La noticia sobre la Ley del Aborto fue anunciada en vísperas de Navidad, justo en el momento en que miles de españoles desconectaban de la actualidad
i el año pasado fueron los papeles de Bárcenas y los ERE de Andalucía, los dos temas que acapararon la actualidad mediática. Éste, probablemente sea el año de la "cuestión catalana"; los "presos de ETA" y la "imputación de la Infanta". Digo esto, porque desde que comenzó el 2014 no se escapa el día que en los informativos aparezcan alusiones a la "sota, caballo y rey" acostumbrados. Parece como si los seis millones de parados; los desahucios; las preferentes; la violencia de género y la gestión nefasta de Rajoy no fueran "importantes" para los jinetes de la mañana. En cualquier tertulia televisiva se habla de catalanes, infanta y terrorismo. ¿No habíamos pasado ya la página de ETA?, ¿qué hacemos, por tanto, erre que erre levantando el polvo de un rebaño silenciado? Parece, no sé si a ustedes les pasará lo mismo que a mí, como si existiesen ciertos temas "cotidianos" que cotizan más que otros en los quioscos de la esquina. Desde la crítica no debemos consentir que los elefantes – me refiero a los grandes medios de este país – nos manejen como títeres. Nos manejen, les decía, para que hablemos de los temas que interesan a las élites burguesas, o sea, a las manos que les pagan.
Así las cosas, el periodismo que nos informa agonizan lentamente ante la falta de motivación lectora y la determinación "política" de sus escritos. El País se ha convertido en un periódico aburrido, carente de toda crítica y moderado hasta el hastío. Todo ello, estimados lectores y lectoras, para no enfadar a los bancos que sostienen las tintas de sus renglones. La Razón, de Marhuenda, es el vivo retrato de un diario sometido a las "corbatas y barrigas" de la “derechona clásica" de siempre. El ABC, "el pedigrí de la corona", lucha hasta la médula para dejar en buen lugar a las "joyas" de la monarquía. El Mundo de Pedro Jota, "un periódico de trincheras", nunca dirá nada que ruborice al expresidente de la gaviota, Aznar. Ante este panorama: ¿quién dice la verdad de todo lo que pasa? Nadie. Todo son, en palabras de Alejandro, mentiras a medias o verdades disimuladas, con tal de no espantar a sus clientes alienados. Probablemente, y con todo margen de acierto, los temas de moda: Cataluña, ETA y la Infanta, serán tratados de una manera u otra según los cocine ABC, La Razón, El País o El Mundo de Ramírez. Si desean sentir pena por Cristina, compren ABC. Si lo que prefieren es sentirse español y odio por Cataluña, compren a Marhuenda. Y, si lo que anhelan es una narración austera de los hechos, entonces no lo duden, y lean El País.
Mientras aquí – en esta Hispania de partidos, ajena a las democracias de audiencia- son cuatro gallos quienes deciden qué pienso se come en el corral de sus gallinas, en los prados del Norte existen otros "modelos de verdad", diferentes al que tenemos. Su modelo periodístico está formado por la suma de muchísimos felinos. Muchos medios, les decía, financiados con pequeñas aportaciones de lectores anónimos e independientes, sobreviven en la selva ante la quietud del cocodrilo. Son, precisamente, los lectores exigentes con los renglones de sus escritores, quienes están dispuestos a donar un poquito de sus monedas a cambio de una "verdad ácida" desprovista de intereses. Con tales aportaciones, los felinos investigan aquellos temas que interesan a la pluralidad de sus lectores. Solamente así, de esta sencilla manera, para todos sale el sol al caer la escarcha de la mañana. La suma de blogs y diarios independientes – supervivientes por las aportaciones lectoras – añaden conocimiento a una sociedad sujeta a los efectos del entramado. No existen poderes de los grandes sobre los pequeños, ni siquiera el pez grande se come al "chico" porque el tamaño de los mismos es similar en los fondos del océano. Aquí, en esta España de "envidiosos y casposos", en palabras de Unamuno, son muy pocos "los guapos" que se rascan la cartera para pagar informaciones veraces, plurales e independientes. Ante esta cultura de resistencia y burla ante lo pequeño, los grandes – los elefantes – aplastan sin decoro a las hormigas que rondan por la punta de sus pezuñas.
El periodismo que nos informa agoniza lentamente ante la falta de motivación lectora y la determinación política de sus escritos
Si se dan cuenta, la noticia sobre la Ley del Aborto fue anunciada en vísperas de Navidad, justo en el momento en que miles de españoles desconectaban de la actualidad para descansar con los suyos y olvidar, por unos días, los dimes y diretes entre Alfredos y Marianos. Justo en ese momento, cuando la Sociedad Civil bajó la guardia, es cuando las élites elegidas aprovecharon para clavar sus puñales al herido del ring. Así, con esta táctica silenciosa, la mayoría que nos gobierna cocina sus venenos, para sorpresa de muchos, en los fogones de la Moncloa. Gracias a esta estrategia, más de Arriola que de Mariano, los periódicos, "afines a la derecha", dedicaron sus columnas a hablar de la "salud y el dinero", en lugar de difundir: las malformaciones del feto y la caída del último reducto de Zapatero, la ley de plazos. Si no fuera por Cifuentes – para desgracia del PP – y por la "disciplina del voto", quizá el tema del aborto estaría más que zanjado, sin pasar por el "bombo y platillo" que pasará, sin duda alguna: la Infanta, ETA y los catalanes.
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