Revista Salud y Bienestar

La infancia bajo control

Por Miguel @MiguelJaraBlog

La Plataforma Internacional Contra la Medicalización de la Infancia me cuenta que el canal ARTE de la televisión francesa ha emitido una película titulada La infancia bajo control, realizada por Marie-Pierre Jaury. Este documento sale al paso de un informe del INSERM (Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica de Francia) de 2005, titulado Los trastornos del comportamiento en el niño y en el adolescente, en el que dicha institución presume de haber llegado a la conclusión de que era posible predecir que un niño travieso o desobediente pudiera llegar a convertirse en delincuente en la edad adulta y en consecuencia recomendaba detectar cualquier posible alteración en su comportamiento desde la guardería.

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Entre los rasgos infantiles que permitirían predecir al criminal del futuro están la agresividad, el cinismo, la escasa docilidad o el bajo índice de moralidad. El informe fue utilizado como base de un anteproyecto de ley sobre la prevención de la violencia que quería poner en funcionamiento un carné de comportamiento que serviría para realizar un seguimiento del pequeño que, en caso de no ajustarse a los criterios de normalidad del Gobierno de turno, debería ser modificado con fármacos.

Afortunadamente el informe y el anteproyecto de ley provocaron una revuelta de numerosos pediatras, psicólogos, psicoanalistas e intelectuales, y de muchas de sus instituciones, que acusaron al INSERM de querer promulgar la vigilancia generalizada de los más pequeños, desde la edad de tres años de edad, bajo la influencia de la psiquiatría conductista anglosajona, legitimando así una ideología “de la seguridad” que está en plena expansión. Una ideología fascista que pretende delirantemente localizar desde la infancia a los futuros delincuentes potenciales con el fin de prevenir lo que un diputado ponente denominó sus “comportamientos desviados”.

Me cuentan que esta es una peligrosa manera de ver las cosas que está determinando las políticas sanitarias y sociales en países como Canadá, Alemania y Gran Bretaña. La premisa de la que se parte es que la delincuencia es una enfermedad reconocible desde la temprana infancia. Ésta es la excusa para que los gobiernos con el apoyo de las neurociencias y de la psiquiatría deban poner a la infancia bajo estricta vigilancia.

A cada trastorno le correspondería su detectable y comprobable molécula. La etología, la neurobiología y la genética se dedican a investigar las causas fisiológicas de los comportamientos “antisociales”. Cada vez se utilizan tests más irracionales para diagnosticar más precozmente la “anormalidad” de los ataques de cólera, de las angustias, depresiones, hiperactividad o de las dificultades para concentrarse de los niños. El objetivo es curarlos con diversos medicamentos que la industria farmacéutica promueve y que les son administrados a los niños cada vez con más frecuencia. Prozac (fluoxetina), Ritalina (metilfenidato), ansiolíticos, antipsicóticos y antiepilépticos ya son utilizados por lios niños con relativa frecuencia.

Sustancias todas con reacciones adversas y consecuencias imprevisibles. Apoderarse de objetos, no prestar atención, desobedecer, mentir y soltar agresividad se identifican como síntomas de esos “trastornos del comportamiento” clasificados por la biblia de la psiquiatría americana, el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los desórdenes mentales).

Con claridad y concisión -me cuentan-, la película entrevista a investigadores y profesionales de los diferentes países a los que esto concierne y escuchando los argumentos de ambas partes, intentan alertar sobre las falsas raíces científicas de esta totalitaria política de control y sus posibles consecuencias.

Así que si alguien es capaz de encontrarla con subtítulos en castellano que avise.

Más info: El libroLa salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo(Península, 2009) posee un capítulo dedicado a la invención de trastornos y hace incapié en los mentales y los destinados a la infancia.


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