Una de las infecciones cutáneas más frecuentes en la edad pediátrica es la producida por el virus Molluscum contagiosum, que afecta únicamente a piel y mucosas.
¿Cómo se transmite?
Se transmite por contacto directo cutáneo o a través de objetos contaminados. También existen otros factores menos importantes implicados en su transmisión, como son el calor, la humedad, o la higiene inadecuada. Es frecuente la autoinoculación, así como el contagio entre familiares, especialmente entre los niños. En este grupo de edad produce pequeñas epidemias, sobre todo entre los que hacen natación en la misma piscina. El periodo de incubación desde la exposición al virus hasta la aparición de las lesiones en la piel es de unas 2-8 semanas.
¿Cómo son estas lesiones?
Son como unos granitos firmes del color de la piel, blanquecinas o rojas, brillantes, y a menudo umbilicadas (hundidas en el centro). Están centradas por un orificio del que por compresión se expulsa un material blanquecino con multitud de partículas virales. Pueden ser lesiones aisladas o aparecer cientos de ellas, siendo más frecuente la diseminación en niños con la inmunidad alterada, dermatitis atópica o con otras enfermedades crónicas de la piel. La localización es variable, y aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo es más cuerpo en el tronco y en las extremidades, con predilección por los pliegues (codo, rodilla o axilas) y respetando palmas y plantas. Las lesiones son asintomáticas o pueden picar un poco (sobre todo en caso de dermatitis atópica).
¿Cómo se trata?
Hay múltiples opciones para el tratamiento del molusco. Cada niño tiene que ser valorado de forma individual teniendo en cuenta su edad, número de lesiones y localización.
Entre los tratamientos físicos tenemos el raspado, la crioterapia (tratamiento con frío), la electrocoagulación (destrucción por infrarrojos), el láser de CO2... También existen tratamientos tópicos con cantaridina, imiquimod, hidróxido potásico, ácido acetilsalicíco, retinoides...
La infección en niños con un buen sistema inmunitario sigue un curso autolimitado, es decir, se resuelve sola en un plazo variable que oscila entre los 6 meses y los 4 años. Por este motivo, una de las opciones que debe ofrecerse a los padres es la abstención terapéutica, o sea, no hacer nada y esperar. No debemos olvidar que los tratamientos tópicos que se emplean son agresivos, produciendo inflamación de la piel en mayor o menor grado pudiendo dejar cicatrices, y en algunos niños no son bien tolerados. El raspado puede ser un procedimiento cruento y doloroso, que requiere la colaboración del niño, y en el caso de que sean cientos de lesiones, puede requerirse la sedación.
En cualquier caso es necesario consensuar el tratamiento con los padres o el paciente.
¿Qué hacer si nuestro hijo tiene un molusco?
- Prevenir la autoinoculación. El niño no se debe rascar las zonas lesionadas. Para evitarlo, puede ser de ayuda mantener su piel bien hidratada. Así mismo, hay que evitar que se muerda las uñas sobre todo si hay moluscos en estas. Evitando el rascado, también se evita la posible sobreinfección de las lesiones.
- Evitar el contagio a otras personas: lavarse las manos después de tocar al niño. No compartir material de higiene como toallas, ni material deportivo. No andar descalzo en las piscinas y gimnasios.
- Mantener una buena limpieza de las lesiones. Aplicar cremas hidratantes sobre todo si el niño es atópico o tiene la piel inflamada alrededor del molusco.