Nuestros modelos de actuación en los proyectos que abordamos, siguen una metodología global que abarca desde el análisis a la implantación, pasando por el diseño de estructuras y formas de hacer. A veces parece un sistema propio de la disciplina matemática en que para llegar a un resultado hay que pasar obligatoriamente por todos los estratos de un teorema que conlleva su demostración en fases que a su vez se desagregan en fórmulas que dan lugar a otras fases de trabajo … Este hecho no suele facilitar su aceptación inmediata por parte de los clientes con los que colaboramos. Cuando una compañía tiene un conflicto a resolver y cuenta con nosotros para ayudarle, normalmente quiere una propuesta de resultado inmediata: “dadme la solución en que sois expertos, vosotros que tenéis el libro de las recetas…” Pero a menudo “esas recetas” no aparecen en ningún libro, es más, la solución suele ser un compendio de muchos elementos que se encuentran tanto en la propia compañía, como en el mercado, y a la que se llega combinándolos a través de nuestro know how y las herramientas que tenemos desarrolladas para su aprovechamiento.
La importancia del Diagnóstico
Una de las fases de trabajo iniciales que tienen una importancia estratégica en la consecución del resultado óptimo, es la realización de un diagnóstico previo o punto de partida.Al igual que en la jerga médica, diagnosticar es el secreto del éxito para tratar.No se trata únicamente de conocer la compañía, sino de descomponer los elementos que están influyendo en el proyecto, o que pueden hacerlo, desgranándolos en puntos sobre los que trabajar, identificar los puntos débiles que aplican al problema con el objeto de poder diseñar las mejores metodologías de actuación en una lógica de minimizarlos. Sin embargo, por parte del cliente, la experiencia de trabajo en esta fase no siempre es “amable”, y en muchas ocasiones suele estar a caballo de una de las siguientes situaciones, cuando no de las 2:
- - “¿Un diagnóstico para decirnos lo que ya sabemos sobre nosotros?”. Es el caso del escepticismo total en esta etapa de trabajo, “lo solucionamos dándoos información interna y algún estudio que alguna vez hemos hecho…”
- - “Nos decís cosas que no son completamente ciertas, esto no pasa tanto como habéis identificado…”. Es el caso de la auto-complacencia, el miedo al cambio, la auto-justificación al vislumbrarse en un espejo.
El diagnóstico externo de situación es una manera de identificar elementos “desde el bosque”, que muchas veces “el árbol” no dejan ver en la vorágine del día a día. También es la forma, no sólo de vernos, sino de ver cómo nos ven los demás y poder actuar en consecuencia en una voluntad de “ser”, pero también “parecer”, porque a veces lo que nos parece claro desde dentro, no se está transmitiendo fuera y ello perjudica a todo el sistema. El diagnóstico tiene que asumirse como una herramienta de mejora, de ayuda hacia la transformación de procesos, de formas de trabajar, no la voluntad de dejar a la vista errores para establecer lo mal que se están haciendo algunas cosas en una búsqueda de culpables. El diagnóstico ha de entenderse como el aliado básico y necesario a partir del cual construir la proposición de trabajo, el foco que “nos enseña” pero también “nos guía”. No es una mera recopilación de información, y como tal tiene que poder desarrollarse en todo su espectro, con las metodologías de trabajo en nuestras manos que van desde el estudio de gabinete hasta las investigaciones cualitativas y cuantitativas de mayor o menor alcance. No es un decálogo de “trapos sucios”, sino el lograr sacar a la luz cualquier elemento distorsionador para manejarlo en beneficio del proyecto a desarrollar. Un buen diagnóstico minimiza en buena parte las actuaciones con resultados inciertos que responden a la “prueba-error”, con lo que ello afecta a la utilización de recursos y rentabilidad de los procesos. Cuando se diagnostica correctamente una enfermedad, dicen los médicos que se ha hecho la mayor parte del trabajo para la curación de la misma. A la hora de acometer un proyecto de mejora, por tanto, pongámonos en manos del doctor.