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La influencia de China y la Belt and Road Initiative en regiones emergentes

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Se cumplen 10 años desde que el presidente chino Xi Jinping anunció la Belt and Road Initiative (BRI), un programa de infraestructura ideado para impulsar el comercio y la conectividad entre Asia, Europa y África. El proyecto es una de las iniciativas geopolíticas y económicas más ambiciosas del siglo XIX en un intento por fortalecer el liderazgo y la conectividad de Beijing sobre sus vecinos.

Desde sus inicios, la BRI ha implicado una serie de inversiones en infraestructura y desarrollo económico que han transformado regiones locales y emergentes. Hasta junio del año pasado, China firmó más de 200 acuerdos de cooperación con 150 países y 30 organizaciones internacionales en los cinco continentes, superando un gasto total de 1 billón de dólares. Esta suma se planea recuperar mediante diversos planes de pago de deuda; de hecho, los préstamos de la BRI han convertido al país en el mayor cobrador de deudas del mundo.

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La construcción de un ferrocarril financiado por la BRI en Purwakarta, Indonesia.

El programa tiene dos rutas principales: una ruta terrestre conocida como Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, y una ruta marítima denominada Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI. Entre los proyectos más espectaculares de la BRI se destacan la construcción de una vía terrestre que conecte a China con Europa a través de los Balcanes y París, la construcción de una ruta marítima que conecte a China con América Latina, África y Oriente Medio, y la instalación de bases militares y puertos comerciales en los océanos Índico y Pacífico.

La Belt and Road Initiative tiene sus bases en la antigua Ruta de la Seda, una red de rutas comerciales que durante siglos conectó Asia con Europa y África. Sin embargo, lo que China ha propuesto no es solo una recreación de estas rutas históricas, sino un proyecto de infraestructura a gran escala que tiene el objetivo de conectar las regiones menos desarrolladas del país con los vecinos, promoviendo una mayor integración económica.

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Mapa de las conexiones de la Belt and Road Initiative.

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Autopista construida por China en el «cañón de la muerte» de Montenegro. 

La energía eólica es un pilar fundamental de la hoja de ruta: China es el principal proveedor de proyectos solares en todo el mundo, con más del 80% de la fabricación mundial de paneles solares, según la Administración Internacional de la Energía (AIE). A pesar de las complejidades de la transición hacia inversiones en energías más limpias en el extranjero, las exportaciones de componentes solares fabricados en este país se están disparando.

En el primer semestre de 2023, aumentaron un 13% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Aunque el mercado europeo representó alrededor de la mitad de esas exportaciones, los datos recopilados por China Dialogue indican que las zonas geográficas de la Franja y la Ruta también forman parte de este auge de la demanda de componentes solares chinos.

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Instalación eólica de China en mar europeo. 

Entre los proyectos impulsados por la BRI se destaca la construcción de carreteras, ferrocarriles, puertos y redes de telecomunicaciones, que además de mejorar la conectividad de los países participantes, abren nuevas oportunidades comerciales y de inversión. En ciudades de África, la BRI ha financiado la creación de infraestructuras que favorecen la conectividad como sistemas de televisión satelital que han llegado a miles de aldeas rurales. Este tipo de proyectos supone un impacto transformador en el acceso a los mercados internacionales y en el bienestar social y económico de las poblaciones locales.

En Asia, uno de los proyectos más emblemáticos es el Corredor Económico China-Pakistán que conecta el puerto de Gwadar, en Pakistán, con la región autónoma de Xinjiang, en China. Este corredor incluye puertos, ferrocarriles y autopistas, además de oleoductos y otras instalaciones energéticas que buscan garantizar el suministro de recursos clave para China.

Con una inversión superior a los 60.000 millones de dólares, este proyecto es considerado uno de los mayores y más ambiciosos que la BRI ha impulsado. Su gran importancia estratégica radica en su potencial posibilidad para cambiar las dinámicas geopolíticas de la región, ya que proporciona a China una nueva ruta de acceso al mar Arábigo, lo que reduce la dependencia de las rutas comerciales tradicionales a través del estrecho de Malaca.

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Corredor económico China-Pakistán.

La BRI también ha tenido un impacto significativo en el sudeste asiático. En Indonesia, la construcción del primer tren de alta velocidad de la región, que conecta las ciudades de Yakarta y Bandung, ha reducido el tiempo de viaje entre estas dos ciudades de más de tres horas a tan solo 45 minutos. De este modo se facilita el comercio y la inversión, conectando mercados locales con economías globales de manera más eficiente (y, por supuesto, la calidad de vida de los habitantes de esas zonas).

Con estos proyectos China logra establecer una presencia económica significativa en muchos países, ya que les acerca la oportunidad de modernizarse, mejorar sus infraestructuras y, en algunos casos, transformar sectores clave como el transporte y las telecomunicaciones.

No obstante, la BRI también despierta controversias. A pesar de los beneficios evidentes en términos de infraestructura y desarrollo económico, la iniciativa suele ser objeto de críticas, especialmente por parte de algunos analistas y políticos occidentales. Una de las más recurrentes es que muchos de los proyectos financiados por la BRI están acompañados de préstamos que los países receptores no siempre pueden afrontar, lo que los lleva a una dependencia financiera hacia China. Además, la falta de transparencia en algunos proyectos de la BRI genera inquietudes sobre la sostenibilidad de los mismos.

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Primer tren de alta velocidad de la región, construido en Indonesia para conectar las ciudades de Yakarta y Bandung.

Como respuesta China ha comenzado a ajustar algunos de los enfoques de la BRI para abordar las preocupaciones sobre la sostenibilidad y el impacto ambiental de los proyectos. En los últimos años, se implementaron medidas para hacer una transición más ecológica, promoviendo proyectos que respeten los estándares medioambientales y fomentando la inversión en energías renovables y tecnologías sostenibles. Estas medidas buscan mitigar los impactos negativos de la infraestructura sobre el medio ambiente y aumentar la aceptación de la iniciativa a nivel internacional.

Más allá de las críticas, en términos de impacto en los mercados extranjeros, nadie puede negar que la BRI ha reconfigurado las dinámicas comerciales globales. La creación de nuevas rutas comerciales y la mejora de la infraestructura en regiones emergentes han abierto nuevas oportunidades para las empresas chinas y han permitido a muchos países en desarrollo acceder a mercados globales de manera más eficiente.

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