Revista Opinión

La incomprensible cobardía del PSOE

Publicado el 13 enero 2012 por Franky
Tras la "huida" de Zapatero, rechazado por su pueblo, y la pérdida del poder en las elecciones generales de niviembre, la cobardía sigue siendo el peor "pecado" del socialismo español, por encima de la corrupción y del abuso de poder.

Muchos creen que los socialistas han sido derrotados en las urnas por su fracaso al gestionar la economía y por los altos niveles de corrupción que han introducido en el Estado, pero es probable que la principal causa haya sido la cobardía de apoyar y mantener en el poder, durante años, a Zapatero y a su equipo, a pesar de que era obvio que estaban destrozando España y arruinando a sus ciudadanos. El silencio de los corderos socialistas, incapaces de plantar cara al peor presidente de un gobierno de España desde Fernando VII, les ha llevado a la tumba política.

Pero esa cobardía continua viva y activa, a juzgar por los acontecimientos que está viviendo el PSOE en la presente etapa de búsqueda de un líder que sea capaz de reconducir al socialismo hacia el primer plano de la política española. Del mismo modo que guardaron un silencio miserable y cobarde ante los abusos y errores de Zapatero, lo están manteniendo ahora ante la evidencia de que ni Rubalcaba ni Chacón pueden representar novedad, regeneración o futuro alguno para el partido, ya que ambos son emisarios del pasado que formaron parte del derrotado y siniestro aquelarre de Zapatero, causante de los peores males de España.

Hablas con ellos en privado y te dicen que el partido está desquiciado, que la militancia en pleno está deseosa de rebeldía, en contra de continuar por la misma senda, que una catalana que odia a España o una rata aficionada a gestionar secretos no pueden dirigir el partido, que el socialismo y el mismo Estado, con cualquiera de los dos candidatos a secretario general, estarían en peligro, pero después guardan silencio en público y aportan avales y apoyos a las dos opciones contaminadas del pasado.

Aunque las estadísticas digan que más de la mitad del PSOE rechaza la herencia de Zapatero, lo único que emana del socialismo español en estos días difíciles es un prudente silencio y una actitud sometida a las élites, a la que llaman "disciplina", porque saben que equivocarse en la elección o ir contra los dirigentes del partido significa caer en desgracia y poner en peligro la carrera política.

Para justificar ese silencio cobarde dicen que los trapos sucios se lavan en casa, pero no es esa una actitud de prudencia sino de miedo.

Es cierto que la mayoría de los militantes socialistas padecen en estos días auténticas crisis de conciencia ideológica, como consecuencia de los estragos y dramas causados en España por las decisiones y políticas del gobierno Zapatero. También es cierto que en el pasado del partido se vivieron algunos momento de rebeldía y valor frente a la locura de las élites dirigentes, pero no es menos cierto que algo terrible y degradante ha debido ocurrir en el ideario socialista para que se imponga ahora, con una extraña contundencia y unanimidad, “el silencio de los corderos” frente al ejercicio libre de su inalienable derecho a disentir en público, a defender sus principios.

Muchos de ellos afirman que están en contra de los herederos oficiales del Zapaterismo (Rubalcaba y Carme), a los que consideran incapaces de regenerar un partido al que ellos mismos han contribuido a envilecer y derrotar, mientras otros sostienen que en la actual batalla por la sucesión sólo existe el ansia de acumular más poder y competencias. Sin embargo, la única "discrepancia" que se percibe es el silencio cobarde.

Mi amigo Luis, que ha sido alto cargo socialista en la Junta de Andalucía y que ahora es un serio militante de su agrupación, indignado ante el avance nauseabundo de la corrupción socialista en Andalucía, explica magistralmente el drama del PSOE y me confiesa que "El mayor problema del socialismo español e, incluso, de toda la izquierda europea es que a la hora de elegir entre la ideología y el coche oficial, siempre elegimos el coche".

Los auténticos socialistas, los pocos que creen que el partido debe elegir a gente nueva, no manchada por el pasado y capaz de recuperar los principios e ideas, abandonados por una casta dirigente obsesionada únicamente por el poder, tienen ahora y tendrán en las próximas semanas muchas oportunidades para discrepar y demostrar que el socialismo no merece ser abolido y que un socialismo renovado y diametralmente distinto al de los corruptos y canallas que lo han pilotado en las últimas décadas tiene un espacio reservado en la política española.

Veremos qué pesa más en la balanza, si el coche oficial o la honradez ideológica.


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