Es curiosa la actitud de la casta y de la población en general ante el hecho de convertir al anterior presidente en una persona denostada por casi todos y sin embargo utilizar casi sin fisuras su herencia política. Se presenta una aparente paradoja, que lo es si nos quedamos en los aspectos externos, pero que no lo es cuando se profundiza un poco.
Por supuesto todos, casta y ciudadanos, utilizamos la palabra, mágica, democracia, pero pocos saben exactamente lo que significa y muchos menos viven políticamente de acuerdo a ella. Es un mantra que sirve para todo y por tanto no sirve, realmente, para nada. Y por supuesto, sin considerar que la democracia que conocemos es muy reciente, apenas doscientos años y ha evolucionado en tantas formas que las tensiones son tan grandes que la hacen casi inviable en muchos casos.
Tenemos muchos ejemplos de este desfase. Por ejemplo, tras las elecciones los cuatro partidos más votados están en desacuerdo sobre quién debe gobernar. En cambio tienen solo diferencias de matiz o secundarias sobre cómo se debe gobernar en España: los cuatro están de acuerdo en que debe seguirse la línea marcada por Zapatero, que con toda su simpleza y miseria moral, tan tocadas de corrupción, se ha revelado como el profeta e inspirador de lo que pudiéramos llamar “nueva democracia española”, acentuando unas tendencias que ya venían de antes.
La cuestión importa mucho, porque la línea se compone de estos ingredientes: Rescate de una ETA que estaba “al borde del precipicio” para convertirla en una potencia política. Apoyo y financiación de los separatismos, consintiendo su sistemática vulneración de la ley y la Constitución, lo que supone a su vez una vulneración de la Constitución por los gobiernos. Cesión progresiva de la soberanía española a la burocracia de Bruselas con una tendencia a largo plazo a disolver a España en una UE cada vez más totalitaria, lo que no es opuesto, sino complementario del punto anterior. Renuncia de hecho a eliminar la colonia, realmente pirática, de Gibraltar. Progresiva disolución de la familia mediante las llamadas “políticas de género”, y el homosexismo. Promoción del aborto, esto es, de la destrucción intencionada de vidas humanas, como un “derecho” (los derechos deben practicarse para ser efectivos); y fomento de la inmigración, en particular la islámica. Multiculturalismo, es decir, disolución progresiva de la cultura española. “Memoria histórica”, es decir, falsificación sistemática del pasado español. Fomento de la colonización cultural cada día más evidente, por el inglés. Todo ello aparte, la evolución económica en un sentido perjudicial para la mayoría de la población. Pretensión de que todo este conjunto de falsificaciones y disparates constituye un ejercicio de democracia.
Hay, ciertamente, diferencias de matiz, que podrían resumirse como sigue: El PP, C´s y un sector del PSOE consideran, en general, que estas políticas deben mantenerse y afianzarse, con diferencias menores entre ellos. Podemos, una gran parte del PSOE y los partidos separatistas son partidarios de ir mucho más allá en la orientación marcada por las “ideas” y políticas de Zapatero.
Estos hechos y tendencias indudables son comunes a todos y caracterizan a una democracia realmente enferma, ya que empujan en la vía de la demolición de España, de la familia, de los mejores valores tradicionales y la vulneración sistemática de la ley. Otra de sus manifestaciones es la ínfima calidad intelectual y moral de los líderes políticos actuales. Un rasgo de la enfermedad del sistema democrático es el progresivo desplazamiento de los más responsables y capaces por los más desvergonzados, cantamañanas o corruptos, como ya hemos tratado varias veces en el blog.
La solución, como vemos en el blog cada día, no es fácil. Una democracia sana solo puede funcionar sobre la realidad histórica y cultural del país, y llevamos más de cuarenta años sufriendo su falsificación y denigración sistemáticas, precisamente por esos partidos. Una acción corrosiva tan prolongada tiene un efecto de embrutecimiento de gran parte de la gente y no podrá ser contrarrestada de la noche a la mañana. Y una prueba de ello es que vox por la derecha y upd por la izquierda, que tienen un discurso un tanto al margen de la casta, han sido ignorados por la población.
Cierto que no se puede votar a lo que no se conoce y que el ordenador hace las correcciones adecuadas, pero el número de votos tan ridículo indica un desinterés de la gente por enterarse de las opciones ante el hecho, supuestamente, trascendental de unas elecciones.
Y mientras la población no esté formada por ciudadanos, con todas sus consecuencias, la casta seguirá haciendo lo que le de la gana. Y nosotros padeciendo. Pero al parecer a casi nadie le importa.
Y es sorprendente que el pensamiento político de un “bobo solemne” lleve funcionando como doce años y seguramente lo siga haciendo otro doce, al menos.
vanlop
Revista Opinión
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