Todos sabemos que para un recién nacido y un lactante, no hay nada mejor que la leche materna. En este post quiero remarcar su importancia, sobre todo para que aquellas mamás que duden entre dar / continuar con la lactancia materna o empezar con la artificial. Es importante estar bien informado antes de tomar esta decisión, sobre todo cuando atañe a la salud de nuestro bebé. Y es que el lactante no amamantado deja de obtener numerosos beneficios y están expuestos a un mayor riesgo de morbimortalidad. En este post enumeraremos cuales son los riesgos y perjuicios de la alimentación con sucedáneos para el lactante.
A corto plazo destacan:
1. Peor adaptación gastrointestinal
La alimentación con lactancia artificial provoca un tránsito intestinal más lento, así como una eliminión del meconio (así se llama la primera deposición del primer recién nacido) más lenta. Así mismo favorece el paso de antígenos y bacterias a la circulación sistémica los primeros días de vida, haciendo que sean más susceptibles a las intolerancias alimentarias, al cólico del lactante, al estreñimiento, al reflujo gastroesofágico y la hernia inguinal.
2. Aumento de la incidencia y duración de procesos infecciosos: gastrointestinales, con mayor riesgo de diarrea; respiratorias, que son más frecuentes y graves; mayor riesgo de otitis media aguda, de infección urinaria, sepsis, meningitis...
3. Mayor riesgo de muerte súbita del lactante
4. Aumento de la mortalidad postneonatal
5. Mayores tasas de hospitalización
A medio y largo plazo destacan;
1. Dificultades digestivas o de alimentación: el sabor del sucedáneo no se modifica; sin embargo, la leche de la madre traslada los aromas y sabores de la dieta materna al bebé amantado. Por eso, la administración de lactancia artificial puede dificultar la adaptación a la alimentación complementaria.
2. Peor desarrollo neurológico: se ha vinculado la lactancia artificial con peor desarrollo psicomotor, menor coeficiente intelectual, aumento del riesgo de trastornos del lenguaje, peor agudeza visual, menor maduración neurológica al año de vida, calidad subóptima de movimientos generales en la edad escolar con peores resultados escolares...
3. Obesidad: los lactantes no amamantados presentan un incremento del 20% en el riesgo de sobrepeso y un 25% en el de obesidad cuando se comparan con los amamantados.
4. Cáncer: incremento en el riesgo de cáncer infantil en los lactantes no amamantados.
5. Enfermedades autoinmunes: si disminuye el tiempo de amamantamiento se incrementa el riesgo de enfermedad celíaca. Aumento del riego de enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Chron, colitis ulcerosa), de artritis reumatoide juvenil, enfermedad tiroidea autoinmune, y diabetes mellitus I y II.
6. Enfermedades alérgicas: los lactantes no amamantados tienen un mayor riesgo de dermatitis atópica, de sibilancias recurrentes y de asma, rinitis alérgica, alergia a alimentos, síntomas respiratorios tras exposición a pólenes o pelo de animales...
7. Peor vínculo afectivo y mayor riesgo de maltrato infantil: el contacto estrecho con la madre durante el amantamiento entre otros factores, favorecen sentimientos de bienestar, reducen el estrés y ayudan a establcer un vínculo afectivo entre madre e hijo.
Como véis, retirar la lactancia materna a un niño por una causa no justificada, supone exponer al lactante a un aumento de riesgo de enfermedades a corto, medio y largo plazo. La mejor opción por tanto será siempre, y si no hay contraindicaciones, la lactancia materna.