Cuando nos ponemos a aprender historia, a curiosear sobre el pasado y, en muchos de los casos, disfrutar de ella, debemos tener en cuenta en primer lugar la concepción del tiempo, algo que se da por supuesto, aunque no siempre se tiene una idea clara.
El tiempo es algo que está presente en nuestras vidas, en nuestras actividades y en nuestro lenguaje.
Percibir el paso del tiempo no resulta una tarea fácil, y se puede deducir tras el cambio de las cosas, de las personas (aquellas arrugas que van surgiendo con la edad). De cualquier manera, la representación del tiempo es indispensable para poder comprender esos hechos históricos que ocurrieron en el pasado.
Tenemos que la representación más utilizada tiene su origen en el siglo XIX y deriva de la ciencia newtoniana, y que en cierta medida sirve para medir los niveles de desarrollo y evolución de las diferentes naciones, y está sobre todo enfocada a aquellas del mundo occidental. Es verdad que esto lleva a una visión histórica limitada, ya que no refleja todos los elementos posibles, y además está muy determinado por la concepción del progreso, un término que no es interpretado de una forma unánime, sino que incluso hay visiones críticas sobre este. Si lo trabajamos desde un punto de vista didáctico, esta visión temporal va determinando la estructura de conceptos, por eso debemos tener una percepción clara (en términos artísticos tridimensional) del tiempo, como una red que va tejiendo nuestra interpretación histórica.
Pero no se trata solo de poder ordenar diferentes hechos en un eje cronológico, sino de ir observando como algo ha cambiado hasta el presente para poder comprender mejor esa relación entre estos dos tiempos, y además trabajar en esa perspectiva, ya que sin ella estaríamos condenados a una visión ciertamente errónea. Por otra parte está clara que debemos hacer una selección de elementos o acontecimientos claves para un sentido correcto a nuestra narración de algo histórico.
Tres son los tiempos a tener en cuenta: pasado, presente y futuro. Aunque se pueden marcar algunas directrices de lo que puede pasar, realmente debemos mantener cierta percepción de incertidumbre (en mi opinión). También existe otra variable, y es que hay un pasado reciente, del que nuestra memoria puede recordar, y otro que va antes de nuestra existencia, cuando en según que épocas se carecen referencias cronológicas en las que poder ordenar unos hechos en los ejes.
Representación de Cronos. Titan, mitología griega.
" data-orig-size="419,563" sizes="(max-width: 223px) 100vw, 223px" aperture="aperture" />Representación de Cronos. Titan, mitología griega.
Los ejes cronológicos se convierten en un elemento fundamental para organizar de forma temporal los elementos del pasado, pero solo se trata de una ayuda, de la que nos podemos aprovechar para conectarlos en una narración histórica. Esta concepción del tiempo ha de ser trabajada ya desde la niñez, en el momento en el que ser humano comienza a ser consciente de esta construcción de ideas que van más allá de lo perceptible por nuestros sentidos.
Via| Pagès Blanch, J., Santisteban Fernández, A., (2010), “La enseñanza y el aprendizaje del tiempo histórico en la educación primaria”.