Revista Cultura y Ocio

La infidelidad no es, solo, cosa de hombres

Por Elboletin

La infidelidad no es, solo, cosa de hombres
Busco en Google dos palabras: infidelidad femenina y en 26 segundos me aparecen algo más de 627.000 entradas que hacen alusión al asunto. Bing me ofrece algo más de un millón doscientos mil resultados. Y sin embargo, es un tema del que socialmente no se habla, aparentemente. Si cambio la palabra femenina por masculina, Bing apenas llega al 1.300.000 entradas y Google se desploma, solo me dice que ha encontrado 280.000 registros, eso sí, en 19 segundos... 
Probablemente, a Alicia Gallotti, autora de “Soy infiel, ¿y tú?” no le habrá sorprendido. De hecho, en el libro de reciente publicación por la editorial Mr, cuenta con más de 50 mujeres que le narran, alguna con todo tipo de detalle, sus infidelidades. El título del trabajo, por si quedaba alguna duda, se completa con la siguiente frase: “Te quiero..., pero me acuesto con otros”. Y lo que está claro es que básicamente se habla de sexo. Los sentimientos aparecen, pero lo que realmente tiene importancia es el contacto sexual que mantienen sus protagonistas con otros hombres que no son ni su marido, ni su novio, ni su pareja.
La infidelidad no es, solo, cosa de hombres
Y pone Galloti el dedo en la llaga, tal vez por ese motivo la infidelidad femenina está tan silenciada, tanto que parece que no existe aunque todo el mundo sepa que no es verdad o tal vez, los hábitos estén cambiando y ya no sea el hombre el único que “presume” de aventuras a diestro y siniestro. Aunque la mujer sigue sin presumir de ello pues en el libro de Alicia Galloti, sexóloga y autora de éxito, las mujeres permanecen ocultas con nombres que no son los suyos y una imagen en forma de ilustración sin rostro, como un troquel sobreimpreso. Algo que no les impide confesar sus infidelidades con sinceridad, tan abiertamente que parece que se quitan un peso de encima.
A buen seguro, “Soy infiel, ¿y tú?” atraerá tanto a hombres como a mujeres. A los primeros, porque tal vez, incluso, se sorprendan y a las segundas ¿por solidaridad? Lo que está claro es que el trabajo normaliza hechos raspando la capa de reproche moral y encarando con absoluta naturalidad algo que puede suceder o no pero que se aborda sin tapujos.

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