Hace unas semanas pude escuchar la conferencia en la Biblioteca Nacional sobre los suplementos culturales de periódicos y revistas culturales que se emitió en directo, también se abordó el tema del estado actual de la crítica literaria. La verdad que los participantes dijeron cosas bastante interesante, y sin querer resumir parte de la conferencia, voy a poner sobre la mesa algunas ideas que me parecieron bastante interesantes.
Primero, partamos de la base de que antes la lectura era para una minoría, concretamente para los intelectuales. Después, esto cambio, y la lectura se democratizó. ¿Y esto qué significó? Pues que cuantos más lectores, más producto, un producto tan masivo puede llegar a ser mediocre en el panorama editorial literario español. Por ello, es posible que la literatura no tenga el prestigio de otras épocas. Hay demasiada gente que publica, y pocos lectores para tanto libro, aunque también es verdad que las tiradas son menores. La balanza está descompensada.
En el mundo del libro hay muchos filtros a la hora de publicar. El más importante es el criterio del escritor, en el caso de que autopublique su novela en Amazon, por ejemplo. Él siempre va a creer con los ojos cerrados en su producto. Pero, ¿qué ocurre con el editor de una editorial tradicional? Él es el filtro, él es el que tiene que tomar riesgos y potenciar a gente que no se conoce pero que tiene gran talento. Ese es el gran mérito de un editor.
Y como esto es una rueda donde los engranajes tienen que encajar correctamente para que el producto se venda, si el libro está editado con una editorial prestigiosa y el periodista lo tiene en cuenta, ese libro pasa a reseñarse en los suplementos culturales de los periódicos. La crítica literaria (activa como la conocemos desde mediados de los 80) se ha marginado dentro de las páginas de los propios diarios. Sin embargo, esta marginalidad adquiere su brillo para los críticos, ya que algunos, como Ramón Reboiras (periodista y escritor de numerosas revistas culturales, en la actualidad dirige Tinta Libre) quiere que los lectores descubran cosas nuevas, «por eso quiero romper con esa fama de aburrimiento y pesadez que tiene la literatura, siempre haciendo nuevas propuestas de calidad»
En la conferencia, también participó Javier Rodríguez Marcos (crítico literario de Babelia), que apuntó que la prensa y la literatura actúan como un elemento vehicular para el lector. La prensa ha hecho que la conversación se haya abierto y haya muchos más canales de difusión. El ABC fue el primer periódico con un suplemento cultural, y en la actualidad se sigue manteniendo como un método de promoción, prestigio o costumbre, según determine cada uno. Lo mismo ocurre con otros suplementos como Babelia (suplemento de El País) o El Cultural (suplemento de El Mundo).
Rodríguez Marcos cree que la influencia de la crítica antes recaía sobre el lector, y ahora recae sobre los libreros: «ellos son los que venden los libros y recomiendan. Hay una multiplicación de títulos tal que es imposible orientarse, y ahí está la figura del librero»
En cualquier caso, y como apunta Blanca Berasategui (creadora y directora de la revista semanal El Cultural), sí es cierto que ha disminuido la crítica literaria por la cantidad de voces que hay. Los que tienen más capacidad de influencia son los blogueros con miles de seguidores. «Por lo tanto, la crítica literaria seria, rigurosa y de calidad está mucho más escorada, y nunca ha tenido tantas dificultades en mantener el rigor y la independencia con agentes externos que opinan con las tripas y sin pasar por la cabeza». En la actualidad, la gente se informa por muchas vías sobre qué libro quiere leer. Y, muy al contrario de la opinión de Rodríguez Marcos, Berasategui subraya que el librero no es tan esencial para la elección de un libro. Esta idea la apuntala declarando que la vida del libro es efímera y que cada vez están menos tiempo en las librerías: «Si no hablas de ello, al día siguiente ya no están en la librería». Y es que lo cierto es que se edita de una manera excesiva que enturbia el panorama editorial.
Babelia, El Cultural, etc, los suplementos culturales tienen una gran capacidad de movilización, Pedro Berhan da Costa (representante de Portugal) se pregunta si estos suplementos no deberían tener una capacidad más allá de la crítica y abarcar todas las áreas culturales (música teatro, diseño, moda).
Rodríguez Marcos también destacó en la conferencia el espinoso tema de las fajas de los libros, que en ocasiones (por no decir siempre) son un incordio para los libreros. Antiguamente estas promocionaban premios de ese libro; de hecho, es lo que antes mira el lector cuando coge un libro. Pero es importante mirar a qué medio se dirigen las citas de esa faja. Nunca va a parecer un tuit de nadie, ya que son citas que han aparecido en suplementos culturales, y si el libro es una traducción, aparecerán periódicos tan mediáticos como Le Monde o The Times, por ejemplo. «Cuando empecemos a ver en esas fajas opiniones anónimas, habrán empezado a cambiar muchas cosas» (Rodríguez Marcos).
Sí, la faja puede ayudar en la compra de un libro, pero ¿qué otras cosas pueden influir? Berasategui cree que muchas veces tiene más relevancia la entrevista con el escritor que leemos en el suplemento, y sobre todo si se leen en formato digital, pues es la versión más larga y allí se cuelgan más contenidos: enlaces a libros anteriores, más entrevistas con el escritor, etc. Pensad la importancia que puede tener el suplemento si al años se escriben, al menos en El Cultural, unas 800 críticas. «Imaginad, tenemos que acertar en los 800 mejores libros que han saludo al año, y todo bastante rápido, porque desaparecen del escaparate muy pronto» (Berasategui).
No hay que olvidar que la conferencia giraba en torno al suplemento, y también analizaron la relación que se establece con el periódico. Los suplementos se han mantenido durante mucho tiempo, y ahora empiezan a ser parte de la oferta. Berasategui añadió que «El Cultural no forma parte empresarial con el periódico El Mundo, solo tenemos un contrato de colaboración y distribución. Así se estableció hace 20 años con muy buena relación». Rodríguez Marcos cree que «el suplemento tira del periódico en El Mundo, en El País tiene el eco que tiene el periódico, es distinto». Por último, el suplemento de La Vanguardia empezó entre semana, y luego se ha ido a los fines de semana, al igual que el resto de suplementos. Esto para que veáis la importancia del suplemento en la prensa, que no deja de ser un reclamo más para los amantes de la lectura.
Y vosotros, ¿compráis algún periódico solo por el suplemento cultural?, ¿hay algún suplemento cultural que os guste más que otro por las críticas literarias que publican?, ¿por quién os dejáis influir a la hora de comprar un libro (blogueros, amigos, críticos literarios?).
Un país vale lo que vale su prensa. Albert Camus.
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