Hay cosas que en la vida no se entienden, por ejemplo ese gusto de las personas por ir diciendo las verdades. Ya saben esas perlas que te sueltan a la cara del tipo: “te sentaba mejor el pelo largo” cuando justo te lo acabas de cortar a lo Miley Cyrus y no hay mucho que hacer. Este tipo de personas suelen sentirse orgullosas escudándose en que “siempre hay que decir la verdad”.
Sin embargo, hay otro tipo de personas, que dicen las verdades con “sutileza”. Esas suelen ser mis favoritas en la vida. Digamos que lo dejan más claro que el agua pero eso si, ¡antes te ponen vaselina y te hacen la pelota! y no puedes decir nada porque primero vino el beso y luego la cachetada. La cara de pez globo nadie te la quita después de la sutileza recibida pero al menos sonríes.
¿A que viene todo esto? A que he conocido un tercer tipo de verdades, las que quieren ser discretas pero que resultan revelar todo tipo de indiscreciones detrás. Quizás en el fondo es peor que una verdad a la cara pero “sin intención” de dañar. Ejemplifiquemos:
Resulta que en Navidades vino a visitarme toda la mexican family. Si, mi piso se llenó de ocupas en donde se escuchaba hablar mexicano, se desayunaban huevos, se comía y se cenaba con chile y no parábamos de echar desmadre. No me quejo, fue intenso pero revitalizante.
Sin embargo, hay una cosa que cambió drásticamente: no es lo mismo desplazarse a cualquier sitio una familia de tres miembros léase Semenator, Critter y yo y el pequeño canino Torro ¡que intentar desplazar a 15 personas! Menos mal que en mi chulo Lionville todo es manejable y podíamos algunos desplazarnos a pie y otros ir en coche que por mucho monovolumen que uno tenga ¡meter a quince es imposible!
Pero claro, llega el día de Navidades. Ese día en donde hace un frío criminal, en donde uno se pone unos trapitos monos, en donde tiene que hacer de trineo de Santa Claus para llevar los regalos y en donde terminas haciendo veinte viajes parriba y pabajo con tal de llevar a toda la familia a casa de los suegros.
Ese día es cuando todos los que están por las ciudades vuelven a su casa y ese día ¡el más tranquilito de todo el año! es cuando te llaman los amigos de toda la vida para tomar un cafetín. Se podrán imaginar que con tanto jaleo de ir y venir, a Semenator se le hizo fácil contestar en el grupo de Whatsapp que era imposible quedar a tomar café dado que estaba toda mi familia en España y que yo no cabía en el coche.
El coche en cuestión era un siete plazas y yo y Fetín seríamos los pasajeros que no cabíamos. Digamos que para nosotros la explicación bastó y sobró. Para otros fue el inicio de la gran zozobra.
Y el día de ayer recibí una llamada por teléfono de uno de estos amigos del grupo que es con el que más confianza tengo. Después de las preguntas cordiales, el chismorreo y ponernos al tanto me suelta la perla de: -A todo esto ¿cómo estás? ¿Ya no te queda nada no?
Dado que es un hombre no le contesté con el número de semanas que me quedan si no que le dije que en un mes y poco ya tendría a Fetín en brazos.
Y en eso me dice:- ¿estás peor de grande que con Critter? A lo cual me quedé sorprendida. ¿Peor de grande? ¿Que cojones significa grande? ¿Grande es gorda, es hermosa, es alta?
Después de un breve silencio le dije que bueeeehhh que iba por el mismo camino pero que con Fetín todo se había ido a la tripa y que parecía que me había comido una pelota de golf….bueno ¡de basketball! pero que tampoco era para tantooo…
A lo que él respondió: - ¡Ah me alegra escuchar eso! No veas como nos quedamos ojipláticos en Navidades ya que todos comentamos “discretamente” que ¡habría que ver cómo te habrás puesto para literalmente no caber en el coche! Tía cuídate que luego las carnes se aguadan…Literalmente las palabras son peligrosas. Y las discreciones indiscretas….