Revista Comunicación
LAST NIGHT
data: http://www.imdb.com/title/tt1294688
¿Ah, sí? ¡Atorrante! ¡Vos, Sam Worthington! ¡Tenés a Keira Knightley en casa y todavía te quedan ganas de salir a buscarte otra! ¡Eh! ¡Caradura! ¡Mirala a esa cosita con cara de dulce, como sufre mientras te mira coquetear con esa descarada compañera de trabajo! ¡Le partís el corazón y no se te cae una lágrima! ¡Insensible! ¡Descastado! ¡Si Dios le da pan al que no tiene dientes! ¡Insaciable! ¿Sabés los tipos que se levantarían cada día (pero cuando te digo cada día es cada día) agradeciéndoles de rodillas al Cielo que permitió que una mina como Keira te dé la hora y la puedas tener durmiendo cada noche a tu lado? ¿Eh? ¿Sabés lo larga que sería la cola de los candidatos para ocupar tu lugar, gilito? Y vos te lo tomás todo en joda. Escupís al cielo, te cagás en la suerte que tenés y vas y le metés los cuernos con el primer gato que se te cruza. ¡Basura! ¡Salí de mi vista! ¡Andá…!
¿Y quién es la loca esa, a ver? Sí, sí… esa turrita, decime… esa loquita que no le llega ni a los talones a Keira… a ver… animate, decime… sacate la careta…
¿Eva Mendes?
Ajah…
Bueno… hay que comprender… a veces la vida te expone a tentaciones… no digamos tentaciones… situaciones… y bueno…
Es comprensible.
Tampoco se puede ser tan duro con un hombre. Todos somos falibles, todos tenemos nuestras cosas… Uno no sabe como actuaría si estuviera en tal situación…
Así que Eva Mendes…
¡Sos un turro, Worthington!
Más o menos, de eso se trata “Last Night”, una inteligente descripción de una etapa clave en la vida de una pareja, una noche de infidelidades mutuas que operan, más en el corazón que en la cama. El guión de la directora Massy Tadjedin, en su ópera prima, es verdaderamente sutil. Las historias paralelas de Joanna y Michael certifican la traición, antes que cualquier consumación. Esa pareja está destruida, pero está destruida de muchos antes, de cuatro años atrás, cuando una de las partes tuvo un secreto, lo ocultó de la vista del otro y aprendió a sepultar ese sentimiento en cada día en convivencia. ¿Qué importa ya si se produce o no el intercambio de fluidos? La traición, la infidelidad, está instalada en el corazón. Y ante eso, ¿qué importa ya lo que suceda?
Para que una historia mínima como ésta funcione, se necesita la química del elenco. Esa química está. No tanto en Sam Worthington sino en las dos damas que se disputan su corazón. Y, básicamente, en Keira Knightley. Ochenta por ciento de la película es ella, los primeros planos de su mirada, ese gestito que hace con los labios cuando queda con una palabra a medio completar, esa mirada de seducción en un diálogo casual. Sólo por esa habilidad para fundir el celuloide, uno puede comprender la situación de Michael en la disyuntiva de seguir con Joanna o dejarse caer en los brazos de Laura, una Eva Mendes con un look menos pulposo pero que deja siempre latente la opción de desatar la bestia sexual en cuanto se le ponga una mano encima.
En ese transcurrir sin sorpresas, en pequeños momentos, se va el filme. Hasta que llega la última escena, el último fotograma, donde revierte el destino de película del montón a una muy buena película. Todo por una mirada y una vacilación de Keira Knightley. Un solo gesto que nos define todo lo que sucedió hasta ahí. Que nos explica cómo se vino llevando esa pareja y cómo, lo que está oculto ahí bajo la superficie, se sabe que está latente aunque se ignore.
Por esa escena final, vale la pena ver “Last Night”.
Y por Keira Knightley y Eva Mendes, of course.