Revista Opinión

La indignante pelea de los niñatos. Rajoy y Sánchez se repelen y se odian

Publicado el 13 febrero 2016 por Franky
Están avergonzando a España con su pelea de niñatos. Rajoy y Pedro Sánchez, a pesar de que España necesita que dialoguen y colaboren para salvar la nación, ni siquiera pueden soportarse y no sienten vergüenza de exhibir su pelea barriobajera delante de la preocupada sociedad española. Mientras tanto, a pesar de que cada día le estallan escándalos de corrupción en pleno rostro, afirma la Cospedal, secretaria general del PP, con descaro e injusticia, que los políticos son tan corruptos como la sociedad española, una falsedad que nos ofende a todos porque la corrupción española es un virus que se ha incubado en los partidos políticos, se ha hecho adulto en el corazón del Estado y nos ha sido contagiado por la clase política, que fue pionera en desvergüenzas, robos y suciedades. Comparar la sociedad española con su clase política es una indecencia de gran calado que merece el rechazo masivo de los ciudadanos. La verdad desnuda es que los políticos sostienen y alimentan una caricatura de democracia, una dictadura camuflada, el cortijo privado de las élites, de las familias económicas y de unos caciquillos encaramados en el Estado que, con aire chulesco y con descaro imperdonable y sin ética, saquean, desvalijan y causan daños terribles a España. --- La indignante pelea de los niñatos. Rajoy y Sánchez se repelen y se odian Basta echar una mirada al comportamiento de Rajoy y Pedro Sánchez en estos días cruciales para la formación de un nuevo gobierno para darse cuenta de que los políticos son mucho peores que los ciudadanos a los que dicen representar. Incapaces de ponerse de acuerdo, impedidos para pactar, impotentes para dialogar, la imagen que ofrecen es la de dos adolescentes pendencieros y chuletas que se pelean para impresionar a sus respectivas pandillas y reafirmar su liderazgo en las bandas. Los intereses propios y sus bajas pasiones les importan más que España, que el interés general y que toda la ciudadanía.

España quiere que se entiendan, pero parece que a ellos les da igual España y que sólo luchan por ellos mismos y por sus respectivas bandas. La pelea irresponsable de esos dos gallos avergüenza a la nación y produce sonrojo en las democracias mundiales. No se les ve el respeto ni la grandeza, ni los valores. Carecen de ejemplaridad. Sólo odio y desprecio vergonzantes. No merecen ser líderes.

Sus respectivas huestes del PP y del PSOE no son capaces de reprimir esa pelea vergonzosa que se disputa ante las cámaras. Les jalean como idiotas, a pesar de que España necesita que unan fuerzas para salvar la nación. Mas que políticos responsables parecen pandilleros del Bronx.

La sociedad española era decente y estaba adornada por muchos valores hasta que llegaron los políticos de la falsa democracia y la corrompieron. Hace cuarenta años, cuando el dictador se moría en la cama, los españoles dormían con las puertas de sus hogares abiertas, no pagaban impuestos, convivían con el respeto, la honradez y otros muchos valores en los hogares y devolvían hasta un simple real cuando el tendero les daba la vuelta de la compra equivocada. Apenas había delincuencia y el respeto a los demás presidía la convivencia.

Pero entonces, tras la muerte de Franco, llegaron ellos y empezaron a trapichear, a mentir, a engañar, a redactar leyes de doble o triple interpretación, a acumular privilegios, a prostituir la democracia y a alardear de aquello que dijo Solchaga, que España era el país del mundo donde uno puede hacerse rico con más rapidez. Acababan de aprobar una Constitución mediocre y truculenta, que presentaron ante los ciudadanos como democratica, cuando ha servido para amparar una vulgar dictadura de partidos y océanos de corrupción y de impunidad para delincuentes con dinero y poder, redactada a base de corta y pega, en una cafeteria cercana al Congreso, donde las opiniones del termodinámico Alfonso Guerra y el sabelotodo Abril Martorell se convertían en artículos intocables de la Carta Magna.

Los partidos políticos han dilapidado en España un capital inmenso, el que le otorgaron los ciudadanos que, inocentes y crédulos, los recibieron con los brazos abiertos y con admiración infinita. Hoy, tanto el partido de Cospedal como el de Pedro Sánchez, son dos pozos de estiercol corrupto que deberían estar de rodillas y pidiendo perdón porque los ciudadanos los señalan en las encuestas como el mayor problema del país.

Nuestros políticos, casi todos millonarios y orgullosos de haber roto sus conexiones con el pueblo para unirse a las élites, en lugar de postrarse avergonzados por sus fechorías y estragos causados a una España que se rompe y de la que se ríen en el mundo por su suciedad corrupta, se dedican ahora a ofender a la verdad y a la sociedad afirmando que la corrupción es un reflejo de la sociedad, cuando la sociedad, en España, es y ha sido siempre mil veces mas decente y digna que su clase política.



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