Revista Ebusiness

La importancia de fomentar una mentalidad de crecimiento

Por Motivia @universomotivia

En el 2007 se publicó en España bajo el título “LA ACTITUD DEL ÉXITO” un magnífico libro de Carol S. Dweck, investigadora y profesora de psicología de la Universidad de Stanford. Dentro de sus investigaciones  descubrió que existen dos mentalidades básicas: la mentalidad fija y la de crecimiento. Y que sólo la segunda conduce a un éxito verdadero en todos los órdenes de la vida.

Pero, ¿cómo saber si tenemos una mentalidad fija o de crecimiento?

La mentalidad de crecimiento cambia aquello por lo que una persona lucha y lo que considera un éxito. Cambia el significado, la definición y el impacto del fracaso. Y cambia el significado más profundo del esfuerzo.

En el mundo de la mentalidad fija, el de los rasgos de carácter fijo, el éxito consiste en demostrar que somos inteligentes o tenemos talento. Consiste en validarlos. En el mundo de la mentalidad de crecimiento, el de las cualidades cambiantes, se trata de esforzarnos en aprender cosas nuevas. Consiste en desarrollarnos.

En el mundo de la mentalidad fija, el FRACASO es tener un revés, obtener una mala nota, perder un partido, ser despedido, rechazado. Equivale a no ser inteligente o a no tener talento. El esfuerzo es considerado algo negativo porque pone de manifiesto que no somos inteligentes ni tenemos talento, de lo contrario no tendríamos que esforzarnos.

En el mundo de la mentalidad de crecimiento, el FRACASO  es no crecer, no alcanzar lo que se valora, no desarrollar la totalidad de nuestro propio potencial.  El esfuerzo es lo que nos hace inteligentes o nos da talento. La gente con mentalidad de crecimiento no sólo busca el reto, sino que se siente a gusto con él.

Las personas con mentalidad de crecimiento se sienten cómodas cuando se superan. Pero, ¿cuándo se sienten cómodas las personas con mentalidad fija? Cuando todo está seguro y dentro de su alcance.

“En la época que nos ha tocado vivir, con muchísima inestabilidad y cambios. En la que, en muchos casos, la gente que ha perdido sus trabajos tendrá que apostar por emprender o emigrar (que no deja de ser otro formato de emprendimiento) como solución a su problema laboral, tener una mentalidad de crecimiento se convertirá en una ventaja competitiva.”

Pero, entonces, si me identifico con la mentalidad fija, ¿qué puedo hacer?

No hay que preocuparse, no es algo definitivo. Las mentalidades no son más que creencias. Son creencias poderosas, pero solamente son algo que existe dentro de la mente de cada uno, y la mentalidad puede cambiarse. Es más, el simple hecho de conocer que existen dos  tipos de mentalidades parece impulsar a las personas a afrontar los retos de otra manera.

Aunque normalmente no somos conscientes de dichas creencias, es posible aprender a prestarles atención y escucharlas. Una vez que las “reconocemos” seremos capaces de trabajar sobre ellas para cambiarlas.

La mentalidad fija crea un monólogo interior centrado en los juicios de valor: “Esto significa que soy un perdedor”, “Esto significa que soy mejor persona que ellos”, “Esto significa que la gente me va a despreciar”, etc. Una cosa buena puede recibir una etiqueta enormemente positiva, mientras que una cosa mala puede merecer una etiqueta terriblemente negativa.

La mentalidad de crecimiento también tiene su propio monólogo interno, pero no se basa en juzgarse a sí mismo y a los demás. Son personas sensibles a la información positiva y negativa, pero utilizan sus implicaciones para aprender y realizar acciones constructivas: ¿Qué puedo aprender de esto?, ¿Cómo puedo mejorar?

No es fácil liberarse de algo que durante muchos años se ha percibido como la “propia personalidad” y que ha sido una vía para mantener la autoestima. Tampoco es fácil sustituirla por otra que propugna que aceptemos todo lo que nos ha resultado amenazador: los retos, las luchas, las críticas, los contratiempos.

Cambiar de mentalidad y dirigirte hacia una mentalidad de crecimiento te hará, con total seguridad, sentirte inestable e inseguro. Tendrás que pelearte con tu propio monólogo interior. Pero los resultados seguro que te merecen la pena.

A continuación incluyo una lista de “estrategias” para poder trabajar en el desarrollo de esa mentalidad de crecimiento que tanto te ayudará a asumir el reto de emprender y poner en marcha tu iniciativa empresarial:

  1. Desarrolla tu Plan de Acción y síguelo. Piensa en los objetivos que te planteas y pregúntate qué podrías hacer para alcanzarlo. Intenta salir de tu “área de confort” que nos empuja a hacer siempre las mismas cosas.
  2. Descubre tu conversación interior.  Cuanto más hable nuestra parte inconsciente de manera “negativa” aferrándose a la mentalidad fija, más hay que esforzarse “conscientemente” en desarrollar un plan concreto orientado al crecimiento.
  3. Realiza visualizaciones. Cuando te despiertes cada mañana  “visualiza” el día que viene por delante. Intenta formularte la siguiente pregunta: ¿Qué oportunidades de aprender y crecer se me presentan hoy?
  4. Gestiona tus emociones. En muchas ocasiones los pensamientos automáticos negativos nos llevan a  emociones negativas que, a su vez, refuerzan los pensamientos  previos convirtiéndose en una especie de bola de nieve cada vez más grande.  Aprende a descubrir cuando te estás quedando anclado en esas “emociones negativas” e intenta romper “conscientemente” ese círculo vicioso.

Bueno, y tú, ¿qué mentalidad quieres tener?


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