Revista Coaching

La ingratitud del sector público

Por Adrylin

Cuando comencé a trabajar como parte del sector público tenía muchas dudas, pues había conocido instituciones en donde el servicio era realmente malo, tuve la oportunidad de verlo desde fuera como pasante, y me dí cuenta que por lo menos la institución en la que estaba era muy ineficiente y sus trabajadores eran personas que no les interesaba superarse, realmente me decepcioné ya en ese punto. 

Ingresé al sector privado y decidí estudiar un postgrado,  el tema ahí fue económico, pues el salario no me alcanzaba para pagar mis estudios, entonces se me presentó una oportunidad de trabajar en el sector público, realmente dude bastante al inicio por mi experiencia previa, pero decidí darle una segunda oportunidad.

La ingratitud del sector público
En mi mente había dado un paso hacia atrás, pues de un cargo de mando medio pasé a técnico nuevamente, con un mejor salario por supuesto, pero a mi me gusta mi profesión así que me dediqué a disfrutarlo y a dar lo mejor de mí.

En mi profesión estaba acostumbrada a trabajar en el horario que sea necesario para obtener resultados, así que hice lo propio en esta institución, de hecho nunca me pagaron horas extras y tampoco me molestó, porque realmente prefiero dar resultados a vender mi tiempo de calentar el puesto.

Así me fui acomodando a esta nueva posición, me gustó mucho el equipo con el que trabajé, realmente todos eran muy profesionales y con muchas ganas de salir adelante, tanto que de todos los que entramos con nombramiento al mismo tiempo, yo fui una de las últimas en renunciar a este cómodo cargo, como se imaginarán si quieres crecer, un nombramiento no siempre te lo permite.

Como en todo trabajo siempre hay «roces» y también hay acuerdos que hacían del día a día algo bastante llevadero y a mi criterio bastante productivo.

Considero que la mayoría de las personas, entre las que me incluyo, esperamos crecer como profesionales, acceder a nuevos puestos, nuevas experiencias, nuevas responsabilidades y obviamente mejores salarios. Se me presentó la oportunidad de liderar un equipo desde el cargo de Directora, lo cual acepté con mucho gusto y fue aquí en donde empecé a encontrarme con los primeros tropiezos, pues varias personas salieron, dejando el equipo incompleto, hicimos selección, se incorporaron otros, y fue para mi una sorpresa que altos mandos me enviaban gente para que la contrate a ojo cerrado, realmente me opuse porque me gusta trabajar con equipos de alto rendimiento y para ello hay que elegir bien a las personas y no ponerlas porque alguien me ordenó que así lo haga.

Luego teníamos diferencias de criterios con los jefes y en ciertos momentos era desgastante indicarles que se debía cumplir con normativa, procesos y otros, algunos pedían resultados imposibles en el tiempo, sin embargo hacíamos nuestro mejor esfuerzo y lo conseguíamos.

La ingratitud del sector público
De pronto un día, como sucede a menudo en este sector,  existió un cambio de autoridades, y ahora con un nuevo jefe, de un momento a otro me dijeron GRACIAS, bueno no usaron esa palabra, solo me dijeron: «ya no quiero que tome más decisiones pues ya viene una persona de mi confianza la siguiente semana a su puesto». Así sin más, sin conocerme, sin darme una oportunidad ni nada, lo cual obviamente repliqué pero sin hacer cambiar de parecer a las nuevas autoridades. Lo interesante es que minutos antes de que  me dijeran eso, las nuevas autoridades se dirigieron al equipo indicando que no existirían cambios.

Para esta fecha ya más de la mitad de mis compañeros de nombramiento habían salido a buscar otras oportunidades.  Una vez que salí del cargo, el nuevo Director por coincidencias de la vida era una persona que conocía y me pidió que le colabore con un puesto de planificación, lo cual hice con mucho gusto. Sin embargo, sentía que no estaba aportando lo que realmente podía.

Se me presentó la oportunidad de ir a otra institución como Comisión al cargo de Directora y lo acepté.  Realmente fue un reto bastante grande, un equipo de más de 50 personas en tecnología, solo en Quito, casi 70 a nivel nacional, en Quito el equipo que se encontraba comenzó a sabotear el trabajo que veníamos a hacer. Se tuvo que cambiar al equipo para salir con los proyectos que teníamos.

Hicimos de todo para lograr los resultados esperados, siempre procurando cumplir la normativa, leyes y demás. Había días que no veía a mi familia, viajes inesperados y trabajo acumulado de los otros directores que habían pasado por poco tiempo en el cargo.  La presión de trabajo fue tan grande que no alcancé a equilibrarla con mi vida familiar y preferí darle prioridad a mi familia, salí de ese puesto y regrese a mi escritorio en mi anterior institución, y ahora peor porque ya se habían hecho varios cambios más, había otro jefe, otro director (muy amigo mío) pero yo no sabía bien que iba a hacer.

A mi regreso, iba a retomar el puesto en el que comencé, un área en donde ya no estaba el equipo con el que habíamos levantado todo, tenía que empaparme de todo y sin embargo intente hacerlo.  Y cuando le estaba comenzando a tomar cariño de nuevo, vino una notificación de Contraloría por lo que habíamos hecho en la otra institución, a revisar si cumplimos toda la normativa, y adivinen!!  No! No alcanzamos a elaborar y hacer aprobar toooodaaa la documentación que la norma de control pide para nuestra área.  Y vinieron con sus comentarios en los informes, en donde me cuestionaban cosas como el uso de tecnología como whatsapp para comunicarme con mi equipo, porque era un servicio público, que debía haber usado algo propio de la institución!  Y yo replicaba, realmente esas personas ponen sus planes de datos, sus saldos telefónicos, sus recursos y demás para trabajar y me cuestionas algo así?  Entre un montón de cosas por el estilo.  Con tanta paciencia fui respondiendo uno a uno los comentarios, pero no fue suficiente, dijeron que no hice lo que tenía que hacer y punto.  Con las multas y sanciones correspondientes tuve un bajón de ánimo a nivel profesional bastante grande.

La ingratitud del sector público

Me tomó unos meses tomar la decisión, pero luego de haber sentido que no tiene razón estar en el sector público, pues si bien el salario es competitivo, el trabajo es fuerte (para los que si nos interesa trabajar) la carga horaria es mayor y a veces sin paga, debes cumplir con demasiados pasos burocráticos y si no lo haces eres castigado económicamente, y la gente afuera piensa que no haces nada y cada vez que es posible te insinúan que vives de vacaciones. 

Decidí dejar el sector público y aposté por mi y mi esposo, nos lanzamos al emprendimiento, que ha sido otro camino cuesta arriba, pero con mucha más satisfacción, y ya les contaré como ha sido. Y aún así, 6 años después tengo exámenes de Contraloría encima por mi paso por esas instituciones.

Tengo mucho respeto y admiración por quienes aún siguen en ese mundo, sobre todo a quienes honestamente trabajan para sacar adelante un sueño y servir a los ciudadanos, porque también hay de los otros que lamentablemente son los que salen a la luz por sus malas obras y manos no muy limpias.

Y así, muchos estarán de acuerdo conmigo y otros muchos en contra, hay quienes lo hacen por amor a la Patria literalmente y de esos hay muy pocos, otros solo por la «estabilidad» y el bienestar económico, otros porque ya saben como es la movida y así, personalmente lo tomo como una escuela dura y a la cual estoy agradecida, pero que no me gustaría volver.  Y desde mi punto de vista fue una experiencia un poco ingrata. (Y conste que no me animaba a publicarlo, ya nada)


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