Pues resulta que está Escocia inmersa en un proceso democrático que le ha a conducir, previsiblemente, a la independencia política y económica del Reino Unido.
Y aunque parezca baladí, no es una decisión cualquiera, tan solo hay que ver las consecuencias.
Por ejemplo:
Fuga de capitales
Ante el temor de encontrarse con una moneda nueva, desconocida, devaluada y despreciada, inversores y ahorradores mueven su dinero hacia bancos ingleses.
El propio Royal Bank of Scotland anuncia que se trasladaría a Inglaterra si gana el sí.
Cambios de banderas
La bandera de Reino Unido es la resultante de la fusión de tres banderas: Inglaterra, Escocia y San Patricio (parte de Irlanda).
La separación de Escocia generará, por fuerza, una nueva bandera, sin fondo azul, ni cruz blanca.
Y, este cambio, afectará a todos los países y lugares coloniales: Australia, Nueva Zelanda, Fiyi, Tuvalu y Gibraltar.
¿Alguien ha valorado el coste económico que le supondrá a Reino Unido este ‘simbólico’ cambio?
¿Qué pasa con la deuda?
Escocia quiere independencia pero con Libra Esterlina. Europa no les admitiría dentro del Euro. El mantener la Libra como moneda la depreciaría, pues tendría que asumir la deuda pública de Escocia. Es algo así como asumir los problemas económicos de un mendigo de la calle.
Éstos son algunos ejemplos, pero el reparto de petróleo y gas del norte, las limitaciones en el comercio exterior, o el precio del salmón y del whisky, aparecen en el trasfondo…
Y Cataluña, expectante.