Por desgracia, la masonería no es campo abonado para las contradicciones. Esto ocurre en unas obediencias más que en otras, como por todos es sabido. Y tenemos muchas, muchísimas contradicciones, que por la falta de análisis crítico por parte de muchos de nosotros, siquiera llegamos a planteárnoslas, y si es así, pronto abandonamos nuestras reflexiones por las imposiciones de una supuesta doctrina masónica.
Los Maestros tenemos una responsabilidad importante en esto. Es decir, que en lugar de fomentar el análisis concienzudo en aprendices y compañeros, nos dedicamos, en el mejor de los casos, a transmitir la parte más dogmática de la masonería en lugar de enseñar a pensar por sí mismos.
El propio método masónico, incita la mayoría de veces a no cuestionarnos aquellas enseñanzas que se nos transmiten por el hecho de que un superior en grado nos los muestre. El respeto jerárquico es tal, y las enseñanzas tan restringidas a los tópicos más fútiles, que no surten el efecto que sería deseable.
Indudablemente, el nivel intelectual de una Logia, como núcleo básico que compone el universo masónico, depende exclusivamente del nivel intelectual que sus maestros detenten. Por desgracia, en muchos casos no es el suficiente, y nos dedicamos a repetir como loros los argumentos y comportamientos que se nos brindan, en muchos casos sin saber a qué se debe tal o cual costumbre. Éste es uno de los mayores impedimentos que podemos encontrar a la hora de tallar nuestra piedra bruta: la falta del ímpetu del librepensador.
Precisamente en el hecho de conocerse a sí mismo o gnóthi seautón, que se representaba en el frontispicio del Templo de Delfos en la Grecia clásica, es la base para conocer al mundo que a uno le rodea.
Si no te conoces a ti mismo jamás podrás interpretar la asunción que tu cuerpo y tu alma realiza del mundo exterior y viceversa.
Entre las muchas contradicciones que nos acechan, hay una que ha llamado mi atención poderosamente. Cuando surgen las preguntas, surge el estudio de sus respuestas y por consiguiente la evolución intelectual del individuo; y una de las muchas que se me ha planteado es la siguiente: Si la fraternidad debe ser universal ¿por qué aceptamos con naturalidad la explotación del hombre por el hombre?
La pregunta me surgió al leer una entrevista que tuvo lugar entre Salvador Allende y Regis Debray, conocido por todo el mundo como acompañante del "Che" en su revolución cubana y "sospechoso" de delatar su posición en Bolivia en el momento de ser atrapado a instancias de la C.I.A..
Sabíamos que Allende era masón, pero no que Debray lo era. Desconocemos su filiación masónica, pero hay varias referencias creíbles circulando por la red. En el transcurso de la entrevista se le pregunta al "compañero presidente":
R. Dubray: "Siempre he oído hablar de usted como habiendo tenido relaciones con la masonería y usted es marxista (...) ¿ve usted una contradicción entre su supuesta relación con la masonería y su posición marxista, su posición de clase?"S. Allende: "(...) La masonería luchó por principios fundamentales como libertad, igualdad y fraternidad, uno puede tener esas conexiones. Ahora bien, yo he sostenido dentro de la masonería que no puede haber igualdad en el régimen capitalista, ni siquiera de oportunidades, por cierto; que no puede existir fraternidad cuando hay explotación de clase, y que la auténtica Libertad es concreta y no abstracta. Así es que yo le doy a los principios masónicos el contenido real que deben tener. Ahora, yo sé perfectamente bien que hay países en que la masonería no podría ser considerada de acuerdo con esos principios.
La concreción de esta dicotomía se acentúa más si cabe en el ámbito masónico. Aparte de las otras dos premisas a las que Allende hace referencia (igualdad vs. falta de oportunidades y libertad concreta vs. abstracta) aparece un poderoso tercer elemento: La fraternidad vs. la explotación de clases.
Es cierta la idea de que en masonería, dentro de nuestras "Tenidas" o reuniones periódicas bajo secreto, se enfatiza en que dentro "no hay metales", o dicho de otra manera, no hay clases. Simplemente, tras la apertura de trabajos, si un masón es fiel a su propia condición, deja su estado mental profano para entrar en uno genuínamente masónico. En cierto modo, trasciende el ideal filosófico del comunismo libertario, es decir, se convierte en una sociedad a pequeña escala con una ausencia total de clases sociales, exceptuando aquéllas que por grado y condición le corresponda a cada Hermano.
No obstante, se trata de una escala de grados simbólica en la que se administran los conocimientos propios del primer, segundo y tercer grado más que una división jerárquica real.
Pero volvamos al tema que nos ocupa. El valor fraternal ha tenido gran influencia en los más importantes movimientos políticos de la historia reciente. Translució especialmente en el movimiento obrero y en concreto en el anarquista, cuyo valor primordial sigue vigente en la actualidad.
Este sentimiento fraternal de carácter universal originado por el sentimiento de pertenencia a una misma clase, dio lugar al primer slogan plasmado por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: "Proletarios del mundo, uníos". Bajo la cascada de significados que podamos extraer de esta frase, el principal nos dice que perteneciendo a la misma clase, seamos una familia sin países ni fronteras en fraternidad, por un sentimiento solidario con nuestra causa común: la Libertad y la Igualdad (reales, tangibles).
Desde de un punto de vista histórico, tras la Revolución Inglesa de 1640 y la Revolución Francesa de 1789, el régimen social capitalista comenzó a predominar en el mundo y la burguesía se erigió cada vez más como clase dominante a nivel mundial en lucha contra las fuerzas seculares del atraso expresadas en el feudalismo, las monarquías autocráticas y la jerarquía eclesiástica.
Pero la nueva sociedad que nació detrás de las grandes consignas de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que al emancipar a la burguesía creyó que emancipaba a la humanidad, demostró muy pronto las condiciones antagónicas que llevaba en su seno. Que la libertad era sólo la que tenía la burguesía de traficar libremente con las mercancías para desarrollar el capitalismo y la libertad para comprar la mercancía más valiosa: la fuerza de trabajo de los obreros. En esas condiciones la Igualdad y la Fraternidad se tornaron en frases huecas y sin contenido.
En Alemania, una de las precursoras del movimiento obrero a razón de su nivel industrial, antes de 1871, los obreros solían encuadrarse en asociaciones de trabajadores que giraban en torno a lo cultural y a lo deportivo para evolucionar hacia lo político y reivindicativo, con influencias ideológicas del liberalismo, del socialismo y hasta del idealismo hegeliano. También en torno a las sociedades de socorros mutuos. Una de las más importantes asociaciones obreras alemanas fue la Fraternidad Obrera General Alemana creada en 1848. Hay muchos ejemplos más de Fraternidades Obreras a lo largo de la historia, comenzando por la creación de los propios sindicatos o Trade Union en su versión original inglesa, pero esto sería objeto de un extenso artículo aparte.
En cuanto al concepto de fraternidad anarquista, según explicaba Sébastien Faure en su Enciclopedia anarquista (1934), el comunismo tiende a sustituir el sistema de explotación capitalista por una forma de sociedad igualitaria y fraterna. No es raro encontrar personalidades anarquistas trabajando en Logias. El más claro ejemplo fue el propio Leon Tolstoi o Mijhail Bakunin, padre del anarquismo colectivista, o en España con ilustres representantes entre los que se encuentra el propio Ferrer i Guàrdia o los hermanos Alcrudo Solórzano ejecutados por las tropas facciosas por sus dos incompatibles tendencias con el fanatismo religioso: el anarquismo y la masonería.
El propio Papa Francisco, en su mensaje en el día Mundial de la Paz del pasado año, expresaba que "la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera".
Por ello, por todo lo expuesto y muchas cosas más que no caben aquí, pienso que la fraternidad se debe a un sentido de pertenencia a algo, en concreto, a la condición humana. Por ello, quienes la transgreden a diario, aún emitiendo mensajes publicitarios con valores nobles, en realidad pretenden fomentar el individualismo consumista, aniquilando así cualquier atisbo de unión fraternal entre humanos, y eliminando cualquier resquicio de que su propia compasión les induzca al sendero de la paz y el entendimiento entre los pueblos.
En definitiva, y siempre según mi criterio, con absoluto respeto a los que me precedieron y a los que vendrán, la masonería, al menos como yo la entiendo, aquella que nos desprovee de nuestros metales, y nos convierte en hombres y mujeres libres de ataduras no más allá de las que nuestra honestidad nos permita; esa masonería es la que practicaré, y aspiraré siempre a una Orden libre de los prejuicios y falsos supuestos que se nos inculcan sólo por intereses que no responden a la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad (real y tangible, no hundida en la hoquedad de los mediocres).
Acabaré citando de nuevo al Querido Hermano y Maestro Masón Salvador Allende, en unas palabras leídas en Tenida al presentar su Plancha de Quite (dimisión masónica), hecho luz al ser depuesto por la más absoluta obscuridad:
"¿Quiénes integran nuestra Orden? ¿Podría, con honestidad intelectual, imaginarse que su composición refleja a la sociedad chilena de hoy? La respuesta, al menos en mi comprobada experiencia, tiene que ser negativa. En la Orden sólo se cobijan elementos de la burguesía. No hay en este aserto calificativo de ninguna especie. Es un hecho y nada más. En consecuencia, los principios que animan la vida masónica son practicados por un grupo -no el más vasto- de nuestra comunidad. ¿Debe la Orden permanecer indiferente ante una vacancia de la clase obrera como la que enuncio? Más aún, ¿se trata de un fenómeno accidental?"