Revista Educación

La infanta indigna

Por Siempreenmedio @Siempreblog

10 febrero 2014 por alhobo

www.abc.es/fotonoticias

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El pasado sábado, la Infanta Cristina nos insultó a todos los españoles. ¡Sí a todos! Esa sonrisa cínica que mantuvo tanto a la entrada como a la salida de los juzgados no deja lugar a dudas. No sé lo que estaría pensando, ni me importa… Pero si nos creemos su falsa interpretación ante el juez, debemos pensar que en ese momento la única neurona que tiene estaría allí dentro (en el vacío de su cerebro) sin poder trasmitir ningún pensamiento. debía estar muy ocupada tratando de coordinar el movimiento de sus pies hacia el interior de los juzgados con el de los músculos faciales que le permitan mover los labios hacia arriba y enseñar los dientes.

No sé ustedes, pero yo no me creo nada de lo que dijo Cristina. Es más, me parece indigna e indignante su declaración. Una falta de respeto al sistema judicial, al juez Castro, a todos los españoles y, por qué no decirlo, a todas las mujeres. Nadie en su sano juicio se puede creer que la conocida como la “infanta lista”, esa que según su biografía oficial es licenciada en Ciencias Políticas y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Nueva York, no lee lo que firma, no sabe lo que hace su marido y piensa que el dinero nace en el bolsillo de papá. ¡Por favor! ¡Un poco de respeto!

La Infanta indigna se limitó a decir durante 400 preguntas: “No me consta señor juez, no me acuerdo, yo sólo quería mucho a mi marido”. Como dice un amigo mío (que además es republicano): “Vete por ahí”. Y yo añado, muy lejos y sin nuestro dinero por favor. Ya está bien de tomaduras de pelo y de vivir a cuerpo de rey (nunca mejor dicho) a costa de todos los que nos levantamos cada día a las seis de la mañana para ganar un sueldo con el que mantener a nuestras familias y pagar a Hacienda.

Ya lo dijo el juez Castro durante el interrogatorio, pero “¿usted pensaba que todo esto iba a colar”? Pues claro que NO y desde aquí quiero sumarme a todos los que fuera de los juzgados de Palma le gritaron “Castro, sólo nos quedas tú”. No sé lo que pasará a partir de ahora, si la juzgarán o si se irá de rositas, pero sólo por haber llegado hasta aquí el juez Castro se merece todo mi respeto y le doy las gracias por su coraje y trabajo.


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