James Foley el periodista estadounidense decapitado el 19 de agosto el Ejército Islámico en Siria creía en la “Alianza de las Civilizaciones”, doctrina de origen iraní que adoptó José Luis Rodríguez Zapatero aparentando buenismo para ocultar su temor a los islamistas tras los atentados de Madrid del 11M de 2004.
El católico Foley, al contrario, “quería construir puentes entre cristianos y musulmanes, entre los dos mundos”, pero los islamistas grabaron como lo decapitaban para que viera todo el mundo por televisión la ingenuidad de su empeño, como acaba de publicar su colega Sami K. Martin en el Christian Post, diario estadounidense en red, recogiendo declaraciones de otros corresponsales compañeros suyos .
Foley defendía esa idea pese a su fracaso a finales de los 1990 porque es imposible llegar a un acuerdo interreligioso entre iguales con supremacistas musulmanes, como los ayatolás chiitas.
Pero Foley insistía en que podía evitarse el choque de civilizaciones que describió Samuel Huntington entre el racionalismo occidental y las sociedades regidas por una religión que impone un sistema de vida y cultura absolutistas.
Una civilización pugna por ampliar libertades, otra por la sumisión absoluta a Alá (islam significa sumisión); caso de que negársele, cualquier fiel fanatizado puede ejecutar al infiel o al apóstata siguiendo la sharia.
Foley era bondadoso e idealista, como demostró la emotiva carta verbal para su familia que le dictó a un compañero liberado.
Pero no Zapatero: acobardado por los atentados en los trenes y los 191 muertos quería apaciguar al islamismo halagándolo.
Ignoraba que cada creyente, por ejemplo sunita, puede interpretar personalmente la sharia, que frecuentemente ordena matar al infiel, por lo que, ausente un dirigente autorizado que imponga un humanismo secular, el diálogo es inservible.
Menos posible aún es dialogar con el Ejército del Islam que decapitó a Foley, y que haría igual con el apaciguador Zapatero bajo su inocentona Alianza de las Civilizaciones.
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SALAS