mí me gustan.
Aunque digo que mis vacaciones invernales terminan en Reyes, la verdad es que después de año nuevo, me ocupo de evaluar el anterior. Dedico unas pocas horas diarias al tema, de una forma pausada, tranquila, pero no deja de ser un proceso intenso. Es arduo -mi mesa se llena de gráficas y hojas de cálculo repletas de cifras- y, a la vez, apasionante porque es el “momento de la verdad”, el momento en que mi juez supremo pasa revista a su propia performance y saca conclusiones. O sea, el momento “¡ahora te vas a enterar de lo que vale un peine, chiquilla!”.
Además, tocaba evaluación doble porque en 2015 se cumplieron mis primeros cinco años dedicada profesionalmente a la autoedición (llevo “coqueteando” con ella desde 2002, pero no fue hasta 2011 que se convirtió en profesión). Así que, como seguro imaginarás, me he pasado una semana enterrada en papeles.
Más allá de las alegrías que me llevo con los resultados (a veces, también me llevo disgustos, no creas, pero como soy una optimista impenitente enseguida encuentro una razón para alegrarme), lo que más me alucina del proceso de evaluación es comprobar todo lo que se puede llegar a conseguir cuando tienes claro lo que quieres y cómo lo quieres, y trazas un buen mapa de ruta. Es pura magia, en serio.
Definir el “qué” con claridad fija el rumbo; definir el “cómo”… Yo creo que aquí es donde está la verdadera alquimia. Los proyectos importantes implican tiempo y esfuerzo, y cuando deseas algo con mucha intensidad y se te resiste, es fácil caer en la tentación de coger atajos o, peor aún, acabar aceptando alternativas que están alejadas de tu objetivo original, sea en el fondo o en la forma. El “cómo” es lo que viene a rescatarte de estas tentaciones. El “cómo” es el espacio donde alineas tus objetivos con tus valores, es el lugar donde le pones tu firma al proyecto y lo conviertes en único, en tuyo. Personalmente, creo que también es el lugar dónde entrenas tu creatividad. Verás, cuando no te conformas con algo distinto de lo que has trazado, defines de antemano el entorno en el que trabaja tu mente: dejan de preocuparte los “por qué no” –¿por qué me dicen que no puedo ir a c sin pasar por d?– y empiezan a importarte los “¿cómo podría…?” –¿cómo podría conseguir ir a c sin pasar por d?-. Cuánto poderío concentrado en solamente dos palabras.
Hace unos veinte años descubrí que esto que yo llamo decidir qué quiero y cómo lo quiero era una versión simplificada de “empezar con un fin en mente”, el segundo hábito enunciado por el experto en desarrollo organizacional y liderazgo Stephen R. Covey en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”. Tiene un título rimbombante, lo sé, pero es una joya. Covey fue el primer experto que planteó que no es posible separar los objetivos profesionales de los personales, que de lo que se trata es de integrar las distintas facetas de nuestra vida, decidiendo cuáles son nuestras prioridades -objetivos + valores- como persona, y organizando nuestros días en torno a dichas prioridades. Todo un concepto.
A pesar de la jerga propia del mundo de los negocios, leer a Covey es súper inspirador. No tienes idea de las veces que he leído este libro desde que lo compré. Es como un chute de vitaminas para la mente concentrado en cuatrocientas y pico páginas. Ahora que lo pienso, también es una estupenda forma de comenzar el año :)
¿Has visto qué bien? ¡Ya tengo re-lectura para esta tarde!
¿Y tú, qué tal tu evaluación personal de 2015? ¿Te trajeron regalos los Reyes o solo carbón?