Revista Cultura y Ocio

La importancia de hacerse cargo

Publicado el 20 octubre 2016 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Medio en broma, medio en serio, mi padre siempre tuvo miedo de que yo fuera gay. No sé si fue por el colegio de curas, una infancia extraña o las cábalas que se hacía sentado en el gres del comedor de madrugada, pero nunca entendí tanta preocupación. Durante más de veinte años, tampoco pisamos demasiado la cocina, ni él, ni yo, ni mis hermanos, ni se nos exigió ir a la compra, o limpiar lo que ensuciábamos, o… qué se yo, hacer una sopa.

Como siempre, aquí también hay una historia detrás. En lo que respecta a mi viejo, estuvieron los orfanatos y el romperse las pelotas para llevar dinero a su madre y a sus dos hermanas desde su adolescencia en el Turó de la Peira. ¿Y de dónde surgía esa complicidad materna? Qué sé yo (de nuevo); de la propaganda franquista, de los abuelos, de la aldea en Orense, de lo que suponían que tenía que ser.

Machismo (viñeta)

Ayer, me reencontré con Hernán Casciari a través del ordenador. Reconozco en mí un gran fan de sus cuentitos y de sus historias, y me avergüenza no haber comprado nunca ni uno de sus libros. Una de las razones puede ser que me imagino sus textos repletos de anécdotas futbolísticas (¿qué les pasa a todos los argentinos con el fútbol y con Messi?) y, de vez en cuando, temo, o temía, toparme con un bombazo machista que me agriase el resto de la lectura. Hoy, quizá los compre: tras poco más de veinte líneas que actualizó en el Facebook, me sentí aliviado. Por título, Me hago cargo, sin redundar; sin sentimentalismos; sin darle vueltas al mismo tema, ni buscar un modo más bello de soltarlo.

También debatí sin argumento en sobremesas acaloradas y salieron de mi boca dos frases infames: «No todos los varones somos así» y «Estoy en contra de todo tipo de violencia».

“Sin saberlo, yo era un machista más, era parte del problema, y voy a cambiar.” No se me ocurre nada más bonito que ver cómo las cosas empiezan a mejorar. Sobre todo esta semana. Sobre todo por Lucía Pérez, esa niña de dieciséis años que fue violada, y empalada, y asesinada en Mar de Plata. Sobre todo hoy, cuando Lucía solo es un número más, otra mujer que exige justicia tardía, un recordatorio de que vamos tarde, de que no podemos permitirnos no ser feministas, no luchar por una igualdad real, porque cualquiera pueda vivir y moverse sin miedo a ser incomodada, violada, maltratada o asesinada.

Casciari hablaba sobre el movimiento Vivas Nos Queremos, cuyo principal eslogan es #NiUnaMenos. Al final del mismo, el subconsciente le traicionaba una vez más, y les decía a todas esas minas, como diría él y cualquier otro argentino de a pie, que nuestros nietos estarán muy orgullosos de ellas.

Hank Scorpio - Los Simpson

Y es que el futuro es de todos. La lucha contra el machismo y la violencia de género debe ser de todos, y, sobre todo, debe ser inclusiva, tanto en lo que se refiere a sus protagonistas, como a las pequeñas cosas que amenazan con mantener un sistema desigual y los horrores que en él se siguen gestando. Porque son estas pequeñas cosas las que terminan por joderlo todo.

Ya lo decía aquel villano que parodiaba a Richard Branson y contrató a Homer Simpson para ofrecerle una vida idílica junto a su familia en Cypress Creek: “No hay nada que hacer. Las pequeñas cosas son las que hacen la vida.”

Pero al contrario. Hay mucho que hacer todavía.


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